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Rocío

El lunes es el peor día de la semana junto con el domingo.

¿Diosito por qué creaste a los domingos y los lunes?

Me estaba yendo pal colegio y lo que me tenía de mal humor es que ayer no pude dormir bien, por lo tanto, estaba cagada de sueño.

—Wena. —me saludó el Gabo apenas llegó.

—Sale pa' allá. —le dije.

Mi humor es una mierda.

—Pesa culiá.—me dijo mirándome mal. — ¿Cómo está tu amiga?

—Bien, ahí con su mino. —mentí y saqué mi celular para ver si me había respondido.

—¿Está pololeando? —me preguntó súper afligido, su voz sonaba muy graciosa.

Me reí.

—No. —le dije, mientras me paraba. Hoy no quería convivir con nadie. —Ahora me voy, porque que vergüenza que me vean con un hueón tan feo

El hueón ni me escuchó porque seguía procesando toda mi mentira.

Salí de la sala para irme a comprar un té y sentí como alguien me agarró del brazo tirándome contra el costado del pasillo.

—Qué hueá te pasa enfermo de mierda. —le dije molesta al sacohuea que tenía al frente. —Quién chucha te creís pa' venirme a hacer estas escenas culiás de loco.

Era el Benjamín.

—¿Dónde está la Luna?

Solté una carcajada cargada de rabia.

—Tu mamita la echó de su casa por tu culpa hueón. —le dije mirándolo con odio. —¿Y Querís saber donde está?

—Sí.

—No podís ser más care raja. —le dije tratando de zafarme de su agarre que cada vez estaba más fuerte. —Suéltame.

Me sonrió con malicia y poco a poco se acercaba a mi cuello.

¿Que huea?

Dime dónde está y te suelto.

La pensé, pero cuando empezó a acercarse más a mi cuello generándome miedo e inseguridad decidí hablar:

—Está en el departamento del Tomás. —le dije y me soltó alejándose de mí.

—¿Dónde queda el departamento? —me preguntó con una voz culiá que me volvió a dar miedo, pero ya me había soltado y podía correr.

No le iba a decir nada.

—No soy sapa, perro culiao. —le dije y avancé para salir de donde estábamos.

No me dejó pasar.

—Correte po'. —le dije de mala gana tratando de no flaquear. —No veís que quiero pasar, ya te dije la huea que queriai.

Cómo no se corría, lo empujé.

—Dime dónde queda o te vai arrepentir, pendeja. —me dijo apuntándome con el dedo índice.

Arrugué la nariz y le pegué una patada en la entrepierna.

—No me vai a volver a amenazar de nuevo, Benjamín. —le dije cuando se agachó retorciéndose de dolor. —No te diré ni una hueá y deja de huearme porque créeme que al Tomás no le costará venir nada a sacarte la chucha.

Ni sabía si el Tomás le iba a venir a pegar si le contaba, pero se lo dije igual pa' que no me volviera a molestar.

Se me habían quitado las ganas de ir a comprar, así qué, solamente caminé rápido pa' mi sala.

Destino culiao [Chilensis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora