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Luna

Ya habíamos llegado a nuestras vacaciones y estaba todo muy lindo, la gente es hermosa en todo sentido y las fiestas eran otra cosa.

Aunque yo ya no tomaba por razones obvias la pasaba bien igual y lo mejor de todo es que los chiquillos ni lo notaban.

—¡Chiquillas apurense! —nos gritó el Tomás.

La Rocío se dió una última mirada en el espejo y me miró mal.

—Cambia la cara. —me pidió sacando una brocha para echarme lo que parecía ser un rubor. —Estai toda pálida, deberíai ir al doctor.

Negué.

—No, mejor vámonos nos están esperando.

Me miró con desaprobación y salimos de la pieza.

No tenía ganas de ir al carrete en verdad.

—¿Te sentís muy mal? —me preguntó el Simón. —Si sigues así pediré una hora al doctor apenas lleguemos a Santiago.

Cagué.

—Mejor disfrutemos el viaje. —cambié el tema. -Esto no se vive todos los días.

Me sonrío y luego me dió un beso.

Bajamos adonde sería la fiesta y estaba la mitad del hotel ahí, lo bueno es que este hotel tenía una sala de eventos que daba con las playas, así qué, era al aire libre.

La música retumbaba mi alma de lo fuerte que estaba, mientras los chiquillos nos guiaban adonde se supone que era la barra.

—Hola, bienvenidos, ¿Que van a tomar? —nos preguntó un cabro de más o menos nuestra edad.

—Dos tequila. —le dijo el Tomás. —¿Rocío que vai a tomar?

—Quiero una margarita. —dijo mi amiga.

Hueona wena pa' tomar, las cago.

—¿Y tú Luna? —me preguntó el Simón, mientras me abrazaba.

—No quiero nada.

—¿Cómo?

—No quiero nada.

El Simón me quedó mirando con confusión, pero no me dijo absolutamente nada más. A ellos les pasaron sus tragos y caminamos a la pista de baile.

—¿Vamos a bailar? —me preguntó la Rocío.

La seguí y nos pusimos en medio de toda la gente que estaba.

—Es momento de decirle. —me dijo. —Ya está sospechando mucho, tan hueon no es.

Me da miedo.

—Ya si sé oh. —le dije cansada. —Solo déjame tranquila por el momento.

La dejé hablando sola y caminé de nuevo a la barra para pedir una bebida aunque sea.

Rocío

—¿Y la Luna? —me preguntó el Tomás.

—No sé. —le dije buscándola con la mirada.

—Debe estar con el Simón o volvió a la pieza. —me dijo restándole importancia. —Ahora bailemos.

Le hice caso, pero sabía que la hueona seguía aquí.

✧˚ · .

Hace rato estoy buscando a la hueona de la Luna y no la veía por ningún lado.

—¡Luna! —le grité.

Estaba en la barra con un vaso en la mano y por su poca estabilidad ya sabía que había tomado bastante.

Destino culiao [Chilensis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora