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Luna

Desperté con un dolor de cabeza horrible.

Nunca más tomo y ésta vez lo digo de verdad.

Me sobé los ojos pa' cachar donde estaba, porque definitivamente esta no era mi pieza.

Era demasiado dark para ser mi pieza.

Me levanté y noté que no estaba con mi ropa de anoche, estaba con una polera de Pink Floyd y mi ropa interior abajo.

Confundida salí de la pieza y caminé hacía el living, poco a poco fui cachando que estaba en el departamento del Tomás.

A lo lejos escuché risas y sentí un olor a pan tostado, automáticamente me dio muchísima hambre y ser.

—¿Cómo llegué aquí? — les pregunte, mientras me acercaba a ellos.

Estaban todos tomando desayuno de lo mas felices.

Maricones.

—El Simón te trajo. —me dijo la Rocío.

Me quería matar.

—¿Y tú como llegaste? —le pregunté tratando de olvidar lo que me había dicho, mientras sacaba un pan.

—Se vino conmigo. —respondió mi primo. La miré y vi como sus mejillas empezaron a tornarse ligeramente rojas. —Toma, para tu dolor de cabeza.

Tomé la pastilla y me la tragué.

Volví a mirar a la Rocío para molestarla, pero fue mala idea porque justo había tomado té y todo el té que tenía en la boca salió disparado para afuera en una fuerte carcajada.

—Hueona sucia. —le dije riéndome a la vez que le pasaba una servilleta para que se limpiara. —Tomás te tendré que lavar tu polera, aunque me la podria...

Me interrumpió. —Es del Simón esa huea, nunca en mi vida he escuchado a esa banda culiá.

Ahora fui yo quién soltó un grito ahogado.

Me quería morir otra vez.

—Con razón tenís gustos tan como la callampa. —le dijo el Simón al Tomás, mientras le tiraba unas migas de pan.

No me atreví a mirarlo.

—¿Hoy que hacemos? —nos preguntó la Rocío, cambiando de tema. Gracias amiguita, te amo. —Tengo ganas de ir como a un museo.

—Me dan sueño los museos. —alegó el Tomás. —Ninguno tiene ninguna obra de arte como yo.

—Que soy ahueonao. —le dije rodando los ojos. —Vayamos po', no seai fome.

—Déjame pensarlo. —hizo como que pensaba tomándose la barbilla con los dedos. —No.

—Hueon, vamos. —le habló el Simón. —Tenís unos gustos de mierda, a lo mejor la salida al museo te hace querer cambiar tu estilo jordan 23 de la feria.

Con la Rocío nos reímos.

—Estará difícil. —le dije mirando hacia el suelo.

—Me tienen poca fé oh. —refunfuñó. —Iremos al museo y saldré convertido en todo un chico aesthetic.

—¡Esa es la actitud! —celebré.

—La misión de hoy es convertir al Tomás en un lolo aesthetic. —dijo la Rocío, echándose un pedazo de pan a la boca.

—Y que cambie esos gustos de mierda. —agregó el Simón.

Sonreí. —¡Y que cambie esos gustos de mierda!

Destino culiao [Chilensis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora