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08 ✨ Ya está de vuelta

Me acurruqué contra la gordita y empalmada manta que mi madre me había traído, esperando a recibir las suficientes órdenes como para poder alejarme finalmente de aquel macabro escenario. Había llamado a la policía justo después de haber podido reaccionar frente a lo que tenía en mis ojos. Era repulsivo y repugnante. Me había caído de culo al procesar finalmente que es lo que estaba viendo y casi me había echado a llorar.

El cuerpo de una mujer en plena putrefacción había estado cubierto por una lona de plástico blanco que abombaba justo en la zona torácica de la individuo. Ese cuerpo debía llevar en el bosque al menos un par de semanas a juzgar por su aspecto. Había conseguido recuperarme suficientemente rápido como para intentar procesar el estado del cuerpo. Su tronco se encontraba casi intacto, sin tener en cuenta el hecho de que parte de su caja torácica estaba al descubierto. Una de sus piernas estaba desfigurada, torcida, rota, como si hubiera estado huyendo y se hubiera caído. La idea de la muerte de aquella chica rondaba mi cabeza como el fantasma de una pesadilla que te cala los huesos. ¿Habría tenido miedo o se habría sentido sola?

Quise centrarme en algo que no fuese el cadáver que en aquel mismo instante estaban levantando para introducirlo en una densa bolsa negra con una cremallera en su centro, pero me era imposible. MI cabeza estaba perdida, me encontraba alucinando, delirando entre los pensamientos que podían haber surcado la mente de la chica antes de que muriera. En ese instante me di cuenta de que más que a la muerte, le tenía miedo al sentimiento que la precedía.

Las moscas azules y los sarcofágidos huyeron de la bolsa al ser cerrada y volvieron a posarse contra la carne disgregada que aún yacía en el suelo y no había sido retirada.

Una mano delicada y cubierta en látex apartó mi mirada de aquella mancha de sangre seca y me obligó a centrar mis irises en el dedo que se movía horizontalmente acompañado de una luz cegadora.

—Neurológicamente no aparentas tener ningún problema, tampoco hay traumas. Como máximo va a quedarte un moratón en el glúteo y un raspado en la rodilla. No creo que puedas tardar mucho más en irte a casa, o al menos de este lugar —Anuncio la doctora que me había estado revisando.

La observé, aún ensordada por todo mi alrededor. Era una mujer bellísima, de piel de porcelana y hermosos ojos azules, acompañados por una melena rubio platino recogida en una coleta baja con algunos mechones sueltos que le enmarcaban la cara. Su piel era muy cálida en contraste a la frigidez que reinaba en mis músculos al haber estado tanto tiempo fuera. Me ayudó a incorporarme y a llevarme junto a mi madre, a la que habían llamado justo después de que llegaran las autoridades.

—Puede que experimentes pesadillas durante un tiempo, dificultad para dormir, migrañas... Puedo darte un parte para el instituto para quedarte unos días en casa si así lo necesitas —Volvió a hablar la doctora, entregándome a mi madre que intentaba bajo todas las medidas no ver la furgoneta oscura en la que acababan de meter el cadáver.

Al lado de la doctora apareció el policía que había acudido el primero, el que había respondido a mi llamada.

—Vamos a tener que tomarte testimonio de lo que ha ocurrido aquí. Lo mejor es hacerlo cuanto antes mejor, para evitar que tu cerebro cree barreras de protección para confundir momentos traumáticos. Lo idóneo sería que fuera antes de irte a casa, pero podemos esperar a mañana si así te sientes más cómoda —Había estado hablando principalmente mirando a mi madre aunque las palabras fueran dirigidas a mí. Esta vez, sus ojos se focalizaron en los míos, introduciéndose dentro de mi mirada, como si quisiera traspasar obstáculos que ni yo misma sabía que existían— Hemos estado días buscando el cuerpo de esta chica, peinando todo el bosque y como por arte de magia... tú lo encuentras, como si estuvieras destinada a ello.

Un escalofrío me cortó la respiración. No quería estar destinada a encontrar cadáveres, por más ridículo que sonara.

Mi madre negoció con el oficial que me dejaran dormir lo que quedaba de noche y que me tomaran deliberación por la mañana siguiente. Nos acompañaron hasta la casa y nos prometieron que estarían echando un vistazo a los alrededores para asegurarse de que todo el vecindario estaba a salvo, que lo que fuese que hubiera causado aquello no estuviera cerca. Porque no, claramente no había sido un accidente.

Abracé a mi madre una vez cerramos la puerta con llave y abrimos la luz. Sentí como mi cuerpo deseaba deshacerse y ponerse a llorar. Pero no me lo permití, más por evitar que mi madre se preocupara más por mí. Ella tenía suficiente que hacer con todo el trabajo que cargaba para poder mantenernos a las dos, así que el menos que podía hacer era que estuviera tranquila.

Esa noche dormimos en la misma cama porque me era imposible conciliar el sueño en la mía. Me sentía demasiado sola en aquella habitación, demasiado desolada entre cuatro paredes silenciosas que probablemente albergaban más oscuridad de la que podía llegar a entender.

  🧛  

El interrogatorio pasó lentamente, cada pregunta más letárgica que la anterior. Sentía que me podía fundir contra el sillón en el que había estado sentada durante más de dos horas.

Le prometí a mi madre que estaría bien sola en casa, así que antes de dejarme en casa me besó en la frente y me susurró palabras de alivio, pidiéndome que si me encontraba mal o que si pasaba cualquier cosa o oía algo fuera de lugar, que la llamara sin dudarlo. Me despedí de ella saludándola con la mano y cerré con pestillo la puerta de la entrada. Me dejé caer contra esta madera, sofocándome en mis propios pensamientos.

Era hora de que me pusiera manos a la hora.

Una gran parte de mi solo quería tumbarse en el sofá con un buen cuenco de comida e intentar ahogar el trauma psicológico que había supuesto ver aquella imagen que nunca tendría que haber visto. Y la otra pequeña parte, me decía que la curiosidad no siempre conseguía matar al gato.

Agarré mi teléfono y busqué la foto que había tomado de las partes más importantes de aquel cuerpo. Concretamente, ciertas marcas que se me hacían ligeramente familiares. Marcas que no era la primera vez que sabía que existían.

Descargué aquellas desagradables imágenes en el ordenador y las combiné con el correo que le había enviado el inspector a mi madre a cerca del estado del cuerpo de mi padre cuando murió. Mamá jamás me había escondido la existencia de aquel correo. Ella sabía que era una chica curiosa, a quién le gustaba conocerlo todo, y que probablemente, en algún momento, iba a buscarlo, por un motivo u otro.

Leí lentamente cada una de las palabras de aquel breve texto que describía las condiciones físicas del cuerpo de mi difunto y querido padre. El frío que había sentido la noche anterior volvió a colocar mis huesos y mis músculos como una droga. Los arañazos y los mordiscos eran tan parecidos que me costó tragar saliva al saber que aquello estaba de vuelta.

Borre los archivos y me situé frente a la ventana que apuntaba a la casa de los abuelos, de fondo el frondoso bosque.

¿Tendría la aparición de aquel misterioso chico algo que ver con esto?

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TENGO UNA PREGUNTA

¿A quién de aquí le gustan los hombres lobos y quién se leería un ff de uno? lmao

ALSO, MIL GRACIAS POR LOS MIL SEGUIDORES. OSEA NO ME LO CREO , ES COMO UNA LOCURA

Adiós y gracias por leer♥

Blood ✥ Myg ⁑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora