n u e v e

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09✨ Bruja de larga nariz 

—¿Vas a quedarte ahí sentada todo el rato cómo si fueras una acosadora?

Miré a mi madre que se encontraba lavando los platos mientras yo miraba por la ventana. Me lanzó una mirada fugaz, probablemente preguntándose por qué le había tocado una hija así.

Hacía ya una semana des de que aquel incidente había ocurrido. Había vuelto al instituto ya hacía días y todo había vuelto a la normalidad. O al menos, todo lo normal que podía ser sabiendo que todo el mundo sabía que había encontrado un cadáver en el bosque.

Si antes no me hablaban por rara, ahora no lo hacían por poseída. Al menos de esta forma no tenía que evadir a inútiles por el pasillo porque directamente se apartaban cuando yo pasaba. Al fin y al cabo tampoco estaba tan mal, así podía dejarme los auriculares todo el día sin importarme que alguien quisiera hablarme y no lo oyera.

Había tenido exámenes aquella semana así que podía permitirme descansar un poco de todas las horas en las que había estado estudiando. Así que me encontraba en la cocina, al lado de mi madre, mirando a la abuela a través de la ventana mientras cuidaba sus rosales moteados de flores rojas y blancas. Eran flores preciosas que rompían con el aspecto lúgubre que últimamente había adquirido la casa.

La abuela parecía muy cansada, las ojeras bajo sus ojos no parecían querer irse pronto. El abuelo directamente se quedaba en el porche, sin levantarse a ayudarla a plantar y cuidar su jardín. La mayoría del tiempo se quedaba dormido en su balancín hasta que la abuela lo llamaba para que entrase. Había pasado bastante tiempo des de la última vez que los había visitado, solo porque no me permitían entrar en su casa. Quería hornearles galletas y hablar un poco de como habían ido las cosas des de la última vez que habíamos hablado, pero no parecían predispuestos a gastar mucho tiempo en mí. Todo des de que aquella sombra que apareció en el porche de la abuela hacía tanto tiempo apareció.

Esos ojos rojos que jamás logré erradicar de mi mente, que habían quedado grabados como el acero ardiente en la carne fresca.

—¿Has tenido la ocasión de hablar con la abuela? —Pregunté a mamá, quién ahora me servía una manzana cortada en trozos en forma de conejitos. Cogió un taburete y se sentó a mi lado, mirando también como la mujer mayor frente a nosotras fregaba sus manos en el mantel improvisado que había utilizado para evitar dejar sus pantalones llenos de tierra.

—La verdad es que no mucho. He estado muy ocupada con los turnos y ella también parece haberlo estado. Parece tan demacrada... Quizá no se está encontrando bien estos días, es muy mayor ya...

—La abuela no va a morirse mamá —Me crucé de brazos y me apoyé contra la encimera, escondiendo la mitad de mi cara dentro del jersey de punto gordo que llevaba puesto— Hay algo que no quiere contarnos.

Mamá rio y me dio un beso en la frente, levantándose y dirigiéndose al salón.

—Miras demasiadas series de detectives y criaturas sobrenaturales. A veces, la gente solo está cansada, no todo el mundo tiene porque esconder un secreto, ¿Sabes? —Me dejó con la palabra en la boca mientras ella iba a tumbarse al sofá para probablemente dormir un poco.

Miré el reloj, las 19:26. Vale, era una buena hora para averiguar cosas.

Abrí de golpe la nevera, tomando un par de fiambreras de lentejas y albóndigas y me enfundé en mi abrigo, cerrando la puerta detrás de mí con un portazo. Casi pude escuchar a mi madre preguntarse por milésima vez qué pasaba conmigo.

—¡Abuela! —Grité al otro lado de la calle. Levantó su cabeza, secándose las gotas de sudor que resbalaban por su arrugada frente. Me saludó con la mano, con una mirada que rezumaba puro amor. El abuelo por su parte, levantó el mentón con una brillante sonrisa— Traigo algo de comida, ¿cenamos juntos como antes? Hace tiempo ya que no lo hacemos.

Blood ✥ Myg ⁑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora