25 ✨ Medallón
—¿Tu crees que vale la pena esperar toda esta cola por un helado con sabor a chocolate caducado? —Me recriminó Yoongi mientras esperaba a mi lado frente a una heladería que habían abierto hacía menos de una semana.
—Claro, ¿cuándo fue la última vez que tomaste algo dulce? —Yoongi me miró como si fuera la persona más tonta que pisaba la Tierra— Ah, ya.
Se cruzó de brazos y se mantuvo en silencio hasta que, media hora más tarde, empezamos a caminar hacia casa, ya con mi helado de dos bolas de café y vainilla con galleta. Estaba tremendo.
—Al final voy a ponerme como una foca, entre café dalgona, pan de plátano y helados no voy a entrar por la puerta del instituto la semana que viene —Yoongi asintió ligeramente.
—Faltan 3 días para que empiece tu último trimestre, ¿Te sientes preparada? —Suspiré, algo agobiada.
—Supongo que sí, probablemente lo que lleve peor serán las miradas, estoy segura de que no serán para incomodarme, pero tampoco creo que la gente pueda abstenerse de mirarme.
Seguimos el resto del camino, conversando de temas banales de vez en cuando. La primavera se había establecido definitivamente y los bordes de las calles, los jardines y los balcones de las distintas casas se encontraban llenos de flores, plantas coloridas y un montón de vida. Habíamos dejado atrás la solitud del otoño y del invierno y había empezado la mejor temporada del año.
A veces nos ocurrían cosas que causaban que nuestro mundo se detuviera, pero en realidad todo seguía su curso con naturalidad.
Aún estaba destrozada, lloraba casi todas las noches y tenía claro que no iba a ser más fácil, jamás, pero también sabía en lo más profundo de mi alma, que vivir con ello se haría más fácil, porque así estábamos hechos los humanos, para sufrir y seguir adelante. Eso habría querido mi madre, de la misma forma en la que sabía que también era lo que hubiera querido mi padre.
Casi cuatro meses habían pasado desde aquello. Había estado las vacaciones completas encerrada en la casa de los abuelos, saliendo de vez en cuando a hacer la comprar con la abuela, a pasear un rato sola por el pueblo o a dar alguna vuelta al bar más cercano con el abuelo. Yoongi había estado más ausente estas últimas semanas, supongo que también por el hecho de que sabía que ya podía mantenerme en pie sin derrumbarme llorando, así que puede que no se sintiera tan atado a la necesidad de hacerme sentir mejor. Puede que sintiera culpabilidad. Tampoco lo habíamos hablado mucho, solo habíamos dejado que los días pasaran en silencio, frente a la ventana de mi nueva habitación, mientras observábamos las hojas evolucionar a flores y el tiempo tornarse algo más cálido.
Había mucho que Yoongi no me contaba aún y de alguna forma, sabía que cuando lo hiciera, causaría en mí rechazo, sino, ¿por qué no lo habría hecho ya? Nos conocimos hace muchos meses y teniendo en cuenta su extraña obsesión conmigo, esperaba que hubiera una mínima confianza entre los dos para que pudiese contarme lo que fuera que tuviera encerrado en su corazón. No lo sabía no, pero también tenía claro que iba a descubrirlo, sí, porque aquello me llevaría a poder hacer justicia por la muerte de mi madre.
Llegamos al porche de la mini mansión y nos encontramos a la abuela meciéndose livianamente a favor de la brisa, nos miró a ambos y sonrió cuando sus ojos volvieron a caer en los míos. Se levantó lentamente para quedar frente a nosotros, al lado de la puerta, entreabierta.
—¿Estás lista Jee? —Sorprendida, alcé las cejas.
—¿Lista para qué?
—¡No me digas que no te acuerdas! Tenemos que ir a comprar el material para el instituto que te falta, los portafolios, las hojas cuadriculadas... Todo aquello que habíamos apuntado en la lista.
—¡Cierto! Lo siento abuela, se me había pasado completamente, ¿Has estado esperando mucho rato?
—No te preocupes reina, tenemos todo el tiempo del mundo para hacer esto, ¿te sientes con energía?
Acarició mi mejilla con una de sus suaves manos, me encogí contra su tacto, aliviada por la muestra de afecto. Asentí brevemente y ante aquello entró en el edificio para coger una chaqueta y colgarse el bolso en diagonal. Miré brevemente el salón, majestuoso, adornado con aquel maravilloso reloj justo en el centro. Segundos más tarde apareció la abuela justo frente a mí, sonriendo y indicándome con la cabeza que ya podíamos ir tirando.
—¿Has pensado qué colores quieres para el campechando?
—El qué? —No pude evitar reírme a carcajada limpia.
—¡Hija los jóvenes usáis muchas cosas nuevas que no teníamos en nuestra época! ¿Cómo le llamáis a la libreta con anillas para sujetar los folios?
—¿El carpesano? —Me reí, colgándome de su brazo. A medida que íbamos aproximándonos a la tienda, aligeramos un poco el paso, disfrutando del agradable clima.
—Eso eso, tienes que perdonarme, mi cabeza ya no me da para tanto —Negué con la cabeza mientras le daba un apretón en el brazo al que me encontraba agarrada.
—Venga, vamos a comprar todas esas cosas.
Transcurrieron más o menos tres cuartos de hora hasta que tuvimos todo el material escolar en la pequeña cesta que estábamos usando como carrito. Pagamos y salimos tranquilamente hasta que llegamos a casa. La abuela se despidió de mí mientras ella iba a hacer la cena y yo me aseguré de dejar todo lo que habíamos comprado ordenado para que estuviera preparado para cuando tuviera que volver al instituto. Me causaba algo de ansiedad pensar en tener que retomar mi vida con tanta "normalidad", sabía que si lo hablaba con los psicólogos con los que había estado tratando los últimos meses me darían la baja del instituto, pero quería graduarme este año, lo más pronto posible.
Una vez hube terminado de ordenar, me tiré, literalmente, encima del sofá, espatarrada, cansada, ya que me había pasado el día arriba y abajo y no había parado ni un solo segundo. Podía oler desde mi posición privilegiada el delicioso aroma que salía a través de la puerta que daba a la cocina. La abuela me había contado que esta noche iba a hacer lasaña casera, por lo que el solo hecho de pensar en ello me hacía salivar como una loca.
Aun así, mi mente se desconectó rápidamente de aquello, ya que, mágicamente volvió al momento que tuve con la tumba de mi padre en el cementerio. Repasé cada uno de los detalles de aquel día, como había llegado, como me había ido, lo que había sentido y todo lo que había visto y vivido, incluso lo que pasó con Yoongi horas más tarde en el hotel, pero había uno en concreto que no lograba sacar de mi memoria.
La muesca que estaba grabada en la piedra de la tumba, redonda, no muy grande pero suficientemente notable si lo mirabas de cerca, presentaba ciertas marcas, algo gastadas, pero que dibujaban un patrón en su interior. La tumba tenía un poco de musgo incrustado, sobre todo en las esquinas de la roca, pero justamente aquello se encontraba limpio, incluso su color era distinto, más limpio, más cuidado. Como si hubiese sido usado recientemente.
Suspiré, aburrida, apartándome de pensamientos que no me llevarían a absolutamente nada. Me levanté del sofá para ver qué hora era, estaba a punto de desfallecer de lo mucho que necesitaba comerme aquella lasaña para no caerme de culo y quedarme dormida. Luego iría a reclamarle a la abuela cuanto faltaba o probablemente se quedaría sin nieta por morir por inanición.
—Que hambre tengo... —Me dije a mi misma.
Se me cayó al suelo el móvil, que tenía en las manos, completamente en shock por lo que tenía frente a mis ojos. Solo había tenido que verlo un segundo, un segundo para darme cuenta de lo ciega que había estado todos esos meses.
Siempre se había dicho que la mejor forma de esconder algo es que estuviera a la vista de todos. Así era.
Ahí estaba, el medallón que encajaba a la perfección con el dibujo de la tumba de mi padre.
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Se viene
:)
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Blood ✥ Myg ⁑
Fanfic"She was hungry for his love, and he was hungry for...well, her blood" ✵Heterosexual ✵100% original ✵Actualizaciones lentas ✵Esta obra contendrá escenas explícitas, lenguaje vul...