Blood ✥ Myg ⁑

d i e c i s é i s

16 ✨ Carta

Creo que fue debido a que mi cerebro no fue capaz de soportar el dolor que provenía de mi brazo, la razón por la qué casi no me di cuenta cuando el vampiro que me tenía agarrada me soltó. Caí al suelo, golpeándome la espalda contra los ladrillos grisáceos que la conformaban. Con la visión borrosa y cómo si estuviera drogada, observé la tuberosidad que sobresalía del lado de mi antebrazo, ya morada. Tenía un hueso roto.

Con la cabeza apoyada y respirando profundamente, oí un grito desgarrador justo delante de mí, aquello, sumado al baile de pasos que se desencadenaba frente a mí en aquellos instantes. Hubo, a continuación, el sonido de un cuerpo cayendo al suelo. Aturdida, intenté orientarme y centrarme para averiguar que era lo que se estaba desarrollando a mí alrededor, pero toda la escena que casi estaba clara para mis ojos, fue interrumpida por unos ojos rojos que esta vez no me daban miedo, o al menos, no mucho.

—Yoongi —Conseguí susurrar mientras mi cabeza, volátil, decidía perderse en un muro de sueños incontrolable.

Tres días después

Olía bastante mal, la verdad.

Acababa de despertarme, no tenía los ojos abiertos aún y ya me olía. Por Dios, que alguien me diera una ducha rápida.

Me dolía horrores el brazo, tanto que me removí incómoda contra las sábanas en las que me encontraba. Gemí, incómoda y a continuación, me apoyé con el brazo sano para poder sentarme en la cama.

Abrí los ojos, encontrándome con lo que ya me esperaba, un lugar blanquecino, con algunas decoraciones de madera beige y una televisión muy vieja colgando de una pared completamente llena de armarios. A mi izquierda, una cortina semi corrida que me mostraba una mujer mayor con el brazo envenado. Me miró durante unos segundos para luego volver inmediatamente su visión a la pantalla que proyectaba algún programa de mala muerte. Estaba sola en la habitación, sin contar a la anciana, así que de tuve la oportunidad de cerciorarme con calma de la situación en la que me encontraba. Tenía el brazo inmovilizado con escayola y efectivamente, las rasposas sábanas de la camilla en la que estaba estirada tenían el logo del hospital de la ciudad.

Se abrió la puerta y un par de doctores jóvenes entraron en la habitación. Estuvieron unos minutos hablando con la mujer de mi lado, minutos que aproveché para cerrar de nuevo los ojos e intentar olvidar el dolor de cabeza que me aparecía a cada segundo que pasaba desde que había despertado. Entonces, corrieron la cortina para separarme de ella y, poco después, la cruzaron para saludarme con una tierna sonrisa mientras me ayudaban a sentarme completamente, misión que había fallado cuando lo había intentado por mi propio pie.

—Buenos días Jee, ¿cómo te encuentras?

—Me duele el brazo y la cabeza... —Sentencié, mientras veía una chiquilla detrás de ambos médicos, apuntando cosas frenéticamente en la historia que había a los pies de mi cama.

—Tu amigo te trajo al hospital hace unos días después de que te cayeras por las escaleras y te rompieras el brazo, además de producirte una contusión en la cabeza. ¿Te acuerdas? —Lo miré, atónita, ¿qué demonios estaba diciendo?

Y entonces lo comprendí.

Obviamente, ellos no podían enterarse de la verdadera razón por la que me había roto el brazo.

—Sí, sí... fue al salir de clases, soy muy torpe, ja ja.

—¿Te importa que te exploremos un poquito? —Negué con la cabeza para que empezaran con su estudio, que suponía, debía ser rutinario.

Una vez hubieron terminado con el chequeo, me explicaron que medicinas debía tomar y cómo debía cuidarme el brazo. También me avisaron de que habían avisado a mi madre para que viniera a buscarme, ya que un trauma en el brazo no era suficientemente importante como para que me quedara otro día hospitalizada. Una hora más tarde, ya estaba en el coche con mi madre dirección a nuestra casa. Me besó muchas veces cuando llegó a la habitación del hospital, incluso lloró un poco, diciéndome que se había preocupado mucho, para mi suerte, terminó por soltarme y llevarme a casa para luego irse a su trabajo, ya que había tenido que salir para poder acercarme.