v e i n t i u n o

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21 ✨ Sin respuesta

Había terminado esperando a que Yoongi apareciera para poder empezar el viaje hasta Daejeon sentada en el sofá de la sala de estar de en la casa de los abuelos.

Me aburría mucho, tanto, que empezaba a fusionarme contra las rendijas que quedaban entre los cojines del cómodo mueble. ¿Cómo podía un hombre sobrenatural tardar tanto en prepararse, qué tenía que coger, el pintalabios? Por Dios. Había pasado una hora desde que le había avisado de que nos íbamos, pero el gusano apestoso aún no se había dignado a hacer aparición.

Al final, acabé sentada en las escaleras del porche de la casa, observando las plantas que la abuela regaba con convicción.

Escuché a mi espalda el rechinar de la madera de la puerta de entrada. Para, posteriormente, encontrar a Yoongi a mi lado, vestido como siempre, de negro, y llevando también unas gafas de sol que le cubrían gran parte de la cara.

—¿Has tardado tanto por qué tenías que fabricar las gafas o qué? Casi me fosilizo aquí —Levanté mi trasero del viejo material y lo sacudí con las manos para eliminar posible tierra que hubiera quedado pegada en el pantalón. El vampiro a mi lado negó con la cabeza, agarrándome de la muñeca para que caminara de una buena vez.

—¿Nunca dejas de quejarte? —Su voz ronca me hizo sonreír de forma inconsciente. Me gustaba incordiarlo.

—En una escala del uno al diez, ¿cuánta paciencia crees que tienes? Porque yo apunto por el uno. Todo el día enfadado.

Una vez llegamos al final del porche, se agachó para tomar entre ambas manos, me apartó de un empujón, provocando que casi me cayera al césped, la mochila que había llenado con ropa para el fin de semana. Se la colgó en el hombro y siguió caminando en dirección a la estación de tren que se situaba relativamente cerca de nuestras casas, si es que aquella podía considerarse la casa de Yoongi.

—Teniendo en cuenta que te soporto, yo diría un siete mil.

—Eso de que me soportas es bastante relativo. Si fuera por ti seguramente me hubieras tirado de un barranco, si lo hubiera.

—No te lo niego.

Caminamos en silencio hasta llegar a la estación. Yoongi me indicó que siguiera adelante. Al fin y al cabo, solo teníamos un billete, para mí, por lo que él tendría que terminar colándose en el tren. Se despidió dándome un pequeño toque en el costado para que me enterara de que se separaba. Un segundo más tarde ya no se encontraba dentro de mi campo de vista.

Crucé con tranquilidad el edificio y pasé por los respectivos controles. Como Yoongi se había quedado mi mochila, fue rápido pasar a través de los policías que controlaban las entradas. Una vez dentro y después de esperarme varios minutos para que llegara el tren, me subí a él y automáticamente, detrás de mí, sentí la presencia del cuerpo de mi acompañante, como si se hubiera materializado justo a mi lado.

Nos sentamos en unos sillones del fondo, en dirección a la marcha, ya que sino estaba segura de que iba a terminar mareándome. Yoongi me dejó sentarme en la ventanilla y él se quedó en el pasillo, sujetando aún entre sus manos la mochila que había traído.

Me acerqué a él, apoyando una de mis manos en su hombro, llevé mis labios a su oído. Pude notar como Yoongi se apartaba, disgustado.

—¿Puedes teletransportarte? —Pregunté, susurrándole.

—¿Eres idiota?

Me aparté con el ceño fruncido y una mueca en los labios y con los brazos cruzados me giré en dirección al exterior, dándole la espalda.

Blood ✥ Myg ⁑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora