"Eres tú"

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Soy un hombre de gustos sencillos. Alguien humilde que no quiere andar despilfarrando billetes y dinero a la menor provocación que se presente. Sí, sonará extraño que yo lo diga, un pobre viejo dueño de una compañía internacional. Un hombre que lo tiene todo, pero a la vez no tiene nada.

Es el típico cliché de quien buscaba la riqueza, y una vez que la consiguió, se da cuenta de que no tiene nada. Afortunadamente, no es mi caso. Es decir, sí, me mantengo triste y solitario la mayor parte de mi día a pesar de vivir con otras tres personas, pero ser rico nunca fue mi propósito. Bueno, aunque todos queremos tener suficiente dinero como para comprar las cosas que más queremos, claro, nadie lo niega, pero, ¿de qué sirve el dinero en sí? En principio, para darle a Star aquellos viajes que tanto había deseado por más de veinte años, contando desde sus apenas cuatro. Luego, para comprarle regalos y cosas que le gustaban y querían. Pero al final, todo fue para nada. Ya verás el porqué cuando lleguemos a esa parte de esta triste historia, que espero no hayas olvidado que era triste.

Tampoco quiero decirte que tener riquezas y abundancia es algo malo, ¡en lo absoluto! Quien dice que el dinero no compra la felicidad... está en lo cierto. No puedes comprarla, pero si darle dosis de dopamina a tu cerebro de vez en cuando, que práctica y biológicamente es lo mismo. El tener dinero te saca de muchos problemas, pero te mete en otros más turbios.

En fin, me desvíe un poco del tema de esta visita. Como sabes, Gianna, la sirvienta, Müller, el mayordomo, y Charles, el jardinero, son mis únicos acompañantes en esta enorme casa. No tengo ninguna otra persona con quien hablar además de ti. Sólo nos vemos a la hora de comer y en ocasiones cuando los llamo para algo. Así que estaba pensando: es una casa muy grande para tan poca gente, ¿no? ¿Qué te parece si... vienes a vivir conmigo? Puedo arreglar todo, avisar a tus padres, preparar un cuarto. Necesito compañía antes de caer en la demencia. Sé que no estoy del todo cuerdo, pero el simple hecho de que alguien se moleste tanto en venir hasta acá sólo para escuchar los desvaríos de un pobre anciano como yo, me levanta el ánimo para seguir con lo mío.

No quisiera molestarte tampoco con eso, pues comprendo que eres joven y tienes muchas cosas que hacer, como ir a la escuela, salir con tus amigos o cualquier otra cosa que hagan los de tu edad en estos tiempos.

Mientras lo piensas, permíteme seguir con la narración.

¿Dónde estaba? Ah, sí, en la sala, con Star y los chicos, que por cierto, Alfonso bajó muy tarde y se desconcertó por completo al ver la situación. Una vez le explicamos, se unió al club de la tristeza.

Pero como no puedo acordarme de eso, seguiré con mi memoria más próxima.

Era de tarde, el sol se encontraba tapado por gruesas nubes negras, como si fuera a caer una tormenta. Era una zona del cementerio de Echo Creek. Cientos de tumbas y lápidas de piedra y madera con musgo se extendían a lo largo de nosotros, llenando y dándole el merecido título de panteón. El viento frío se sentía, las naranjas hojas del otoño entrante volaban por aquí y por allá, desprendiéndose de sus árboles y cayendo grácilmente en el suelo, en el pasto o en otras superficies. Ya habían terminado de decir las palabras con las que despedirían a Comet y a Jerry e iban a proceder con la conclusión del terrible evento.

Star miraba hacia el suelo, viendo el montículo de tierra bajo el que estaban los cuerpos de sus difuntos parientes. Vistiendo —como todos— de negro totalmente, portando un vestido con mangas largas. No podía ver ninguna otra emoción que no fuera tristeza absoluta. Era muy buena alejando y fingiendo no tener esos sentimientos, pero la tragedia fue tal, que ni siquiera valía la pena intentarlo.

La demás gente se habían separado, charlando entre ellos del asunto y consolándose unos a otros. Obviamente el ambiente era el peor. Star se quedó frente a la lápida, aún viéndola fijamente, sin poder creerlo todavía. Yo la miré con lástima y empatía. Le pasé mi brazo por los hombros y le di un pequeño abrazo para intentar ayudarla.

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