Seguí corriendo como el demonio por donde el guardia me dijo que había ido. Tenía los nervios de punta, la respiración cortada y ya unas cuantas gotas de sudor en mi rostro. Ella no era muy atlética y tampoco podía correr muy deprisa, pero después de que yo comiera tantas cosas poco saludables en cada parada de cada país, había subido un par de kilos, por lo que la tarea de esprintar era simplemente agotadora.Avancé por una, dos, tres... Conté cinco cuadras antes de tener que recargarme en un semáforo para poder recuperar el aliento. No había corrido demasiado y mi vista ya se había nublado un poco, la visión periférica parecía haberse perdido por lo que no era tan consciente de lo que sucedía frente a mis narices. Sólo podía ver el asfalto de la acera. Acera japonesa. Escuchaba ruidos aleatorios, sin sentido. Temía haberle perdido el rastro y cada vez me preocupaba más por lo que podría pasarle.
Me incorporé como pude, jadeando, sudando y rogando por agua y aire. Escuchaba los latidos acelerados de mi corazón, bombeando deprisa la sangre a cada extremidad y órgano de mi cuerpo. Los pulmones me dolían al inhalar y exhalar, por lo que sólo podía aspirar poco aire antes de sacarlo de nuevo. El sudor ya comenzaba a mojar mi camisa por el pecho y la espalda. No pude mantener el equilibrio y me vi forzado a apoyarme nuevamente en el semáforo con una mano y con la otra recargarme en la rodilla. Tuve que abrir la sudadera roja y subir las mangas hasta el antebrazo para poder sentir el viento de la noche y refrescarme un poco.
De repente sentí que alguien me tocaba el hombro. Miré de quien se trataba, rogando al cielo por que fuera ella, pero no fue así. Era una anciana con los ojos rasgados, como casi todo oriente los tiene. Mencionó algo en japonés, pero yo no pude entender ni una palabra de lo que me dijo, ¡la que hablaba el idioma era Star! La miré con confusión hasta que pude ver que me extendía un sobre blanco de correspondencia, de esos que se usan para las cartas. Lo tomé y me extrañé, pero por los ademanes pude entender que lo había tirado al suelo por accidente.
Me puse de pie correctamente, todavía sin poder concentrarme ni respirar bien. Leí la cara del sobre: "No abrir si no eres Marco Díaz" tenía escrito en inglés, español y en japonés, acompañado de una fotografía mía, una fotografía que tomamos el día de mi cumpleaños, en Venecia, Italia; además, tenía escrito entre paréntesis "(El chico de la foto)" debajo de la imagen. Una linda fotografía, una selfie mía y de Star sobre el barco del paseo por el Gran Canal.
Recuerdo aquél día, mi cumpleaños número veintiséis, hace ya cuarenta años.
Ya habían pasado dos días después de la bochornosa escena en la Torre Eiffel. Decidimos no hablar de eso... bueno, no se eligió realmente, pero es una de esas cosas que no puedes hablar con la otra persona. Es como una norma sin escribir.
Abandonamos Francia, me llevé varias cosas buenas de ese bello país, aunque también pasé por experiencias malas, como cuando me quedé encerrado en la habitación y tuvimos que llamar a alguien de la recepción a abrir. Sinceramente, esperaba que sería un país con más glamour, algo más elegante. Pero realmente eran como visitar cualquier ciudad: tráfico, personas, autos, más tráfico, negocios, apartamentos y mucho más tráfico, ¿ya dije tráfico? Es decir, sí, es un país muy hermoso que cuenta con una relevancia histórica, económica y turística a nivel mundial. Aportar a la humanidad todo lo relacionado a la Revolución Francesa simplemente trae muchos beneficios. A pesar de ello, lo destacable es el bulevar y la zona de la Torre Eiffel. Si puedes ir, ve sin dudar, no te arrepentirás.
Para llegar a la "Ciudad Flotante" tuvimos que llegar a un aeropuerto en otra parte, para luego viajar en tren hasta Venecia. Salimos de la estación e inmediatamente quedamos estupefactos, era como en las películas: edificaciones y construcciones pintorescas un metro sobre el nivel del agua, sin autos ni humo y, lo más importante, los canales llenos de agua con botes y lanchas por todas partes. Eso sí, hacía bastante frío, por lo que casi toda la gente traía puesta chamarra o prendas térmicas.
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La Vuelta al Mundo en una Vida
FanfictionDime algo, ¿has estado en esta situación?: hay una persona especial en tu vida, una persona con la que serías capaz de hacer todo lo posible (o imposible) sólo para verla sonreír. ¿Sí? Entonces ven, que te voy a contar la historia de una chica espec...