Capítulo II
Isabella había olvidado lo que era ver a sus padres enojados, en especial a su padre, y escuchar un sermón que le hacía ver cuánto peligraba su presentación. Estar castigada por varios días había sido el precio que había tenido que pagar al callarse lo que Alondra le había pedido que hiciera por ella.
—¿Puedes entender que pusiste no tan solo tu vida en peligro? ¿Qué creías que conseguirías? ¡Unas felicitaciones por nuestra parte por ayudar a Alondra!... ¿Has olvidado que ambas son hijas de nobles y que cualquiera podía aprovecharse de eso?
—Lo siento padre, no pretendía hacer que se viera de esa manera. Sólo busqué...
— ¿Ayudar a Alondra? —Expresó fulminándola con la mirada— ¡Que conveniente! Sin decirnos nada... A tu madre casi le da algo al saber el peligro en que se han colocado ambas... Ese lado de Londres es peligroso. ¿No viste el peligro?
—No...—admitió dolida. Su padre jamás había sido así tan duro con ella y verlo enojado arrugó su corazón— Lo siento papá, no volverá a suceder...
El duque de Huntley se conmovió de su hija y recordó que él alguna vez había sido joven y no media lo que hacía. Al menos, su hija, en comparación con él era más inteligente.
—Sólo prométeme que no volverás a hacerlo...—la abrazó con ternura— Y te mantendrás castigada en tu habitación hasta que decida quitarte el castigo... Si te hubiese ocurrido algo, juro que no hubiese sabido que hacer.
—Está bien, padre... Lo haré. Sé que me lo merezco...—sonrió al ver como su padre le secaba sus lágrimas.
—No vuelvas a hacer eso jamás, ¿Has entendido, Isabella?
—Sí, padre... Juro que no lo volveré a hacer.
—Puedes marcharte...—se acercó a su hija y besó su frente. Y la observó marcharse.
—Me recuerda a alguien...—expresó Keyra.
—¿A quién? —le preguntó al mirarla a los ojos, temiendo saber la respuesta.
— A ti... Ella aprendió de ti como valorar una verdadera amistad.
—Eso temo...—dijo y besó a su esposa, quien se encontraba de nuevo en la dulce espera.
Miró a su madre y nuevamente a su padre, luego salió rumbo a su habitación, comprendiendo que posiblemente cuándo llegará esa noticia a los oídos de Matthew, él también le saldría con un sermón. Y no la vería como la mujer en que se había convertido, sino en la pequeña niña que él siempre había visto. Respiró hondo con dignidad, al menos sentía que había hecho algo bueno por su amiga Alondra. Y de seguro ella tampoco había podido escapar de un sermón como el que había tenido que soportar ella.
Se recostó en su cama, al no querer hacer nada más, sintiéndose triste porque no quería volverse a ver como una niña ante los ojos de Matthew. Ella ya no era una niña y sólo deseaba que, entre la multitud, él tan solo la mirase a ella. ¿Sería posible que él la eligiera entre tantas opciones en aquella temporada? ¿O siempre sería para él como esa niña que creció como una hermana a su lado?
ESTÁS LEYENDO
Cuando Amas a Alguien ( 6ta novela de la serie Todo lo que Soy )
Historical FictionMatthew Cavendish finalmente ha regresado a Londres, permitiéndose un baile de sociedad, al ser la presentación de aquella pequeña niña que su memoria aún recuerda. Ha dejado atrás sus estudios en St. John (Escocia) solo por un momento, sin saber cu...