Capítulo X

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Capítulo X

      Isabella se encontraba en la sala, junto a su madre, cuando de pronto su padre le informó que tenía una visita que le esperaba en la biblioteca. Eso había asombrado a Isabella, porque era la primera vez que su padre le autorizaba una visita que ella no esperaba, y mucho menos, sin su presencia.



—Es Matthew...—la tranquilizó, observando en los ojos de su hija un brillo que había ignorado antes.

—¿Matthew? —se puso de pie, dejando su costura a un lado, mientras su madre la miraba también con interés—. ¿Y ha informado a qué ha venido?

—No es bueno que le hagas esperar...—le animó su madre—. Lo mejor es que te enteres por ti misma.



    Isabella no necesito más que ese pequeño empujón, pidiendo permiso para salir y dirigirse a la biblioteca. Tantos pensamientos llegaron a su cabeza. ¿Sería lo que tanto había esperado? ¿Sería que se convertiría en realidad finalmente?



   Tocó la puerta de la biblioteca, anunciando su presencia, antes de entrar. Obviando que su familia era la dueña de aquella propiedad y no la familia de Matthew.



—Buenas tardes, Matthew, mi padre me ha informado que has pedido hablar conmigo en privado.

—Isabella... Pido disculpa si te he interrumpido de alguno de tus deberes.

—Sólo ayudaba a mi madre con un poco de costura... Toma asiento. —dijo, animándose a ella tomar asiento para disimular un poco su emoción—. ¿Puedo saber el motivo de tu visita?

—Estuve hace día pensando que regalarle a mi hermana por su presentación, aunque obviamente es una presentación tardía... Y mientras buscaba algo para ella... Me percaté que he sido un mal amigo.

—¿Por qué lo dices? —preguntó, desilusionándose ante aquella afirmación—. ¿Con quién has sido un mal amigo?

—Contigo... Nos conocemos desde niños... Y he sido descortés en olvidar que debía hacerte un presente por tu presentación. —y sacó de su chaqueta una pequeña cajita.



   ¿Él le estaba haciendo un obsequio?



      Matthew se lo entregó, con cierto temor, al no saber si sería de su gusto.



— ¿Un pequeño prendedor de piedras azules? —expresó conmovida después de abrirlo—. ¡Es hermoso!

—¿Puedo considerar que no me he equivocado en mi elección?

—¡Hacen juego con mis ojos!...—le informó emocionada— ¡Lo usaré en el baile de presentación de Alondra!... Gracias... ¡Gracias Matthew! —y se contuvo de querer abrazarlo, cuando se puso de pie, al no verlo propio. Tan solo eran amigo. Él una vez más se lo expresaba.



    Pero ese obsequio sería lo más hermoso que tendría de Matthew, porque después de todo, él había pensado en ella.



   Pronto lo vio marcharse, dejándole una vez más el corazón roto. Ella se había enamorado sola, sin signos de ser alguna vez correspondida, siendo sabedora también que Matthew siempre sería su amor secreto.



   Su único amor verdadero.



   Y un recuerdo de su infancia había cruzado su memoria, haciéndole recordar cuando había comprendido que desde hacía tiempo le veía diferente.



    Era otoño. A final del mes de noviembre. Ella tenía tan solo nueve años cuando en uno de sus juegos infantiles, mientras se encontraba en el condado Devonshire, en aquella propiedad cercana a Exeter, que pertenecía al padre de Alondra y Matthew, ella siguió la sugerencia de Alondra, de esconderse lo más lejos que podían para ver si Matthew las encontraba. Ese día él las había encontrado en todos sus escondites y ya no veía justo que siguiera encontrándolas.



    Y tras correr lo más lejos, en sentido contrario de Alondra, se había sumergido en el bosque hasta esconderse en la sombra de un inmenso roble. No había escatimado cuánto tiempo estaría allí escondida. Solo quería que Matthew no la encontrará por primera vez. Y así dejó pasar el tiempo, hasta que empezó a preocuparse. Se sintió por primera vez sola. El miedo se apoderó de ella y empezó a llorar. Los sonidos del bosque le parecían aterradores, por lo que cerró los ojos y colocó su frente en el tronco del árbol, rogando que Matthew apareciera y la encontrara. Ya no quería ganarle.



     Un sonido de unas ramas romperse la asustaron más, por lo que empezó a templar, sin permitirse abrir los ojos.



   De pronto sintió que alguien la tomaba y la hacía girar. Eso la asustó aún más. Hasta que abrió los ojos y se encontró con los ojos avellanas de Matthew mirándole.



—Estoy aquí, Isabella... Ya no llores. Te he encontrado... Nos tenías asustados a todos...

—¡Matthew! —exclamó sollozando, permitiéndose abrazarlo con fuerza.

—¡No vuelvas a meterte sola en el bosque!... Es peligroso. Es mejor que regresemos.

—No volveré a meterme en el bosque... Te lo prometo...



   Y en ese instante él hizo algo maravilloso. Secó sus lágrimas, le sonrió y besó su frente con ternura.



   Y en su corazón el seguía siendo ese Matthew. Ese Matthew que se había adherido en su corazón. Y ella había comprendido que había empezado a amar en su silencio.



    Ahora ambos habían crecido. Ella se había transformado en una señorita hermosa de ojos azules intensos y de cabellera castaña oscura como la de su padre. Mientras que Matthew había heredado la apariencia de su padre. Y era todo un Cavendish, de cabellera medio ondulada y castaña oscura. De ojos avellanas, voz varonil, personalidad firme. De buen físico por lo que era considerado en esa temporada un buen candidato, si alguna dama lograse conquistar su corazón.

Cuando Amas a Alguien ( 6ta novela de la serie Todo lo que Soy )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora