[SIETE]

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Leah.

Dejo todos mis libros en la mesa de la biblioteca, de golpe, lo que ocasiona que cinco segundos después todo el mundo me esté mirando como si quisieran matarme. Yo los ignoro.

Vaya fin de semana de mierda.

Así de claro.

Tuve que acudir más sesiones al psicólogo, he estado teniendo pesadillas, y por eso no he dormido, y además no he hecho los deberes porque era incapaz de concentrarme y no entendía nada.

Me coloco los cascos, y pongo en marcha la canción más lenta y relajante que hay en mi móvil, para poder concentrarme y poder leer al menos un capítulo. Pero no puedo hacerlo. Me paso todo el rato con la mente en otra parte. Apenas llevamos la mitad del patio cuando alguien se sienta justo a mi lado, ocasionando un ruido terrible. Maldigo dentro mío, no obstante no digo nada porque seguro que yo he hecho lo mismo.

— Tía. —escucho que me llama.

Yo no conozco esa voz. Me quito los cascos, y miro hacia ella, ¿qué cojones está pasando? ¿Quién es ella?

— ¿Tú eres la chica que se ha liado con Josh Hill?

De repente, es como si tuviera algo dentro mío. Empiezo a toser y juro que no puedo respirar. La chica que está a mi lado me mira esperando una respuesta, no obstante, al ver mi reacción deduce que sí. Así que murmura una cosa, se levanta y se va.

Y yo me quedo en la biblioteca, de nuevo siendo asesinada por un montón de miradas, con el corazón latiendo más rápido de lo normal, y pensando cómo cojones se ha enterado esa chica.

Joder.

(...)

Sé que me están mirando y eso hace que mis manos tiemblen. Las manos que tengo guardadas en los bolsillos de mi sudadera, claro. Avanzo por el pasillo, mientras escucho como algunas estudiantes murmuran sobre mí. Yo solo me concentro en la música que estoy escuchando. En la letra. Y sigo adelante. Sin parar a escuchar lo que dicen sobre mí, porque sé que si lo hago me hará más daño del que debería.

Lo difícil es abrir la taquilla, cuando tu mente es incapaz de pensar en otra cosa que sean los murmullos y tu mano tiembla demasiado.

— ¿Necesitas ayuda con eso?

Eh aquí el rey de Roma. Los murmullos se vuelven más fuertes y a pesar de que estoy de espaldas puedo ver como hay más personas que nos miran. Veo a Josh de reojo, aunque no me giro para mirarlo, porque ya tengo suficiente.

Sigo intentando abrir la taquilla, pero es imposible. Mi mano sigue temblando.

— Eh. — dice Josh mientras coloca su mano encima de la mía—. Tu mano está temblando, deberías relajarte.

Tiene razón, supongo. No obstante, que su mano haga contacto con la mía me pone más nerviosa. Y el hecho de que se haya acercado más a mí ya ni pensarlo.

— Estoy bien. — le digo mientras aparto mi mano bruscamente—. Solo es que me estás desconcentrando un poco. Pero puedo yo sola.

Entonces, como si fuera por arte de magia, me las arreglo para abrir mi propia taquilla, a pesar de que mis manos son pura gelatina. Dejo los libros y la cierro de golpe. Josh sigue ahí, sin apartar la vista de ninguno de mis movimientos.

El corazón sigue latiéndome de forma acelerada, no solo por él, sino porque odio ser el maldito centro de atención. Hay personas que les gusta, o no les importa, pero yo me siento super insegura, me cuesta hablar, y no sé qué hacer.

— ¿No deberías haberte ido ya? — le digo cruzándome de brazos.

Él también se cruza de brazos, aunque su figura es casi dos veces más grande que yo. Me saca un poco menos de una cabeza, pero es mucho más ancho que yo. Levanto la vista para mirarle a los ojos. Josh Hill me desafía con la mirada y durante unos segundos, es un chico serio, en vez del chico amable.

JOSH & LEAH [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora