[DIECIOCHO]

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Josh.

— No. — dice Leah. —, Ni de coña, Josh. No pienso ver esa película.

Está con el pijama puesto y el pelo recogido en una coleta totalmente desordenada y yo solo soy capaz de preguntarme como puede estar tan sexy y guapa así. Es decir, yo no me he lavado la cara y seguramente tengo unas ojeras horribles, porque no he dormido en toda la semana. Ayer fue el día que pude dormir mejor, y sé que es porque ella estaba a mi lado, y por supuesto, porque durante tosda la tarde no pensé en mi padre.

—Está bien —digo—. Entonces supongo que podemos hablar.

— ¿Hablar? — pregunta con el ceño fruncido. — No. Yo quiero ver una película. ¿Qué tal esta?

Se ve de lejos que es una película de miedo y no digo nada. No digo que las odio y que me dan miedo de verdad. Que luego no puedo dormir. Solo la miro en silencio, totalmente tenso. Leah coloca su mano encima de la mía y juro que estoy tan cagado que estoy a punto de apartarla.

— ¿Estás bien? —pregunta—. Te noto un poco tenso.

Tenso es lo menos que estoy. Decido decirle la verdad, porque no ganaría nada mintiendo.

— No. — niego con la cabeza varias veces—. Sé que llevamos diez minutos de películas, pero me aterran las películas de miedo— levanta las cejas—. No, o sea yo sé que tienen que dar miedo, pero lo mío es otro nivel. Te juro que yo no duermo y luego veo payasos y asesinos por todas partes. Oh, y de los payasos ya ni hablemos. No sé qué personas le ven algo bueno a esos seres. Los odio muchísimo.

Me mira con esa sonrisa y no sé si se está riendo de mí, o está conmigo. De todas maneras, quita la película y apaga la televisión.

Gracias a Dios.

— ¿Qué pasa? —pregunto.

— Nada. Solo me acabas de recordar porque me gustas tanto. Porque no eres como las demás personas.

No sé qué me sorprende más: lo que acaba de decir, o que se acerca a mí y me besa como si no hubiera mañana. Yo aún sigo pensando en payasos cuando se las arregla para sentarse encima mío, pero recupero la conciencia cuando siento su piel caliente contra la mía.

Ni siquiera sé cómo he pasado de tener tanto miedo a sentir pasión, pero me encanta. Me encanta todo lo que siento cuando estoy con ella. Le respondo el beso. Abro mi boca un poco para que su lengua pueda entrar y acariciar la mía. Poso mis manos en sus mejillas y luego las bajo en su cintura.

No exagero cuando digo que puedo sentir como sube la temperatura de la habitación. O la mía, mejor dicho. Ella baja sus manos, desde mi cuello hasta posarlas en mi pecho, yo por mi parte meto las mías por debajo de la camiseta blanca, hasta rozar su cintura caliente. Después, acaricio su espalda con mis manos.

Ahí se desmorona todo. Porque noto como se separa de golpe y no me mira. Evita mis ojos en todo momento.

— Josh yo no... No estoy preparada para eso. — dice, mirando a cualquier otro punto de la habitación menos a mi.—. Para ir un paso más adelante, me refiero.

Me siento como un idiota. Ella ahora no se siente cómoda y todo porque pensaba que yo iba a ir un paso más adelante. No iba a hacerlo. Juro que solo iba a acariciarle la espalda.

— Yo no... — digo con la respiración agitada—. Tampoco iba ir más allá. Solo quería acariciarte la espalda.

Este es el primer silencio entre nosotros que es totalmente incómodo. Por parte mía, porque siento que he cometido un error y por su parte, porque lo ha malinterpretado todo.

—Lo siento. — dice, con las mejillas rojas. No sé si es por nuestros besos, o por la vergüenza—. Simplemente ha sido un acto reflejo.

— Está bien. —acaricio un mechón suelto de su pelo. — Lo entiendo.

Ella sonríe y cierra los ojos durante unos segundos.

— Yo solo... No sé cuándo voy a estar preparada. En mi anterior relación fui demasiado rápido y ahora no quiero hacerlo así, ¿vale?

— Lo entiendo. —le digo—. De verdad que sí. Solo dime cuando estés lista y si alguna vez hago algo que te incomoda, solo dímelo.

Asiente.

— Antes de que se me olvide. — coloco una mano en su cintura—. Quería decirte que al fin me he armado de valor para dejar el equipo. Los últimos entrenos habían sido horribles y aunque el entrenador me insistió, tuve que decirle que no. Y desde que lo he dejado me siento mucho mejor, de verdad. Ahora solo me queda decírselo a mis padres. Mi madre me reñirá, pero sé que en el fondo le dará un poco igual. Papá... Papá ya es otra cosa. Aunque voy a ignorarle. No le soporto. No soporto estar en la misma habitación que él.

Leah acaricia mi mejilla con su pulgar.

— Si necesitas cualquier cosa puedes quedarte aquí. Lo sabes, ¿verdad? A mí no me importa, y ya has visto que a Leslie tampoco.

Lo he notado. Solo he estado media hora hablando con Leslie y ya es la mejor persona que he conocido. Demasiada amabilidad.

— Lo sé. —le sonrío—. Gracias.

(...)

Es agradable estar con Hayley y Leah. Hayley porque es ese tipo de persona que nunca juzga a nadie y Leah... Leah porque es Leah. Me porta esa calma y esa seguridad que nadie más hace.

— Oye, ¿qué os parece si salimos de fiesta esta noche? Hay una fiesta en el centro.

Sí, soy consciente de que mañana hay instituto. Pero la verdad es que hace mucho que no salgo y me apetecería. Y tampoco tenemos que volver tarde.

— No puedo. —dice Hayley— Tengo una cena con mis padres.

Sé que seguramente también habrá algo de Netflix detrás de eso, pero no digo nada.

— Bueno, podemos ir nosotros dos. — mira a Leah y le guiño un ojo. Ella se sonroja, y yo me acerco para apartarle un mechón que cae sobre su cara. En el instante en que veo como nos mira Hayley, nos separamos. Leah como hace siempre que algo se vuelve incomodo, mira su móvil. Hasta que encuentra algo súper interesante, porque veo como su ceño se frunce.

— Oye, Hayley, ¿has visto esto?

Esta le da un sorbo a su café.

— ¿El qué?

Leah pone su móvil en la mesa, de modo que todos leemos lo que pone en la pantalla.

El patético reto de Hayley Evans,"17 razones para no enamorarse de mí. "

Pues así es, la estudiante de último curso, Hayley Evans, se ha inventado este patético reto, que consiste en colgar 17 vídeos en Youtube, demostrando sus defectos. Pero cariño, ¿solo 17?

La edición de los vídeos es pésima, y su manera de hablar es horrible. Así que Hayley, mejor que te pongas a estudiar para aprobar este curso que no a colgar mierdas en Youtube, porque no es lo tuyo.

Veo como sus ojos cambian y puedo sentir el dolor en sus ojos. Cuando levanta la vista de la pantalla, todo el mundo tiene los ojos posados en ella. Casi como nos miran a Leah y a mí cuando vamos juntos. Solo que está vez es peor. Veo como Hayley huye. Leah va detrás suyo, no obstante, yo me quedo hablando con las personas que se encuentran en la mesa de al lado

— Ojalá nunca os pase a vosotros esto. Porque de verdad que en este instituto la mayoría de gente son unos falsos y solo se sienten bien haciendo daño a los demás.

Cojo la mochila que Leah se ha dejado y salgo del comedor en busca de Hayley. O de Leah.

JOSH & LEAH [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora