[VEINTIDOS]

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Josh.

Cuando me despierto en la habitación de Leah, admito que me siento un poco desorientado. Tengo la cabeza apoyada en su pecho, así que lo primero que veo es su barbilla, y la primera cosa que siento es su perfume. Luego veo el techo de la habitación. Ese no es mi techo.

Me incorporo, con cuidado de no despertar a Leah, porque parece como si estuviera totalmente calmada.

Recuerdos de ayer por la noche vienen a mi mente. La discusión con mi madre. Los gritos. El enfado. La rabia que sentí. La necesidad que tenía de salir de mi casa.

Y lo hice.

El recuerdo de yo yendo hasta casa de Leah totalmente destrozado llega a mí. Eso significa...

¿Leah me vio llorando?

No es que tenga algo en contra, es que básicamente nunca nadie me ha visto llorar. Siempre he sido muy precavido en cuanto a mis sentimientos, y creo que nunca nadie me ha visto llorar. O triste.

— ¿Josh? — pregunta Leah al ver que estoy en la otra punta de la cama, y que mi mente parece estar demasiado despierta. — ¿Pasa algo?

Me acerco a ella, hasta quedar cara a cara y coloco mi mano en su mejilla. Dios, es demasiado preciosa.

— Eres preciosa. — lo digo sin darme cuenta de las palabras que acaban de salir de mi boca. Solo me guio por cómo se miran nuestros ojos y por la sonrisa que le aparece al oír esas palabras. Esa sonrisa que se me contagia a mí también.

Me acerco más hacia ella y dejo un beso en su mejilla. Nos quedamos un rato en silencio, sin más testigos que nuestros ojos. Entonces le explico todo. La pelea. Como reaccionó mi madre al verme con la guitarra. Como reaccioné yo. Recuerdo que estaba más enfadado que nunca, y como para no estarlo.

Cuando le cuento todo, hago la pregunta que llevo tiempo queriendo hacerle.

— ¿Y tú? Estos días has estado un poco en tu mundo. ¿Está todo bien?

Niega con la cabeza y no dice nada más. Yo tampoco hago ninguna pregunta. A pesar de todo, lo entiendo. Entiendo lo que es tener una persona a tu lado, dispuesta a ayudarte, y no poder hablar. O simplemente no querer hablar de ello porque te trae demasiados recuerdos.

—Estoy aquí si necesitas hablar, lo sabes, ¿verdad?

— Lo sé. —mustia antes de posar sus labios sobre los míos.

(...)

Contesto el mensaje que me ha enviado Hayley después de ignorar la llamada de Leah.

Hayley: ¿Estás bien? Leah me lo ha contado todo. Si necesitas cualquier cosa, ya sabes. (tanto si es una noche de películas, como un consejo)

Josh: No estoy bien, pero creo que lo estaré. Gracias.

En otra ocasión llamaría a Leah, y le pediría consejo, pero necesito hacer esto solo. Necesito afrontar la situación de mi familia una vez por todas. Lo único que hago es salir corriendo sin parar, como un cobarde.

Respiro hondo antes de abrir la puerta. Al principio pienso que no hay nadie, pues el silencio reina la casa, pero luego llega Chloe a recibirme para demostrarme que no es así. Me da un abrazo, y luego coloca una de sus manos en mi mejilla.

—¿Cómo estás, Josh? La casa se sentía muy diferente sin ti. Demasiado silencio y tensión. Por cierto, ¿quieres un café? Acabo de llevarle uno a tu madre.

Asiento.

Oh genial, eso significa que mamá está aquí. Y posiblemente papá también, porque hay un evento en honor de su empresa esta noche.

JOSH & LEAH [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora