En el mismo instante en que la puerta se abrió, una bola peluda y del color del fuego pasó como un rayo entre sus piernas y desapareció detrás de unos frondosos arbustos a un lado de la casa.
Un joven delgado, alto y de cabello negro vestido con un enorme pijama amarillo limón lanzó un par de maldiciones al aire.
Itachi intentó abrir la boca y presentarse, pero él no se lo permitió.
—¡Demonios, Naruto, va a matarme! —Salió al porche y echó un vistazo alrededor—. ¡Zorrito, zorrito, ven aquí!
Pero no había señales del zorro escurridizo por ninguna parte.
Entonces, se dio media vuelta y dedicó su atención al sujeto que había osado llamar a su puerta antes de las ocho de la mañana.
—¿Quién es usted? —preguntó a la vez que fruncía el ceño.
Aquel hombre no tenía pinta ni de vendedor de seguros ni de ninguno de esos payasos religiosos que se acercaban a su puerta para prometerle la vida eterna.
Itachi sacó su placa del bolsillo y se la mostró.
—Soy el detective Itachi Uchiha. —Sostuvo la placa de metal frente a su rostro un instante —. Necesito hablar con el joven… Namikaze —agregó con voz serena.
Charasuke siguió con atención los movimientos de su mano, mientras él colocaba su insignia en su lugar nuevamente.
—¿Qué es lo que tiene que hablar con Naruto? —Seguía todavía con el ceño fruncido.
—Me temo que eso no puedo decírselo a usted, señor.
—Mi nombre es Charasuke, y soy el mejor amigo de Naruto.
—Señor Charasuke, es importante que hable con su amigo. —Lanzó un vistazo al interior de la casa a través de la puerta entre abierta, pero solo se oían las voces que provenían de un televisor encendido.
—Naruto no está. Todas las mañanas sale a correr al menos medía hora. —Miró su reloj—. No debe de tardar en regresar.
—¿Me permitiría entrar y esperarle? —Le sonrió mientras esperaba de su parte una respuesta afirmativa.
Charasuke dudo un instante antes de invitarlo a entrar, pero aquel sujeto era policía y, además, no tenía el aspecto de querer intentar algo malo contra él. Lo observó cuando pasó a su lado.
«Nada mal», pensó mientras le indicaba que podía esperar a su amigo en la sala.
—Gracias. —Se sentó en uno de los sofás de terciopelo rústico color chocolate que abarcaban casi toda la sala de estar.
—¿Le gustaría una taza de café, detective?
—Me encantaría. —Se aflojo el nudo de la corbata y, cuando vio que Charasuke se metía en la cocina, se dedico a contemplar el lugar.
La sala era sobria con un toque de elegancia, el juego de sillones combinaba a la perfección con el empapelado color siena tostado de las paredes.
Una enorme alfombra con diseños en Jacquard descansaba bajo las suelas gastadas de sus botas y ocupaba casi todo el suelo.Frente a él, había dos estantes altos de pino color miel repletos de libros y adornos modernos, que enmarcaban una chimenea de hormigón.
Un gran ventanal daba a un jardín lateral, donde alcanzó a divisar un par de bancos de hierro forjado.
Se giró para ver lo que había a sus espaldas. Una puerta entreabierta captó su atención, el olor a aceite de lino y trementina era inconfundible.
Se puso de pie y, tras cerciorarse de que Charasuke aun estaba en la cocina, se dirigió hacia allí.
Empujó la puerta despacio. Aquel lugar era un taller de pintura, alguien parecía pasar horas allí dentro. Había docenas de enormes cuadros, algunos, al descubierto y sin terminar, y otros, celosamente ocultos bajo papel de estraza.
Sentía curiosidad por saber cuál de los dos
amigos era el que se dedicaba a pintar.Lo descubrió enseguida.
Los motivos, que aparecían repetidos una y otra vez en aquellos lienzos, le resultaron demasiado familiares.
Flores azules, flores azules de cuatro pétalos diseminadas casi compulsivamente en la mayoría de las obras.
Más que nunca, estaba convencido de que buscar a Naruto Uzumaki había sido la decisión correcta.
Despegó la vista de aquellos cuadros y salió antes de que la dueña de la casa notara su ausencia.
En el mismo momento en que puso un pie fuera del taller, la puerta principal se abrió, y un joven vestido con ropa deportiva apareció ante él.
...
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No me olvides [ItaNaru]
Hayran KurguUna noche de verano, Naruto Uzumaki fue secuestrado. Tres meses más tarde, una familia lo encontró inconsciente en un bosque que rodeaba al lago de la hoja. Después de ser llevado de urgencia al hospital, Naruto recupera el conocimiento, pero no la...