Mamá no te vallas.

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El  pequeño  John , como todas las tardes  esperaba que Candy pasara después de que saliera del restaurante.
Desde  el faro observa a Candy, quien caminaba con un saco en su espalda... Albert  habló con el pequeño John y le pidió que bajara del faro, le dijo que probablemente ese día Anny  no podría pasar por la tienda.
ーJohn ven acá pequeño, no creo que Anny pueda pasar el día de hoy.
seguramente tendrá cosas personales que atender.
-Pero tío, desde aquí la puedo observar y puedo ver que lleva cargando un saco en su espalda.
¿será que se va o viene de  algún lugar?
Albert subió al faro, desde ahí podía observar a la bella rubia.
Candy actuaba como si conversaba con alguien.
_Seguramente es de las personas que se da terapia así misma, a veces yo también lo hago conversar conmigo mismo- pensó Albert mientas Observa  a Candy alejándose de la tienda, sin haber pasado a saludar al pequeño John.
John entristecido, abrazó a su tío y preguntó que había sucedido con Anny, porque la bicicleta estaba de regreso y aún más , porque Anny no entró a saludarle como siempre lo había hecho.
-John, las personas algunas veces tienen sus propios problemas, a veces se opta por no hablar con los demás para no mostrar su miedo, tristezas o enojos.
ven te mostraré algo que te hará sentir mejor.
Albert y John bajaron juntos del faro y se dirigieron a la oficina de Albert.
de su escritorio sacó una cajita donde guardaba unas cartas.
_John, estas son cartas de tu madre, las dejó con fechas y eventos importantes que ocurrirán en tu vida, cuando lleguen esos eventos te daré una a una.
- tío, ¿mamá escribió cartas para mi?
_Si, pero como lo dije, te las daré cuando llegue el momento, la primera la recibirás cuando cumplas 8 años, te falta poco John, en un par de meses.
Rosemary había entregado a Albert un fajo de cartas, con los eventos más importantes en la vida de John, para así de una manera u otra estaría presente.

Para John en su 8ª cumpleaños.
Para John en su pubertad.
Para John en sus 18 años.
Para John en su graduación.
Para John el día de su boda.
Para ella.

- ¿todas estas cartas son mías tío?
_ todas excepto esta- dijo Albert sosteniendo la carta para "ella".
-quien es ella...  ¿acaso mamá dejó carta para la mujer que será mi esposa?
_John eres muy chico todavía para seguir pensando en una esposa.
Mejor ve a lavarte las manos y vamos a cenar.
Candy invitó a tomar té a Mary, quería escuchar la opinión de de ella acerca de la bicicleta y su comportamiento tan vergonzoso.
-Anny, no era necesario que te comportaras así con el joven Ardlay, solamente debiste agradecer y aceptar el obsequio, no fue algo extremadamente de valor.
- no me gustó la manera de como solo se apareció así de la nada.
Debió avisarme primero, ¿no crees?- dijo Candy tratando de justificar su comportamiento.
- sigo creyendo que has exagerado y que debes de disculparte.
_Quizás tengas razón , además prometí a John que pasaría a verlo y no lo hice, falté a mi promesa.
- parece que ese pequeño té ha robado el corazón.
-así es, pobre chiquito perdió a su madre cuando tenía cuatro años.
Su tío se ha hecho responsable de él.
¡Desea una madre sabes!
_¿Y tú estás dispuesta a ser esa madre?
_Albert es un hombre galante, guapo, la manera que cuida de su sobrino dice el excelente ser humano que es.
Pero no estoy estable en ningún lugar, todavía no se si me quedaré aquí en Lakewood.
Aunque lo deseo de corazón quedarme.
_nunca me has dicho que te trajo aquí.- preguntó Mary.
_ tú tampoco me has dicho qué haces aquí, porqué nadie te conoce.  ¿te escondes de alguien?
ーtienes razón, creo que algún día llegará el momento de que hablemos con claridad, sin miedos o desconfianza.
esa noche  Candy comprendió que fue demasiado grosera con Albert, las personas no tenían porque pagar lo que otro había hecho en su vida.
El siguiente día por la mañana Candy despertó al escuchar el movimiento de los vecinos, todos con sus cañas de pescar, con lanzas para atrapar los peces en el lago.
había una época donde los peces llegaban a la orilla del lago, que era fácil de atraparlos.
Candy decidió hacer la paz consigo misma y darse la confianza de que todo estaría bien.
Habían pasado varios meses y Frank no había aparecido en Lakewood.
_Anny, qué haces levantada tan temprano - dijo Lauren mientas pescaba a orillas del lago.
_ escuché a los vecinos y decidí venir a ver si era cierto lo que comentaban.
¿a que se debe que los peces lleguen así hasta la orilla?
_ no lo sabemos, es un misterio pero esto sucede dos veces por año.
¿Quieres intentarlo?
-¿Pescar? No soy buena para eso.
-vamos inténtalo, quizás podrías preparar una buena cena con un par de peces.
Candy tomo la daga que estaba amarrada a un palo largo y lo ensartó en un pez grande, para ser la primera vez todos se sorprendieron.
Mientras George observa y continuaba investigando a Candy.
se le hacía difícil creer que una linda y dulce chica pudiera estar metida en problemas o huyendo de algo o alguien.
Candy tomó el pez lo envolvió en un papel periódico y caminó a la tienda del faro.
_ Buenos días Albert-
dijo Candy con una suave voz y con el rostro viendo a el suelo.
- Buen día Anny, ¿que se te ofrece el día de hoy?_ dijo  Albert en tono cortante.
- Solo vengo a traer este pez para John, lo acabo de sacar del lago.
- ¿Tú lo pescaste?
- Si, con una daga.
- Anny, Anny, que bueno que estás aquí, ¿vendrás con nosotros?- preguntó el pequeño John mientras la abrazaba.
- John, seguramente Anny tiene cosas que hacer.
- No, al contrario es mi día libre y me encantaría ir con ustedes.
- ¿Y hacia donde vamos? dijo Candy con una bella sonrisa.
- ¿Estás segura que quieres venir con nosotros? Si es así necesitarás un traje de baño.
iremos hacia el otro lado del lago en un velero, por supuesto regresaremos hoy mismo por la noche.
- Como dije , es mi día libre... tengo todo el tiempo suficiente.
La tension entre la pareja se había despejado.
John ayudó a escoger un traje de baño para Candy,ella decidió ponérselo antes de subir al velero, era un traje color azul de una pieza, se puso su short  y caminó junto a John hacia el velero donde los esperaba Albert.
_  ¿tú llevarás el control del velero?
_ ¿te asusta? - preguntó Albert guiñando un ojo.
_Para nada - respondió la hermosa rubia.
Albert observaba a Candy de pie a cabeza, se la imaginaba sin su short, la hermosa rubia lucia sus bellas pierdas torneadas, una piel tersa como porcelana y unos senos que parecían pequeñas montañas a punto de erupción.
John se deleitaba con la compañía de Candy , la abrazaba y le mostraba casas que estaban a orillas del lago.
A dos  horas de estar dentro del inmenso lago , se acercaban a un pequeño muelle donde anclarían el velero.
Era un bello lugar privado, desde el velero se podía observar los animales que corrían entre el bosque.
_ Esto es increíblemente bello , los animales corren con libertad, sin temor a nada ni nadie.
¿De quien es este lugar? parece privado.
_ Es nuestro- dijo John con una carita de orgullo.
Y puede ser tuyo también.
_ ¿John, volviste nuevamente a la conquista ? Mi pequeño Casanova.
_No Anny, yo sé que soy un niño para ti.
Pero mi tío no lo es.
Candy enrojeció al escuchar las palabras de John, se había sentido avergonzada y se preguntaba porque, ¿acaso sus sentimientos habían cambiado y veía de la manera que John deseaba viera a su tío?
_Pero que me pasa, porque me he puesto nerviosa-se preguntaba Candy.
Albert ancló el velero, bajo a John primero,  lo colocó en una parte alejado del muelle y regresó para ayudar a Candy a bajar.
_ Nos quedaremos en esta parte del lago, aquí nadie nos molestará, podrás sentirte tranquila, segura.- dijo Albert mientras sostenía la mano de Candy.
<acaso sabe algo> se preguntó así misma.
_ esto es una belleza Albert , los venados se acercan a beber agua del lago sin temor.
_ aquí son libres, son mis tierras yo les protejo, nadie se atrevería a tocarlos- decía Albert mientras en el fondo de su corazón desea que la bella rubia comprendiera el mensaje.
Quería hacerle ver que junto a él estaría segura que nadie le haría daño.
Mientras John bañaba cerca de Albert.
Albert tomó un poco de agua y se la lanzó a Candy, haciendo que esta diera un salto de la silla, pues no esperaba que Albert se comportara como un chiquillo juguetón.
_ Albert, me las pagarás_ decía Candy mientas se quitaba su short  y quedaba solo en su traje de baño.
Albert se quedó  idiotizado observando la belleza de Candy, mientas John se acercaba a ellos y jugar.
John después de tanto estar metido en el agua decidió entrar al velero y quedarse dormido en uno de los camarotes de la bella embarcación.
-¿Anny deseas regresar?- preguntó Albert , deseando que Candy respondiera que no.
-No, todavía no, este paisaje es espectacular.
Es hermoso, jamás imaginé que existieran lugares como este.
- aún no has visto nada todavía.
- ¿Acaso hay algo más hermoso que esto ?
- Si, más adentro del bosque. Prometo traerte otro día, no quiero dejar solo a John. 
- Por supuesto, comprendo, no podemos dejar solo a mi pequeño Casanova.
Candy observaba el hermoso velero, elaborado con madera mahogany, delicado y con un acabado fino.
El velero tiene el nombre de Rosemary.
-"¿Le llamaste Rosemary en honor a tu hermana, la madre de John?
-Si, Rosemary fue como mi madre.
_ ¿como murió? si te es posible hablar de lo que sucedió.
_ fue una tarde del mes de junio, John estaba junto a su madre en el jardín de las rosas de nuestra casa aquí en Lakewood.
Al otro lado de esa pequeña isla está la Villa más grande de todo Lakewood.
Ella lo abrazaba y conversaba con él . Yo me sorprendí al verlo tan atentó a la conversación de su madre, Me acerqué escuché que le hablaba sobre las rosas.
El preguntaba porque las rosas estaban perdiendo los pétalos y ella le respondió que era parte de la vida.
Que cuando las rosas renacieran que pensará en ella.
De pronto cayó sobre la rosaleda... lo demás ya lo sabes.
_ ¿cual era su enfermedad?
-no lo sabemos , no nos dimos cuenta que estuviera enferma, o quizás nunca nos lo quiso decir.
un silencio profundo se mantuvo entre ellos cuando el pequeño John había despertado, en llanto llamaba a su madre.
_ Mamá, Mamá... no te vallas no me dejes- decía el pequeño mientras salió del velero.
Candy corrió a abrazarlo y sostenerlo, el pequeño parecía que veía a su madre, con la mano extendida hacia el horizonte pedía que regresara con lágrimas en los ojos.
Albert le desgarraba ver a su pequeño sobrino llorar de esa manera. no era la primera vez que John veía a su madre.
Candy lo abrazó y acariciaba su cabellito rubio color oro.

Continuará.
Gracias por continuar leyendo la historia. Candy ha bajado escudo de protección que se había creado ella misma para protegerse, de alguna manera Albert le brindaba confianza, seguridad.

Perdida en tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora