La señorita Candice Montgomery Dustin.

837 83 19
                                    

Perdida en tu mirada Capitulo 23
La señorita Candice Montgomery Dustin.

Candy y Albert habían dormido en habitaciones separadas, como era de esperarse, la tía Elroy no permitiría que ellos pasaran la noche en la misma habitación.
Sara había comprado un hermoso atuendo para la presentación de Candy en la función de beneficencia.
Candy no había podido dormir bien debido a la preocupación, hacia varios meses que Candy y Frank no se habían encontrado desde aquella noche oscura de New York. Sabía que no solo enfrentaría a Frank Lee sino también a su amante, La actriz Británica, Susana Marlow.
A diferencia de Albert, él había pasado una buena noche imaginando cuan bellos serían los hijos que tendría con su amada.
John después de comer varias porciones de pastel de chocolate y estar despierto hasta casi media noche leyendo su libro de historia favorita
"El Principito". Se había quedado en un sueño profundo.

"El día ha llegado" — Pensó Candy mientras se colocaba un kimono blanco, dando unos pasos hacia el inmenso ventanal con vista a la fuente de agua congelada por la nieve. Candy estaba perdida en los recuerdos del pasado, se asustó cuando de pronto escuchó un leve sonido en la puerta de la habitación.
— ¡Querida! ¿Estás despierta? — Preguntó una dulce voz, era Albert quien había llegado para darle los buenos días.
Candy trató de ocultar su preocupación mientras abría la puerta.
— ¡Buenos días mi amado! — respondió entusiasta.
— ¡Ven acá cariño! — dijo él mientras la atraía a sus brazos.
— Oh mi amor, te he extrañado tanto. — decía en tono ardiente y sediento por su amada. Habían pasado días y sus deseos por ella no podía resistirlo más.
— Albert, espera... — dijo ella mientras le colocaba un suave beso en los labios.
— La tía esta en la habitación enseguida. Sara al final del pasillo, no podemos en este momento. — La excusa perfecta para ella, la verdad era que no podía sacarse de la cabeza que hoy enfrentaría al hombre que tanto daño le causó.
Albert le soltó poco a poco y recordó que esa noche sería la función. Observando a Candy se pudo dar cuenta de las ojeras que tenía su mujer.
— ¿No has dormido bien cierto? — preguntó avergonzado por su comportamiento, pero como un hombre enamorado y sediento de su amada que podía hacer, si deseaba poseer a su mujer cada noche si era posible.
Candy noto la tristeza de Albert en su rostro al verla a los ojos.
— Perdón... pero no puedo dejar de preocuparme. — Él la tomó de la mano y la sentó en la cama, se puso de rodillas y observándole le dijo que no había porque preocuparse.
— No estas sola mi amada, te he prometido que te cuidaré hasta con mi propia vida si es necesario Candy. Nadie se atreverá a ponerte un dedo encima para lastimarte.
Yo estoy contigo, estaré junto a ti. Y si prefieres no subir a presentarte al stage yo lo haré por ti.
Hace años que soy parte de la fundación de tú madre, solo que era siempre George quien se hacía presente representando la familia Ardlay.
Pero ahora yo tomaré los asuntos de la familia, así como los de mi prometida — Albert terminó de pronunciar las últimas palabras poniéndose de pie.
— Ayer no quise decirte nada para no preocuparte aún más, Pero creo que debes saberlo. — Al escuchar el cambio de tono de voz de Albert, Candy se puso de pie.
— ¿Que sucede? ¿Es Annie cierto?
— Si.
— respondió secamente caminando hacia la vasija con las cenizas de Mary. — Le prometí a tú madre que cuidaría de ti y del hogar de Pony, y cumpliré mi promesa. Desafortunadamente los han desalojado de la propiedad y George ha ido por ellos. Así que necesito que seas fuerte Candy, no puedes permitir que los fantasmas del pasado te venzan, debes ser fuerte, ¡entiendes! — Candy se acerco y lo abrazó por la espalda.
— ¡Gracias Albert!... No se que sería de mi vida sin ti, eres el hombre que más he amado y que siempre, siempre amaré. Te prometo ser fuerte, lo seré y venceré cualquier temor y obstáculo porque tú estás junto a mi.
— Él tomándole las manos comprendía lo que Candy estaba sintiendo, su vida no había sido fácil desde niña. Pero ahora ella no estaba sola, porque él estaría siempre con ella.

Perdida en tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora