Perdida en tu Mirada.
Capítulo 16
- Madre te llevaré a cumplir tu deseo, estar junto a padre.
Albert se acercó y abrazó a su pequeña.
- No estás sola mi amada, yo estoy a tu lado y nunca te dejaré.
Candy hundió su rostro en el pecho de Albert, Con su rostro lleno de lágrimas dio un beso a la vasija.
Sara y Mason no podían creer que su amada amiga, amor, no estaría más con ellos.
George se acercó a Albert e informo que la prensa estaba frente de la casa funeraria, hacía varias horas que él se dio cuenta de la presencia de los camarógrafos.
- Joven William, la prensa está afuera. Me temo que la señorita Candy ha sido fotografiada entrando a la funeraria. No sé si han podido obtener imágenes de ella donde se muestre su rostro completamente.
Por seguridad de la señorita, será mejor que ustedes salgan por la puerta trasera. Yo me encargaré de enfrentarlos- dijo George suavemente.
Sara y Mason se acercaron al notar que George interrumpió un momento tan privado entre la pareja de rubios. Candy levanto su mirada y con ternura preguntó qué sucedía.
-Te has puesto rojo mi amor, ¿Qué sucede?
- ¡No te preocupes! Pero creo que es preferible que salgamos por la puerta trasera. George me ha informado que la prensa está afuera esperando que salgamos. A mi parecer, es no es conveniente que te vean todavía, que tomen fotografías y las publiquen en periódico de la tarde. Al menos no en este momento que es privado y lo que menos necesitas son preguntas y críticas.
Harás tu presentación a la sociedad como toda una Dustin, cuando sea el tiempo correcto, si estás de acuerdo conmigo por supuesto- Candy asintió.
Albert se volteó hacia donde se encontraba Sara y Masón y dio indicaciones,
- Sara, por favor usted salga junto a George, Mason usted detenga un taxi y hágalo estacionarse en la parte de atrás de la funeraria. Candy y yo saldremos juntos e iremos a la mansión Ardlay.
- La señorita Candy ahora es dueña de la Mansión que era de la señora, aquí, en Chicago. Podremos irnos a la Mansión Montgomery Joven.
- ¡Creo que todavía no es conveniente!... Candy no ha tomado posesión de la herencia todavía- dijo Albert en un tono suave.
- Iremos a la mansión Ardlay, ahí nadie podrá cruzar la seguridad.
- Como usted ordene señor- dijo Mason saliendo por la puerta trasera.
- Lamento mucho todo esto señor Ardlay, señorita Dustin. Tratamos de mantener la información de la cremación de su madre lo más discreto posible. Pero no fue así, la prensa esta tras la imagen de la heredera Montgomery - decía la dama encargada de la cremación de Mary.
- No se preocupe, personalmente sé cómo es la prensa, pero hay algo más, y no me gusta para nada, alguien les tiene que estar informando sobre cada paso que damos.
Ya sabremos quién es. Por el momento necesitaremos salir por la parte trasera de locación.
- Si señor Ardlay, por aquí, síganme por favor.
Albert y Candy salieron del lugar evadiendo la prensa.
Sara y George salieron por la puerta de frente y no dieron ninguna explicación.
Mason dio indicaciones al taxista de estacionar el auto en la parte trasera, donde Albert y Candy esperaban para partir a la mansión Ardlay.
Candy no comprendía porque Albert estaba tan preocupado por su seguridad.
¿En realidad era solo por la presentación a la sociedad o había algo más? Se preguntaba así misma.
TEATRO DEL LAGO
CHICAGO
Había sido una tarde fructuosa para los actores de Strafford. Días antes de hacer la función los actores practicaban sus líneas para el gran debut. Era la primera presentación que harían en el nuevo teatro de Chicago, El Teatro del Lago.
Frank, había estado inquieto debido a la publicación que leyó en el periódico esa mañana. Para Susana, no era nada agradable observar a Frank caminando de un lado a otro evadiendo su presencia.
Tan pronto entraron al camerino comenzó con sus reclamos.
- ¿Qué sucede Frank? ¿Estás pensando nuevamente en ella? ..... Porque siempre se interpone en nuestras vidas. - Tranquilízate Susana, no estoy pensado en nadie- respondió Frank acercándose a la ventana.
- ¡No me mientas! Sé que piensas en ella... que no la has olvidado.
Dime, la nota de esta mañana te tiene así, ¿Cierto?... Frank por favor, no me dejes, yo te amo y no estoy dispuesta a perderte, no quiero que me abandones por ella ni por nadie.
Las lágrimas de Susana rodaban por su delicado rostro, sentía que su pequeño mundo al lado de Frank se le escapa y derrumba en mil pedazos.
Frank observaba a Susana llorar, rogándole que no la abandonara.
En la casa del faro.
En la Casa del faro un jovencito se encontraba sentado observando las luces de los veleros en el horizonte, la fría noche hacía sentir la llegada del otoño. John con su mano colocada en la quijada y observando las luces que aparecían y desaparecían en el inmenso lago, se preguntaba si detrás de esos veleros se encontraba el lugar donde estaba Candy y el tío Albert despidiendo a Mary.
_ ¿Cómo estará Candy?... Un suspiro profundo lo hizo recordar a su madre nuevamente.
Habían pasado días que no la mencionaba desde el día que creyó verla en el velero.
La presencia de Candy lograba controlar la soledad del pequeño John. Candy era la madre que el tanto añora tener todos los días a su lado.
La fresca brisa secaba sus cristalinas lagrimitas, John aunque lo había tenido todo. Amor, comodidades. Nada podría reemplazar el amor de una madre.
La tía Elroy cuidadosamente subió las escaleras al cuarto del faro en busca de John. Al entrar cuidadosamente, observaba a su pequeño niño llorar en silencio con su mirada perdida en el horizonte.
John mi niño Cuanta falta te hace tu madre, Candy estaba logrando llenar ese vacío que nos dejó Rosemary.
Ahora Candy está en la misma situación, al igual que tú, al igual que todos los que hemos perdido un ser querido- pensó la tía Elroy.
- ¡John mi niño, ven aquí! Vamos a cenar - ¿Tía abuela Elroy porque no me pediste que bajara? ¡Te dolerán tus rodillas tía abuela!
- ¡ja ja sí!... Estoy muy vieja para esto. Pero me preocupé al ver que no bajabas pronto. - respondió la anciana con una sonrisa en su rostro.
Aunque la casa del faro y la tienda eran importantes para John, la tía Elroy hacia su mejor esfuerzo en vivir en ese lugar, sabía que para John lo más importante era estar cerca de su Madre.
Ella extrañaba su Villa, la villa donde están todos los recuerdos de sus antepasados y la tumba de su amada sobrina, hermano y cuñada.
Chicago.
El taxi donde viajaba Albert y Candy hizo su entrada a la Mansión de los Ardlays. Desde la entrada hasta llegar a una preciosa fuente, el camino estaba rodeado de rosas y flores multicolores. Cerca de la fuente a la derecha, una preciosa rosaleda de rosas blancas y rosa pálida, el mismo estilo de rosas que John cultiva. A la izquierda, el camino hacia un precioso lago que brillaba con los pocos rayos de sol.
- Mira Albert, es una belleza este lugar. ¡Cómo es posible que con el clima, las rosas se mantengan aún con vida, si el otoño se acerca!
- Las rosas pueden mantenerse aún hasta mediados del otoño. Pero me temo que pronto comenzaran a desojarse. Y con ellas, el recuerdo de la muerte de Rosemary- dijo Albert con la voz entre cortada.
- Recuerdo lo que me contaste en el velero sobre lo que sucedió esa tarde. Albert te amo- dijo Candy con una dulce mirada que hizo al galante rubio de ojos azul claro darle un beso en la entrada de la Mansión y frente al personal que ya estaban en la puerta dándole la bienvenida.
- Candy, estoy preocupado por John, sé que solo han pasado dos días desde que salimos de Lakewood.
También me preocupa tu seguridad. - ¿qué sucede conmigo? ¿Hay algo que no me hayas dicho?- Preguntó Candy en tono de preocupación, pues sabía lo que había leído en el periódico, más no que Frank estaba más cerca de lo que ella pensaba.
Nadie los esperaba en la mansión, su llegada había sido una emergencia.
Los planes de Albert y Candy eran viajar hacia Alemania después de la cremación de Mary.
Pero con Frank en la ciudad y la búsqueda de Susana a Candy, lo habían hecho tomar una decisión.
- Señor Ardlay, no lo esperábamos. Disculpe si el recibimiento no es el de siempre- dijo el ama de llaves de la mansión.
- ¡Buenas tardes señora Key! no se preocupe, nuestra llegada fue repentina... Usted tiene años haciéndose cargo de la casa y siempre ha mantenido todo en orden, aún sin mi presencia o de la tía Elroy. - la señora Key era el ama de llaves de la familia desde hace muchos años desde que los chicos eran unos niños.
- Señora Key, le presento a la señorita Candice Dustin, por favor disponga la mejor habitación para ella, y dos más. George está por llegar con invitados.
- Como usted ordene señor, adelante señorita su habitación está en la segunda planta a la derecha.
- Señor, llegó correspondencia de sus sobrinos, Stare y Archie, lo he dejado en su escritorio del despacho.
- ¿Mis sobrinos? ¡Esa si es una agradable noticia! Gracias Sra. Key.
Albert camino junto a su amada Candy hasta la habitación.
- Mi amor no es connivente que nos quedemos en la misma habitación, pero vendré a media noche a quedarme contigo- dijo Albert guiñado un ojo.
- ¿Eh? - dijo Candy sorprendida.
- Estoy bromeando Candy, te has puesto roja de la vergüenza. ¡Mírame!- Candy levantó su rostro y lo miro fijamente. - No debes sentir ningún tipo de vergüenza conmigo Candy, eres bella, y mía.
Candy sonrió. Coloco la vasija en una pequeña mesa en la habitación.
Candy nunca había visto una habitación tan lujosa, ni siquiera la de su madre en la Villa de Lakewood.
- ¡Me alegra ver tu rostro menos entristecido! - Albert se debatía entre decirle a Candy o no lo que estaba sucediendo con Susana y Frank.
Candy a su corta edad era una mujer inteligente, podía darse cuenta que algo sucedía con Albert y, aunque el trataba de mantenerse lo más sereno posible, no podía ocultarlo.
- Albert, creo que necesitamos hablar. Sé que algo te sucede y creo saber la razón.- ¡Candy se levantó! dio unos pasos al ventanal que daba vista al jardín.
-Mientras te duchabas, cuando aún estábamos en el hotel... leí la nota del periódico. Frank y Susana están aquí en Chicago ¿cierto?- Albert se acercó y observando hacia el jardín respondió que sí.
- Pero no es solo eso lo que me preocupa - colocó sus manos cruzadas hacia atrás y suspiró.
- Lo enfrentaremos juntos, no estás sola. No pretendo esconderte toda la vida de él. Yo estoy contigo para protegerte, Candy. - Albert tomo las manos de Candy entre las suyas.
- Y entonces, ¿Crees que todavía siento algo por él?
- Eso es algo que solo tú sabes y no pretendo preguntar ni obtener respuesta.
¡Me importa tu felicidad! Y si al verle nuevamente, los buenos recuerdos del pasado junto a él regresan, te doy mi palabra que te dejaré ir y no te guardaría rencor. Nunca lo he hecho y nunca lo haría. Solo deseo tu felicidad, y si es estar a su lado, te dejo ir, aunque eso me parta el corazón. - Candy se puso de puntillas y coloco un dulce beso en los labios de Albert.
- Albert, el día salí de New York, estaba segura no regresar más y tampoco volver con él.
Le di muchas oportunidades, no me valoro cuando estuve junto a él. Dios me bendijo poniéndote en mi camino. Tú y John, son todo para mí.
Viajare a New York para traer a mi hermana Anny y los niños del hogar de la señorita Pony y hermana Lane, el hogar de Pony.
Albert sonrió, era feliz con lo que Candy le había confesado, aunque le agrado escuchar aquellas palabras, sabía que no era eso lo que le preocupaba, sino la persecución de Susana. Una mujer celosa es peligrosa, aunque él estaría junto a Candy para protegerla. Pero sabía que no podría hacerlo las 24 horas del día. Debía seguir con el trabajo, las empresas, la familia, y lo más importante, el pequeño John.
- Candy, Susana Marlow está en busca de tu paradero, y eso es lo que me preocupa mucho más. No sabemos cuáles son verdaderas intenciones al saberlo.
- En la nota del periódico, ella está junto a él.
Tenía mis sospechas pero no lo había confirmado hasta hoy- dijo Candy tranquila sin mostrar enojo o preocupación alguno.
- Ven- dijo Albert.
- La limosina se ha estacionado en la entrada. Mason y Sara están aquí.
Candy tomada del brazo de Albert, bajo a recibirlos.
Continuara.
Gracias por el apoyo, comentarios para esta historia. Siento que escribí mucho y no avance nada ¡jajaja! Pero así es esto cuando tratas de plasmar/ escribir cada detalle y pensamiento que vienen a tu mente al momento de escribir.
Mil gracias a todas, Dios les bendiga.
Saludos.
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Perdida en tu mirada
RomanceAlbert y Candy Fic, Romance y Drama. Los personajes no me pertenecen, son de su creadora Keiko Nagita e Yumiko Igarashi. Candy es una joven de 23 años quien tiene una relación con el actor Frank Lee. Un hombre posesivo y celoso. El joven actor tie...