El adios.

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Perdida en tu mirada  capítulo 13

El adiós.

—Albert por favor necesito que me ayudes, mis fuerzas me han abandonado.- Candy estaba sumida en un dolor profundo, no solo porque había perdido a su Madre, sino también por haber escuchado la noticia de cómo murió su padre.
—Albert mis padres se amaron mucho, y me amaron también. Fui deseada no fui abandonada porque mis padres así lo decidieron, sino  por la canallada de ese señor, de quien corre la sangre por mis venas aunque no lo quiera.
— Amor, contrólate Candy, jamás te había escuchado hablar así con ese rencor hacia alguien, no permitas que este dolor mate tu esencia y principios que te inculcaron tus madres del hogar.- la voz de Candy destilaba venganza el tono era fuerte y una mirada que hizo que todos los que estaban alrededor de ella se asustaran.

— Por favor déjenme sola un momento con mi madre... quiero hablarle aunque no me responda, sé que desde el cielo me está escuchando.- El personal se retiró, enseguida Albert se puso de pie y dio unos pocos pasos cuando Candy lo detuvo.
— Quédate conmigo amor, necesito ver esos ojos que son lo único que pueden controlar mi deseo, ese deseo de vengarme de todo aquel que me ha hecho daño, incluyendo al actor.
Albert la abrazó, le recordó quien era, no debía dejarse llevar por el dolor de perder a su madre y mucho menos buscar venganza. — Honra la memoria de tu madre Candy, no te dejes vencer, yo estoy enamorado de ti y fue tu sencillez, ternura y amor por John que me hizo caer rendido a tus pies.

— Oh por Dios, John estaba esperando que llegáramos para irnos al otro lado del lago.
— Él comprenderá, ahora habrá que hacer todo para la cremación. Decía Albert abrazándole.

— Mamá aunque pocos días compartí contigo, sé que eras una mujer de gran corazón, seguiré tus pasos, tomaré responsabilidad de tus negocios y todo lo que tú no terminaste. Te llevaré junto a Padre, y esparciré tus cenizas así como lo deseaste.
Al escuchar Albert a Candy hablar con más cordura, le dio un  beso en la frente, beso que ella correspondió con una dulce y leve sonrisa. — Esto es lo que  necesito ver esos bellos ojos azules, y esa mirada donde siempre me pierdo en ella y vuelvo a encontrar mi camino.
Candy acercó la cajita de un fino acabado de caoba  y la abrió. Frente a ella estaba una fotografía blanco y negro de un joven guapo, alto y de vestimenta humilde, en la parte de atrás una dedicatoria para Mary.

     Para ti con todo mi amor, quiero me recuerdes siempre. No tengo oro ni plata.
Pero si un corazón que te pertenece, que es solo para ti, en esta fotografía no se puede ver el color de mis ojos, esos ojos verdes que tanto amas y conquistaron  tu corazón.
Tuyo,  Jonathan.

— Mira Amor, es mi padre...que hermosas palabras le escribió,  tenía los ojos verdes como los míos.
Padre por  lo menos he podido conocer tu rostro. - Candy comenzó a llorar desconsoladamente, Albert se preocupó tenía miedo que ella se enfermara  y que entrara en un ataque de nervios.
Se puso de pie y se dirigió a la puerta donde se encontraba el guardaespaldas de Mary. — Por favor, necesito que llame al médico, Candy necesitará  un sedante, temo que entre en un ataque de nervios.

— Señor Ardlay, los de la funeraria ya están en camino por el cuerpo de la señora- decía el hombre con una lágrima en su rostro, él se había enamorado de su jefa en secreto, amor que nunca fue capaz de declarar por su estatus social y porque Mary jamás volvió a abrir su corazón al amor, se mantuvo sola todos los años que le quedaron de vida.
— Con mucha más razón lo necesita, no quiere alejarse de ella y temo que no permitirá se lleven el cuerpo.-El guardaespaldas se dirigió a la sala y regresó con el doctor a la habitación.
— Señorita Candy, debemos darle una pequeña dosis de un sedante, la funeraria  viene por el cuerpo de la señora y,  el señor Ardlay tiene razón, usted podría caer en un shock de pánico, han sido demasiadas emociones juntas que ha recibido por hoy.

— Albert, quiero estar consciente cuando se lleven el cuerpo de mi madre, quiero ser yo quien escoja  la vasija donde pondrán sus cenizas.
Aunque no estoy de acuerdo con  el deseo de mi madre... con todo esto de la cremación, la biblia nos dice que del polvo somos y en eso nos convertiremos.
— Mi amor, la cremación es un tema delicado, pero ese fue la voluntad de tu madre y debemos respetarla.
Candy con dolor aceptó que le dieran un calmante, como enfermera sabía que tomaría, solo algo suave que le ayudará a controlarse.

Pasada una hora.  Una van blanca se acercó al portal. El guardia de entrada pidió el permiso para dejar pasar a los de la funeraria.
— Ya están aquí, señorita. - Candy se acostó junto a su madre.
Albert no dejaba de preocuparse por ella. Él sabía lo que era perder al ser que más amas.
— Vamos mi amor, necesitarás cambiarte de ropa, cuando nos acerquemos a la casa del faro, le pediré a la tía Elroy que busque algo para ti más adecuado para el sepelio.
— Si me permite señorita Montgomery- dijo Sara- la señora tiene un closet lleno de hermosos vestidos, usted y ella son idénticas en altura y belleza, su única diferencia entre usted y la señora son sus  hermosos ojos verdes.
— Señora Sara— solo Sara señorita, usted es la patrona. — Sara por favor acostúmbrese a llamarme solo Candy, yo no usaré el apellido de ese señor que tanto daño hizo a mis padres. - Como usted diga Candy.- dijo Sara mostrando una sonrisa de aprobación, ella misma al escuchar toda la historia de su amada jefa, su amiga, sentía repugnancia por el padre de Mary.
— Sara, alguna vez mi madre mencionó el apellido de mi padre. — si Candy, el nombre completo de su padre era Charles Jonathan Dustin.
— ¡Dustin! ese será mi apellido, Dustin, Candy Dustin White, hasta el día que me casé.
Albert tomó la mano de Candy y le beso, no era el momento para hablar del futuro, pero estaba seguro de su amor por ella y que no se alejaría si ella así lo deseaba


—Señorita, es hora... ya llevarán el cuerpo de la señora.- decía el doctor mientras una dama elegante entraba a la habitación, acompañada con dos hombres trajeados de negro.
— Señorita Montgomery- Dustin- corrigió Candy.
— Perdón, Dustin, soy quien se encargara de arreglar el cadáver de su madre.
La señora Mary había dado indicaciones un par de meses atrás, se hará un velatorio en la funeraria de Chicago, podrán estar con ella por una noche, se hará un pequeño servicio en la capilla de la funeraria, luego procederemos con la cremación, al menos que usted decida algo diferente.
— No. Que se haga como mi madre lo dispuso.- los hombres colocaron la camilla y colocaron el cuerpo de Mary. Candy se acercó a su madre y le besó su frente, una lágrima rodó por el rostro de Mary, una lagrima de la misma Candy.

Los de la funeraria se retiraron dejando las instrucciones del día y hora que el cuerpo estaría listo para el servicio de cuerpo presente.
Albert preguntó a Candy si podría ir a la casa del faro, no quería dejarla sola, pero estaba preocupado  por John.
Candy asintió. — Por favor, no tardes te necesito más que nunca.
Albert puso sus labios en los de Candy, dándole un suave beso.
— Nunca mi pequeña, jamás te dejaré sola.
Antes de salir de la casa, Albert pidió a Sara y al guardaespaldas que cuidarán de ella.
— Candy se dirigió al closet escogió uno de los vestido de su madre, un vestido negro corte lápiz, ajustado a su cuerpo y un sombrero con un pequeño velo de encaje negro que taparía su rostro.
— Necesita que le ayude madame- preguntó Sara. — Sara por favor, dígame solo Candy, creo que jamás me acostumbraré a todo esto. Nunca he estado rodeada de lujos y ni de vestidos finos.
— Piense en todo lo que puede hacer con esta herencia, es usted una de las mujeres más importantes y millonarias del País, podría traer a los niños del hogar a esta Villa, es enorme. Hasta podría construir un hospital en esta área.
Su madre era multimillonaria Candy. Y era su deseo que usted use el dinero con los niños del hogar de Pony.

La herencia de su abuelo se le suma a lo que su madre le heredó.
En el portafolio está toda la información, usted no solamente es dueña de esta Villa, también de la Hacienda de su abuelo, una mansión en Chicago, New York, Los Angeles y en Italia.
— ¿Italia? — Si, es usted dueña de un viñero en la ciudad  de Tuscan.
Candy no lo podía creer, había pasado de ser una huérfana a tener padres, conocer su origen, propiedades, dinero, mucho dinero, que usaría para ayudar a sus amados niños del hogar.


Continuará.
Gracias por la espera, he metido la pata en llevar cuatro historias al  mismo tiempo, que ahora no veo la salida... ja ja ja
Gracias por sus comentarios, ustedes son el motor para continuare escribiendo lo que sale de mi cabeza loca.
Se les quiere.
Bendiciones Xo!

Perdida en tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora