Otra noche más en la casa de luna naciente, las luces de diferentes colores llamativos están alumbrado cada habitación de la inmensa mansión, la ensordecedora música que se esparce en todo el ambiente oculta los demas ruidos. Para ser escuchado solo tendrías que gritar. Otra noche en donde Damian Wayne se movía entre los pasillos enfiestados de su hogar, cautivando la vista de varias personas, se pavonea como si fuera el rey del mundo, presumiendo ser más valioso que diamantes en bruto.
El de ojos olivo había terminado una cesión privada con un viejo ejecutivo, un hombre de alto rango, pero para Damian solo era una persona con la cual tenía que tener cuidado, pues no quería provocar le un infarto a esa vieja persona con su "Ardiente juventud."
Después de terminar ese trabajo el chico contaba con la noche libre de cesiones privadas, y por el momento se dedicaría a conseguir a otra persona para no aburrirse.
Caminaba como el rey que se hacía llamar, de salón en salón. Por fin el pequeño Wayne llega a un salón que contaba con muy pocas personas en la barra y pues le parecía perfecto el lugar para engatusar a una mujer con dinero que quiera gastar.
Se acerca a la barra y lo primero que nota es la presencia de una chica rubia, que parece contar con los mismos años de edad que los del joven de ojos verdes. La chica es bonita, rostro perfilado y de tez blanca, pero no parecía que fueran de esas adineradas chicas, pero para la mente de Damian sería entretenido probar sus nuevas tácticas de seducción.
Wayne se acerca más a donde está sentada la chica rubia, y comienza a hablar para poder llamar su atención.
-Hola.
-Oh, hola.
-¿Que hace una dama tan bonita sola?
La chica rubia comienza a soltar una pequeña risita, pues le pareció gracioso el comentario de Wayne. Este último parece haberse ofendido pues no le pareció tan gracioso su comentario.
-No vengo sola, vine con mis mejores amigos.
-Oh, pues ¿dónde están esos mejores amigos?-Dice Damian.
-Yo soy uno de esos amigos- Una voz llama la atención de Damián, y este se gira para quedar enfrente de un chico un poco más alto que él, de ojos azules y cabello negro. El chico usaba unos anteojos, pero ese no era motivo como para que Damian no se quedara cautivado por los dos ojos azules detrás de esas lentillas. Pudo ser solo segundos lo que duraron observándose, Wayne se siente avergonzando por quedarse sin hablar con la presencia de aquel chico.
-Bueno, preciosa parece que no necesitas divertirte conmigo.- Damian dice eso y pasa a alejarse de aquellos dos, todo apenado por la experiencia con aquel chico de ojos azules. No era normal, pero algo en ese chico le provocó algo en el interior. Y ese algo no era de su agrado.
-Me disculpas Kathy, tengo que ir al baño.
-Claro Jon.
Seguido de eso el tal Jon sale disparado con un solo rumbo, y no era el de ir al baño, más bien era el de seguir a aquel chico de ojos verdes. Jon busca por todos lados de los aglomerados pasillos repletos de personas bebiendo y de los empleados del lugar. Ya para ese entonces Jon sabía cuál era el fin de la casa de la luna naciente. Pero la verdad no estaba interesado en comprar los servicios completos que ofrecían aquellas personas. Es más, el chico de los azules ojos estaba a punto de irse y dejar a sus amigos, ya que ese tipo de habiente y de lugares no eran bien aprobados por su padre. Si, Jon creció bajo las buenas reglas como la disciplina de su padre. Pero a pesar de ya estar decidido en dejar el lugar, la presencia de aquel chico de ojos verdes le dijo "quédate"
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La Casa De La Luna Naciente
FanfictionUna sonrisa, una caricia, una seducción acompañados de la confusión y el temor. Cuerpos que se alzan entre el calor de las emociones. Confusión por saber en realidad que es lo que quieres, que es lo que eres y en lo que te convertirán. La sensació...