Capítulo 20: Perdiendo la Fe (c)

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La puerta de la casa estaba abierta, y cuando entré, la misma iluminación pobre me recibió

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La puerta de la casa estaba abierta, y cuando entré, la misma iluminación pobre me recibió.  Caminé  hasta la sala, y me senté a esperar; tal como me había dicho Noelia  en la llamada que me hizo un rato atrás.

Estaba en medio de un círculo de velas, y la luz que emitían le daban al lugar un toque demasiado  macabro para la tranquilidad de mi corazón.
Habían sombras por todas partes, y sentía que me observaban desde varias direcciones.

Cerré los ojos con fuerza, en un intento por lanzar fuera de mi mente  los pensamientos como aquellos,  que no hacían más  que llenarme de miedo.
Escuché el crujir de las tablas, y madera crujió  como si uñas la rasgaran  al moverse por el piso, hubo un momento de completo silencio, antes de escuchar el sonido de lo que parecía un gruñido. Me encogí  en el sofá, sintiendo el deseo inmenso de salir corriendo, pero me encontraba paralizada.

Pasos, como el de un aminal de garras enormes, provenían del pasillo que daba a las habitaciones. Entonces lo vi, era un perro enorme. No. No era un perro, era un lobo de pelaje oscuro y ojos rojos, quizá el animal media más  de un metro de altura, y estaba caminando hacia mí.

Dios. Quería correr pero mi cuerpo parecía de piedra.

Gruñó, y yo creí que me daría un ataque cardíaco ahí mismo. Y de pronto,  como sí  de una película se tratase, la piel del animal empezó a caerse, y él  soltaba alaridos profundos, casi roncos. Cayó al piso, en un golpe sordo, como si no fuese más  que un montón de piel muerta; Noelia  surgió  de entre el pelaje del animal, y yo sofoqué  un grito de asombro.

Ella sonrió  con malicia, y caminó  hasta mí,  descalza y vestida solo con un vestido blanco, y diminuto que cubría menos de la mitad de sus muslos.

—Eres una mujer lobo. —Las palabras escaparon de mis labios, como una afirmación débil y tonta.

Ella siguió  sonriendo, mientras negaba con su cabeza, provocando que su largo cabello negro se moviera siguiendo sus movimientos.

—En mi país  nos llaman Nahuales.—Dijo, sentándose en el sillón frente al mio.—Es solo una apariencia que tomamos. En fin, ¿qué  quieres?

Dejé salir el aire que ni siquiera  sabía que estaba reteniendo, y me senté  con la espalda recta.

—Sabes cómo puedo hacer que el alma de mi amiga vuelva, ¿verdad? Rael  la tienen atrapada, y solo dejará que regrese si yo me entrego a él.  Necesito que me ayudes a hacerlo, Aira  y Stephan  se niegan  a ayudarme.

—¿Qué  te hace pensar que puedo ayudarte?—Soltó,  echando su cuerpo hasta que quedó  recostada en el sofá.

—¿No puedes?—Sus ojos oscuros brillaron con la risa contenida.

—Tendrás que hacer un pacto de cambio, y aceptar a ese demonio como tu legítimo  dueño.—Esas palabras hicieron que la bilis subiera a mi garganta.—Él  podrá arrastrarte  al infierno en ese preciso instante.

Mi Alma Por Un BesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora