La puerta de la casa estaba abierta, y cuando entré, la misma iluminación pobre me recibió. Caminé hasta la sala, y me senté a esperar; tal como me había dicho Noelia en la llamada que me hizo un rato atrás.
Estaba en medio de un círculo de velas, y la luz que emitían le daban al lugar un toque demasiado macabro para la tranquilidad de mi corazón.
Habían sombras por todas partes, y sentía que me observaban desde varias direcciones.Cerré los ojos con fuerza, en un intento por lanzar fuera de mi mente los pensamientos como aquellos, que no hacían más que llenarme de miedo.
Escuché el crujir de las tablas, y madera crujió como si uñas la rasgaran al moverse por el piso, hubo un momento de completo silencio, antes de escuchar el sonido de lo que parecía un gruñido. Me encogí en el sofá, sintiendo el deseo inmenso de salir corriendo, pero me encontraba paralizada.Pasos, como el de un aminal de garras enormes, provenían del pasillo que daba a las habitaciones. Entonces lo vi, era un perro enorme. No. No era un perro, era un lobo de pelaje oscuro y ojos rojos, quizá el animal media más de un metro de altura, y estaba caminando hacia mí.
Dios. Quería correr pero mi cuerpo parecía de piedra.
Gruñó, y yo creí que me daría un ataque cardíaco ahí mismo. Y de pronto, como sí de una película se tratase, la piel del animal empezó a caerse, y él soltaba alaridos profundos, casi roncos. Cayó al piso, en un golpe sordo, como si no fuese más que un montón de piel muerta; Noelia surgió de entre el pelaje del animal, y yo sofoqué un grito de asombro.
Ella sonrió con malicia, y caminó hasta mí, descalza y vestida solo con un vestido blanco, y diminuto que cubría menos de la mitad de sus muslos.
—Eres una mujer lobo. —Las palabras escaparon de mis labios, como una afirmación débil y tonta.
Ella siguió sonriendo, mientras negaba con su cabeza, provocando que su largo cabello negro se moviera siguiendo sus movimientos.
—En mi país nos llaman Nahuales.—Dijo, sentándose en el sillón frente al mio.—Es solo una apariencia que tomamos. En fin, ¿qué quieres?
Dejé salir el aire que ni siquiera sabía que estaba reteniendo, y me senté con la espalda recta.
—Sabes cómo puedo hacer que el alma de mi amiga vuelva, ¿verdad? Rael la tienen atrapada, y solo dejará que regrese si yo me entrego a él. Necesito que me ayudes a hacerlo, Aira y Stephan se niegan a ayudarme.
—¿Qué te hace pensar que puedo ayudarte?—Soltó, echando su cuerpo hasta que quedó recostada en el sofá.
—¿No puedes?—Sus ojos oscuros brillaron con la risa contenida.
—Tendrás que hacer un pacto de cambio, y aceptar a ese demonio como tu legítimo dueño.—Esas palabras hicieron que la bilis subiera a mi garganta.—Él podrá arrastrarte al infierno en ese preciso instante.
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Mi Alma Por Un Beso
Paranormal¿Qué estarías dispuesta a dar a cambio de cumplir tus deseos? Puedes vender tu alma; él estaría dispuesto a recibirla. Primer libro de la saga Desde el Infierno. EN CORRECCIÓN. ©Todos los derechos reservados. No se permite copia, adaptación o distr...