Capítulo 12: Noelia, la bruja.(c)

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Las lágrimas quemaron la parte baja de mi garganta

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Las lágrimas quemaron la parte baja de mi garganta.
Intenté evocar cualquier recuerdo de mi padre, pero a mi cabeza solo vinieron imágenes difusas de un hombre que estaba conmigo a trazos, como una sombra que me acompañó en algún momento y poco a poco fue desapareciendo.
Samuel Evans, su nombre me era tan ajeno como el recuerdo. Había estado casado con mi madre, y se separó de ella cuando yo apenas tenía tres años.
Eso era todo,nunca me interesó saber más que eso.
Y ahora tenía frente a mí a una mujer que me aseguraba que él había vendido el alma de mi madre.

Intenté ponerme de pie, pero la anciana tomó mi mano con más fuerza.

-Señorita, él esta pegado a usted. La marca; cuando la serpiente se consuma él la arrastrará.-Tita movió sus ojos de forma frenética, de un lado a otro; como si pudiera ver cosas que yo no. Mi mano ardió.

-Por favor, suelteme.-Susurré confundida.

-Esta pegado a usted. Es un intercambio desigual; él le quitará más de lo que le da. Eso hizo con padre.-parecía no escucharme. Comenzó a mumurar palabras en su idioma, sin aflojar su agarre.

Las velas en la habitación comenzaron tiritar, como si el viento quisiera apagarlas. Vi una sombra, pegada a las paredes cobrizas, deslizarse por ellas hasta llegar al altar.

Una de las cuatro velas que cubrían cada esquina del cuarto se apagó

-Me está lastimando.-Farfullé al sentir los huesos de mi mano traquear.

La anciana seguía moviendo sus ojos, susurrando cosas que no entendía. En la mesa frente a nosotras, un tabaco que ni siquiera había notado que estaba ahi, se encendió solo y empezó a consumirse.

La sombra de un hombre alto, con sombrero de ala ancha se posó detrás de la anciana.

-Por su alma caída han venido ya. El demonio y usted están unidos desde el inicio. Carne con carne tendrán que ser.
De un tirón salí de su agarre y comencé a caminar de espaldas a la puerta, sin apartar mis ojos de la aparición de aquel ser del sombrero.
Era apenas una imagen borrosa; como un dibujo hecho a carboncillo.

-Rebecca, salga de aquí. -Dijo Tita, con sus ojos pálidos pegados a mi rostro. Su mano tembló cuando agarró el tabaco casi acabado; que se hizo cenizas antes de que ella pudiera llevárselo a los labios.
Una vela en el altar se apagó y la anciana dio un respingon.

El hombre del sombrero puso una de sus manos negras sobre el hombro de la mujer.

-Salga ahora. -Con voz trémula, llevó sus dedos hacia la mano en su hombro.
El ala del sombrero de aquella cosa fue creciendo más, hasta llegarle casi al pecho.

Yo aterrorizada, y sintiendo que mis pasos pesaban como plomo; Empecé a alargar mi mano tras mi espalda, con la esperanza de sentir el pomo de la puerta.

Mi cuerpo chocó contra algo, y yo solté un grito. Al mismo tiempo aquella sombra desapareció y la vela en la esquina se encendió en un chasquido.

Mi Alma Por Un BesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora