Capítulo 21: Infierno.

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Todo a nuestro alrededor se volvió un borrón

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Todo a nuestro alrededor se volvió un borrón. El suelo, los muebles: todo empezó a desaparecer; como cuando comienzas a pasar goma de borrar sobre un escrito.
Se volvieron virutas esparcidas por todas partes; desintegrandose con cada inhalación que hacía.

Rael puso una de sus manos en mi espalda baja, pegando su cuerpo al mío. Sus ojos eran como el onix; negros y brillantes; agujeros infinitos de fuego y oscuridad.

La fina línea de sus labios estaba curvada en lo que parecía una sonrisa, y yo me sentía turbada, demasiado fuera de mí.
Todo en lo que podía pensar era en él; en el infierno que me ofrecía y en cuanto quería arder en el fuego si Rael estaba conmigo.
Inclinó su cabeza, provocando que un mechón de su oscuro cabello le rozará la curva de su ceja derecha.

-Esperé este momento por tanto tiempo.-Sus palabras se sentían como una caricia que salía de su aliento, chocando mis labios y extendiéndose por cada rincón de mi cuerpo. Se inclinó un poco más, hasta que llegó a mi oído.-¿Puedes sentirlo?-La punta de su lengua tocó el lóbulo de mi oreja. Pensé que flotaría, entonces moví mis manos, que estaban inertes hasta ese momento, y las puse sobre su pecho sosteniendo su camisa en mis puños.-Siente, Rebecca, está sucediendo justo ahora; es la unión de nuestras existencias. Un ángel y un demonio. -Su voz fue dos octavas más profunda, deslizándose dentro de mí como miel tibia.-Somos uno. Te pertenezco tanto como tú me perteneces a mí.

¿Esto era ir al infierno?
Debí aceptarlo desde hacía mucho.

Lamió mi oreja, y donde ella se unía a mi cuello. Me sentía dispersa, líquida y poco estable. Quería llenarme de él, saborearlo hasta lograr sentir que estaba consistente.

Movió su rostro, hasta dejarlo frente al mío, y lo que vi en su mirada hizo mi piel arder.

-Alma mía, voy a disfrutar tanto el corromperte.-Dijo, antes de besarme.

Sus labios eran fríos, y suaves. Caímos como la primera vez que lo vi en ese puente: nos estábamos sumiendo en el abismo, y yo me sostenía de él, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello.
Su lengua arremetió contra la mía, tan sedienta y tibia que mareaba.

¿Hubo algo antes de él?
No podía recordarlo.

Era hermoso, frío y dulce.

Lo amaba.

Entonces, el mundo se sacudió con violencia, y yo estaba siendo arrancada de sus brazos; y dolía como nunca nada lo había hecho.

Rael masculló algo que no entendí, y yo sentí que ahora la que se desintegraba era yo, rompiéndome en miles de fragmentos; para luego ser compactada sobre algo tibio.

Grité cuando el pecho me dolió  como si mil brazas ardientes cayeran sobre él.

***
Cada segundo que pasaba se sentía como una eternidad.

Mi Alma Por Un BesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora