Capítulo 11: Revelaciones (c)

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El auto se deslizaba por las calles aún dormidas, con las primeras luces del alba tocando los edificios, haciéndolos parecer gigantes a punto de despertar

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El auto se deslizaba por las calles aún dormidas, con las primeras luces del alba tocando los edificios, haciéndolos parecer gigantes a punto de despertar.

Stephan manejaba en silencio, ninguno había pronunciado palabras desde que me había recogido, hacía más de un cuarto de hora, a las fuera del apartamento que, hasta esa mañana, compartía con Vecky.

No me despedí, y tampoco supe si ella se dio cuenta de mi huida matutina. No quería seguir ahí; no después de lo ocurrido en la última semana. Así que apenas el reloj de mi celular dio las 5:00 am, llamé a Stephan preguntándole sí podía recogerme; él había guardado silencio por unos minutos, y temí que colgara. Pero al final, media hora después estaba ayudándome a guardar mi pequeña maleta en la cajuela.

Nos enfilamos  por las avenidas más solitaria, hasta que la arquitectura de los alrededores fue cambiando; haciéndome sentir que entraba a otra época.
Llegamos hasta el final de la calle que aún recordaba con claridad; aparcando frente a la librería.

-Aira dijo que te esperaría para que tomarán café, debe estar en la cocina.-Dijo Stephan, conmigo caminando tras él, moviéndonos por el estrecho pasillo apenas iluminado. El olor de la bebida inundaba el lugar; mezclándose con los aromas a humedad y madera vieja.-Dejaré esto en la habitación donde dormiste la otra vez.-Levantó un poco mi maleta,para enfatizar y lo vi subir las escaleras.

Doblé hacia la cocina, y vi a Aira observando la llama de la estufa; pérdida en sus pensamientos.
El cabello oscuro por el agua, y el semblante fresco dejaba claro que acaba de ducharse.
La luz amarillenta de la bombilla creaba en su rostro sombras, y ahí, de pie en la arcaica cocina, parecía un cuadro de otro tiempo. Ella me recordaba a los personajes de esos libros de novelas históricas; donde describían a jóvenes virginales de belleza inmaculada.

-Hola.-Dije con suavidad
Ella levantó sus ojos hacia mí, y apenas pude vislumbrar el mar de tristeza en ellos antes de que un velo de calma los cubriera.

-Buenos días, Rebecca. Te estaba esperando. -Sonrió, apagando el fuego. -Preparé un poco de café.

-Mis amigos me llaman Becca.-Los hoyuelos en sus mejillas se profundizaron.

Sirvió dos tazas de la oscura bebida y tendió una hacia mí.

El sabor amargo despertó todo mis sentidos, deslizándose por mi garganta y calentando mi estómago.

-Quise visitarte ayer, pero Stephan se ofreció. Me puse muy feliz saber que aceptaste venir con nosotros mientras... Todo se tranquiliza.

-Gracias por la invitación, y por el café.

-No es nada.-Hizo un gesto con su mano para restar importancia.-Cuando mi hermano me habló de su idea, realmente pensé que no aceptarías, pero el tiene un gran poder de persuasión, ¿verdad?

Mi Alma Por Un BesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora