Escuchaba a medias, entendía a medias, y parecía que con cada sorbo que le daba a mi café; también empezaba a sentir a medias. A pesar de que el líquido aún estaba caliente, mi garganta parecía adormecida.
El ilustrador, la supervisora editorial, Allan y yo estábamos sentados. Ellos discutían sobre el libro, y cuando preguntaban sobre si estaba de acuerdo o no, solo asentía distraída.
Mis pensamientos pertenecían casi por completo a Real y a las revelaciones que había obtenido en las últimas horas.
Sabía que Stephan estaba esperando por mí, pero también sentía, y no entendía Cómo, que el demonio estaba ahí también... Acechando desde lugares donde no podía verlo.
El hormigueo en mi espalda, y la sensación de peligro no desaparecían desde que había besado a Rael por primera vez.
Parecía que su presencia era algo que había estado ahí siempre, cada segundo, cada hora, cada vida; esperando su oportunidad para ofrecer un pase directo al infierno.Ahora sentía que comprendía menos todo lo sucedido, y lo único realmente claro era mi recién descubierto miedo a la muerte.
—¿Crees qué puedes puedes aceptar eso?—La firme voz de Karla, la supervisora, atrajo mi atención. Me observaba espectante.
—¿Perdona? —Dije, apenada; dejando la taza sobre la pequeña mesa.
Alan frunció el ceño.
—En la corrección, pensamos que esto quedaría mejor.—La mujer señaló un párrafo resaltado en amarillo fluorescente.
Tomé la tableta, y leí. Era un fragmento perteneciente a uno de los capítulos de mi libro. Deslicé el dedo por la pantalla y leí también la corrección que ellos ofrecían.
Asentí lentamente, luego de leer el capítulo completo.—Lo acepto.-—Devolví el aparato, y tomé de nuevo mi café, ya frío. —Pero quisiera que la descripción del bar siga siendo la misma.
Karla asintió, anotando algo. El ilustrador, un chico que no parecía pasar los 20 años, le mostraba algún boceto a Allan.
La reunión se extendió una hora más, y durante ese tiempo no pude concentrarme realmente en lo que decía o hacía.
Hablamos sobre varias correcciones, y vimos varias opciones para portadas y otros detalles.Stephan parecía sumido en la conversación que tenía por teléfono, tanto que no notó cuando me senté frente a él, en la cafetería frente a la editorial.
Habían dos tazas vacías en la mesa, ambas frente a él, una pequeña libreta; abierta por un bolígrafo, la escritura en la página era suave y elegante. Me encontré fascina al describir que me gustaba ese detalle en él, porque desde que lo conocía, siempre me había parecido alguien demasiado fuerte; casi tosco. No era que ese detalle me molestará, pero me resultaba satisfactorio saber que contaba con otros matices mucho más delicados.
Golpeé la mesa con mis uñas, y el tenue sonido por fin me dio su atención. Sonrió, y me indicó con el dedo que le diera un momento.
Escuchaba claramente lo que él decía, pero los trozos de conversación se me hacían inconexos. Decidí, ignorarlo en un intento por darle algo de privacidad. Miré por la enorme ventana frente a nosotros, que daba hacia la calle. Vi personas de todo tipo pasar, y por un segundo creí ver a Rael en una esquina,observándome; pero al siguiente parpadeo ya no estaba.
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Mi Alma Por Un Beso
Paranormal¿Qué estarías dispuesta a dar a cambio de cumplir tus deseos? Puedes vender tu alma; él estaría dispuesto a recibirla. Primer libro de la saga Desde el Infierno. EN CORRECCIÓN. ©Todos los derechos reservados. No se permite copia, adaptación o distr...