Capítulo 3: Es sólo el comienzo. (c)

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Hay personas buenas que llegan para cambiar tu vida, para ser mella en ella; para recordarte que hay huellas imborrable y felicidades que parecen infinitas.

Pero también hay demonios, listo para recordarte que el mal existe; que siempre habrán sombras tras tus sueños; manchas en tu alma.
Él pertenecía al segundo grupo.
Era un mounstro con piel, aroma y sabor a ángel; y mi alma le pertenecía.

Esa misma mañana, después de darme cuenta que algo no andaba bien; mi vida empezó a dar un giro de 180 grados.

La charla con el jefe de editores, Alan Bassi fue el preludio para todo lo que vendría.

-Becca.-Dijo a modo de saludo,al tiempo que con un gesto de su mano me indicaba que tomará asiento. -Lamento haberte llamado tan temprano,pero esta madrugada recibí un correo de Salvatore, decía que quería verte para hablar sobre tu libro. Creo que esta es una buena oportunidad.

Todo lo dijo tan rápido que me sentí mareada. Sus ojos azul pálido me miraban inquietos.

-Pensé que no podías ayudarme.-Fue lo único que atiné a decir.

Él acarició su escaso cabello, el gesto fue tan natural, que era obvio que lo hacía sin darse cuenta.

-Te dije que no podía publicar tu libro por mi propia cuenta. Un par de semanas atrás le envié una copia a Salvatore. Las cosas no dependían de mí.

-Ya veo. ¿Entonces lo publicará?-

-Es pronto para saberlo, pero él no suele mezclarse directamente en este tipo de cosas. Así que, yo diría que, tienes muchas posibilidades.

-Posibilidades... -Repetí la palabra en un intento por asimilarla. Dejé caer mi espalda sobre el respaldo de la silla y Cerré mis ojos al tiempo que acariciaba mi sien. Un dolor de cabeza muy suave empezaba a taladrar mi frente.

-Luces cansada, ¿quieres qué te pida un café?-Alan habló con su usual cortesía.

-Estoy bien. ¿Cuándo veré a Salvatore?-

-Llegará en media hora.-

-Bien, iré a tomar un poco de aire.

Me puse de pies, dispuesta a salir de la oficina. Me sentía ahogada en ese lugar.

-Espera, Becca.-Alan estiró su mano y agarró mi muñeca. Lo miré confundida. -Sí todo sale como esperamos, quiero ser tu representante.

El ceño en mi rostro se profundizó, y sintiendo una súbita molestia, retiré bruscamente mi mano de su agarre.

-Ya has hecho lo que podías por mí, Alan.-

Sin escuchar lo que diría, salí del lugar.
Estaba demasiado cansada.
Caminé entre los trabajadores que empezaban a tomar el ritmo del día. Reconocí a algunos que saludé, evitado alargar cualquier charla.

Mi Alma Por Un BesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora