Capitulo 15

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El regreso a casa de María es rápido. Conduzco por la carretera Cibao-Capital a 70 km por hora. Escucho desde el IPod que conecté a la radio del carro mi playlist para viajes.

¿En qué pensé cuando decidí venir? Cuatro horas perdidas parcialmente por algo que pudo haberse hecho por teléfono.

«Sí, claro». El sarcasmo sale de lo recóndito de mi cerebro.

Jamás habría accedido a ayudar a una mujer infiel, pero por una extraña razón confío en la palabra de esa hada rabiosa. Pamela es fuerte y valiente al haber dejado a un esposo maltratador.

Ahora se ven más que antes los maltratos en los matrimonios. ¡Dios! Si hasta los novios se creen con el poder para golpear a sus parejas. El hecho de que Pamela confiara en alguien ya es mucho. Eso la hace valiente. Adrián, con su sentido de humor y despreocupación, le cree. Si él lo hace, yo le debo el voto de la duda.

¿Benito gay? Ya veo que no todo lo que tiene bigote y bebe cerveza a pico de botella es hombre, macho, masculino, versión me tiro de un paracaídas y no me meo. Sí, por eso Rosa siempre me decía: "El corazón de la auyama solo lo sabe el cuchillo". Uno cree que el otro está bien; un vecino que siempre está haciendo almuerzos familiares, una pareja de recién casados que van de viajes en viajes... Sí, no todo es como se pinta. Y los hombres que maltratan a sus parejas saben muy bien cómo hacerlo. En este caso, Pamela confió en su cuñado, pero de no haber tenido a nadie, ¿qué hubiese pasado? Cuanta rabia siento por ese panzón marica. Gracias a Dios que Adrián prefirió hacerlo así.

«¿Golpear a tu hermano y luego que te vean con su mujer?», pensé sin saber del todo las razones.

Sí, sería cavar una tumba.

Espero que María me brinde una mano con esto.

Me parqueo y saco las dos bolsas de ropa que compré al llegar a Santo Domingo. Un movimiento capturado por mi ojo izquierdo me hace enderezar. ¿María me espera en la galería como una esposa espera a su esposo para el almuerzo tardío?

«Ja, ja, ja».

Comienzo a convertirme en una mujercita.

Esto de querer convencerla de algo que ella no está segura no me sale como esperaba.

—Hola, preciosa —le digo nada más abrir la puerta de hierro y llegar a la galería.

—¿Estás bien?

Me observa, dubitativa.

—No dejes que la decisión de anoche te haga comportar de una forma distinta. Ahora ven y salúdame como es debido.

Sonríe y me besa. Esos labios saben a café. Es mi cielo hecho persona.

—¿Así está mejor?

Respira con dificultad.

Dejo las bolsas caer y vuelvo a besarla. Jamás tendré suficiente de ella, ni de su boca, ni de su cuerpo. Muerdo un poco su labio inferior mientras ella danza con su lengua dentro de mi boca.

¡Madre de la putería! Siento que me hace el amor con los labios y esa lengua ávida de placer.

Se separa con ojos brillantes.

—Este sí fue un buen saludo —murmura contra mis labios.

Su aliento refresca el desierto de mi boca. Estoy como marinero en el mar, sediento de ella. Mientras más toma, más quiere.

Entramos a la casa.

Me excuso para subir las bolsas a la habitación con una roca potente, fuerte y loca por salir de mis pantalones.

Cafe contigo al despertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora