El día llega con un resplandor cegador. Apago el aire acondicionado y me levanto de la cama. Es 28 de diciembre. Tengo tantas cosas de hacer hoy. Lo primero que hago es tomar el móvil y comprobar llamadas y mensajes en el correo. Nada, ninguna llamada. Escucho el sonido de un carro al estacionarse y apagarse. Miro por el ventanal; es un carro que no reconozco. Me ducho y cepillo los dientes con rapidez. Mi cabello solo necesita un poco de crema de peinar y lo dejo suelto con libertad de expresión. Para algo deben de servir las vacaciones del trabajo.
«Y no peinarme es uno de los placeres de la vida».
Me río ante este pensamiento y comienzo a buscar que ropa ponerme. Escojo una blusa roja cherry y unos pantalones cortos jeans azul royal. Mis sandalias ventiúnicas están en una esquina. Me las calzo al salir de la habitación. Justo en ese momento, suena mi celular. Es una llamada de un número desconocido.
—¿Sí?
—María.
Es Taurus, uno de los directivos del buffet. Su voz es inconfundible.
Me detengo. Taurus es de pocas palabras y nunca llama.
—Taurus, ¿cómo puedo ayudarte? —le pregunto en inglés.
Nuestras conversaciones, al igual que con el 95% de los empleados y de los casos que llevaba, son todas en inglés.
—Ha habido una serie de cambios. Lamentablemente, hemos tomado la decisión de prescindir de tus servicios en nuestra empresa.
Mis ojos se expanden. ¿Ellos me cancelan el contrato? Y yo que pensaba renunciar.
—¿Tiene algo que ver con Reed? Por supuesto que sí. —No dejo que me responda.
Después de todo, Reed es el preferido y el abogado más importante de la firma. Según ellos, su apellido tiene peso dentro del mundillo de las leyes y el derecho.
—No queremos a nadie aceptando sobornos.
—Y claro que ustedes le creyeron a Reed antes que a mí, ¿cierto?
—Lo lamento, María. Eres una gran abogada. Espero que te vaya bien. No es necesario que te contactes por los casos pendientes, ya otro abogado lo ha hecho por ti. Tus cosas las enviaremos a tu departamento.
Cuelgo sin despedirme siquiera.
Estoy oficialmente sin trabajo.
—¡Mamá! —grito nada más llegar a la sala.
—¿Qué pasó?
—Necesito hablar con Daniel.
—Llámalo desde mi celular —responde mientras me sirve una taza de chocolate caliente—. ¿Pongo café? Creo que el que queda ya está frío.
—No te preocupes. Me tomo esto y salgo.
—¿Vas a contarme qué pasa?
—Reed. Me ha dañado la reputación —contesto, exasperada.
Estoy indignada.
¿Cómo puedes destruir la reputación de alguien con quien saliste tres años? Ya me doy cuenta de que no era yo la única que no estaba enamorada ni mucho menos. Siempre lo pensé, pero no creí que fuera del todo cierto. Albergaba la sutil esperanza de que Reed sintiera algo más que solo deseo por mí.
—¿Y es legal que te cancelen de un trabajo sin tener una buena razón?
—De igual forma, iba a renunciar. Estoy harta de ellos. Tengo veintisiete años y no he sabido vivir mi vida, mamá. Me sentía respirando, pero no me sentía viva. Le sobrevivía a la vida.
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Cafe contigo al despertar
Roman d'amourMaría López, abogada dominicana de veintisiete años, decide que no está lista para casarse. Su pareja, Reed, se llena de venganza y odio hacia ella y comienza a crear rumores sobre supuestos sobornos aceptados por María, sobornos de los cuales si...