IX

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Continuaron avanzando por entre bosquecillos, adentrándose cada vez más en la oscuridad de las marismas. Tony Stark no veía señales de vida, a excepción de alguna que otra modesta vivienda junto a la carretera cuyo color blanco destacaba contra el gris cada vez más intenso del día. Poco a poco iba viendo un trecho mayor de cielo, lleno de nubes más oscuras todavía, y comprendió que estaban aproximándose a la costa.

Odinson permanecía en silencio, concentrado, o eso esperaba el, en la carretera, con la mirada fija al frente y una expresión hosca y seria en la cara. A lo lejos distinguió fuertes relámpagos, fogonazos de luz que atravesaban el cielo, seguidos de estampidos semejantes al retumbar de un cañón que hacían vibrar el coche.

Rezó para que no tuvieran que salir del coche, pero sabía que era inevitable. Aunque luego pensó que seguramente daría lo mismo empaparse. Con todo, se le ocurrió la extraña idea de que, cuando sucediera, no quería verse tiritando a causa del aguacero, mojado, desaliñado y patético. Odinson giró nuevamente y tomó una carretera aún más pequeña, aún más desierta. Tony guardó silencio e intentó pensar en su casa, en sus padres y sus amigos, en el sol y el verano que parecían haber desaparecido en el gris de la lluvia y del viento.

Odinson giró una vez más, y la carretera pasó a ser un camino lleno de baches. Estaba sin asfaltar. Lanzó un juramento.

- Si nos metemos en uno de esos hoyos nos quedaremos atascados. Joder, si estamos a menos de un par de kilómetros... - Torció hacia un parche de hierba y detuvo el coche. Tony odió que desapareciera de pronto el ruido del motor. El silencio pareció engullirlo - Thor Odinson piensa en todo - concluyó él. Alargó el brazo hacia el asiento de atrás y cogió una pequeña mochila. Abrió la cremallera y sacó un poncho amarillo fuerte que le entregó a Tony. Seguidamente sacó también un conjunto verde oscuro de pantalón impermeable y chubasquero - Una parte importante de la fotografía consiste en prepararse para futuras incomodidades. Espero que eso te quede bien. Usa la capucha

Le ayudó a ponerse el poncho y después se colocó el traje para el agua.

- Muy bien - dijo - Vámonos - Estalló otro trueno y cayó un nuevo aguacero sobre el coche. Odinson sonrió y salió por la puerta. Al segundo siguiente se abrió la portezuela de Tony. Él supo que más le valía no pensárselo

La intensidad de la lluvia pareció cortarle la respiración, y por un instante se quedó de pie, desorientado y aturdido por la fuerza del viento. Sintió que Odinson le agarraba del brazo, con una firmeza que ya le resultaba familiar, y se dejó arrastrar por él. El camino era arenoso y endeble, y el, medio empujada por Odinson, resbalaba.

Por un instante deseó al menos poder morir en un lugar seco y conocido, porque aquello le resultaba especialmente injusto. No veía a su captor, a veces le parecía que lo tenía detrás y al momento siguiente lo tenía al lado, y después lo veía delante, tirando de el. Intentó formular mentalmente teoremas y conclusiones: ¿Por qué iba a darme un poncho y después matarme? Pero lo que más la aterrorizaba era el descubrimiento, empapado por la lluvia, de que asignar la lógica a lo que le ocurriera a el constituía un error.

Cerró los ojos para no ver los relámpagos y la lluvia y comenzó a musitar fragmentos de oraciones para sus adentros conforme iba poniendo un pie delante del otro, en el afán de hallar algo de consuelo en aquellas cadencias olvidadas tiempo atrás.

- ¡Vamos! - lo apremió Odinson - Tiene que estar ahí delante... ¡Vamos, maldita sea! ¡Vamos!

Cerró los ojos y siguió caminando, procurando pensar en cualquier cosa que no fuera la lluvia, el viento y la presión de la mano de Thor en el brazo. Se preguntó si él le vendaría los ojos y le pondría un cigarrillo en la boca, como hacían en las ejecuciones militares.

The Murderer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora