XVIII

130 20 3
                                    

En primer lugar pasó con el coche por delante de la farmacia, circulando despacio por la calle Nassau de Princeton. La universidad, con sus edificios cubiertos por la hiedra, se hallaba situada al otro lado de la calle, silenciosa, como si aguardara pacientemente la llegada del otoño, su emoción y su ajetreo, más allá de una gran verja negra de hierro y unos amplios céspedes de hierba. Loki Odinson señaló que faltaban pocas semanas para que diera comienzo el semestre, lo cual transformaría la ciudad entera.

Se había dado una ducha en su hotel mientras Loki lo esperaba fuera en el coche. haciendo caso omiso de la falta de sueño, completamente despierto, pensando tan sólo en que estaba cada vez más cerca, en que estaba estrechando el cerco al mundo de Thor Odinson y en que iba a continuar acorralándolo hasta que dicho mundo no contuviera otra cosa que a él y su pistola. Aquel pensamiento lo obligó a esbozar una sonrisa amarga.

Loki Odinson insistió en utilizar su coche, lo cual a Steve le pareció bien. Pensó que él deseaba la esquiva sensación de control que le proporcionaba conducir su propio vehículo, como si de alguna manera él estuviera al mando de la expedición. Él aceptó prontamente, pensando que la situación le permitiría relajarse, hacer acopio de energías, incluso dormir un poco, mientras Loki cargaba con el cansancio adicional que suponía tener que conducir.

Después de ver la farmacia, Loki salió de la ciudad y al cabo de un rato estaba zigzagueando por carreteras comarcales estrechas y bordeadas de árboles. No tardaron en llegar a una sencilla urbanización en medio de varias granjas. Se detuvo y señaló.

- La tercera casa hacia dentro. Ése era el domicilio de la familia. Hace diez años que no vengo por aquí

El detective Rogers vio una vivienda modesta, austera, de tres plantas, gris con marcos blancos, provista de un jardín verde y bien cuidado y un garaje. Delante de éste había un coche desconocido aparcado.

- Diez años...

- Cuando vivíamos aquí - prosiguió Loki - estaba pintada de marrón, un marrón soso, oscuro y feo. El interior era el reflejo del exterior, le faltaba imaginación. Nunca fue un hogar acogedor, abierto y extrovertido como debería ser el hogar de un niño. Fue siempre oscuro e incómodo. Pero era un hogar. No estábamos abandonados, como algunos niños de la calle - Se encogió de hombros y continuó - La gente a veces sobrestima los factores externos. Pero los internos son los que resultan críticos para los niños

- ¿A qué se refiere?

- Al amor, el contacto, el afecto, el orgullo, el apoyo. Con esas cosas se puede sobrevivir, e incluso florecer, en las circunstancias más horrendas. Sin ellas, el dinero, los estudios, las niñeras, lo que sea; todo es relativamente inútil. El niño de un gueto que consigue abrirse pasó en los estudios y llega a ser abogado. El Kennedy de la última generación que muere por sobredosis. ¿Entiende a qué me refiero?

- Sí - contestó el detective Rogers. Pensó en su sobrina, y se le encogió el corazón un breve instante. Se sacudió aquella sensación formulando una pregunta - ¿Dice que sus padres adoptivos están muertos?

- Así es - respondió Odinson - Nuestro padre adoptivo murió en un accidente cuando nosotros éramos adolescentes, y nuestra madre adoptiva falleció hace tres años de lo que a los patólogos les gusta llamar causas naturales, pero que en realidad son el resultado de un exceso de bebidas alcohólicas, tranquilizantes, comida rápida, tabaco, falta de ejercicio y un corazón demasiado agobiado por toda esa mierda para poder seguir así. En realidad, causas totalmente nada naturales

- ¿Dónde se encuentran enterrados?

- Los dos fueron incinerados. No se erigen monumentos a personas como ellos, a no ser que uno esté completamente fuera de... - Se interrumpió y pensó que aquello era precisamente lo que, en un sentido inusualmente indirecto y psiquiátrico, estaba haciendo su hermano

The Murderer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora