Capítulo II: ¿Intuición o Razón?

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Chris Owens, como ya había mencionado, era un científico en toda la expresión de la palabra.

Aunque era muy difierente de Alison, al conocerse en la preparatoria su pasión por el conocimiento los llevó a ser bastante unidos, y si bien, tomaron caminos diferentes, su amistad nunca se desvaneció.

Mientras que ella había usado su gran talento para convertirse en una escritora, él se había dedicado a la ciencia. La astronomía era su rama predilecta, pero la física y la química nunca estaban de más. Se ganaba la vida de aquellas ciencias, pero claro, tenía sus pasatiempos, como todo el mundo; uno de ellos, y el más socorrido era crear inventos de lo más variopintos, y aunque la mayoría acabaran siendo inútiles o estallando en su cara, no dejaba de hacerlo nunca.

Ese día acababa de terminar su más reciente y, según él, mejor creación, y por lo que semejante máquina era capaz de hacer, supuso que la mejor para dar el visto bueno sería su mejor amiga.

En ese momento, sonó el timbre de su pequeña casa-laboratorio que era parte de un vecindario no muy concurrido, y al abrir la puerta, ahí estaba ella.

—Tarde como siempre —saludó sarcásticamente.

—Y tú eres un desastre como siempre —contestó Alison, sonriendo divertida al ver el cabello negro y corto de Chris totalmente despeinado, sus gafas mal puestas y su bata blanca manchada de dudosas sustancias.

—Detalles, detalles... —dijo él sacudiéndose y acomodando sus gafas—. Pero pasa, siéntete como en tu casa.

—Muchas gracias. Veamos que clase de nuevo expolsivo inventaste hoy. —bromeó ella mientras pasaba a la sala, para luego sentarse en un sillón rojo.

A pesar de lo que uno pudiera pensar al ver el aspecto tan desastroso de su dueño, la casa de Chris estaba en un orden que para muchos parecería insano. Ni una mota de polvo estaba fuera de su sitio en aquel lugar. Esto, aunado a la peculiar decoración que hacía alusión a la ciencia por donde se mirara delataba fácilmente la profesión de quien habitaba allí.

—Muy graciosa —respondió Chris fingiendo reír—. ¡Ya verás que te irás de espaldas cuando lo veas!

Acto seguido, se dirigió hacia la habitación que había adaptado como laboratorio. Por los sonidos, Alison dedujo que él no paraba de tropezarse y derribar cosas, a pesar de que ese lugar era el más ordenado de todos.

Unos segundos después, regresó, más desaliñado todavía y ocultando algo detrás de él.

—Como evidentemente sabrás, Ali, últimamente nuestra ciudad ha sido víctima de fenómenos que parecen ser inexplicables... —comenzó, cual si estuviese presentando una conferencia, cosa que, debido a su aspecto, resultaba incluso cómica.

—¿De qué hablas, Chirs? —preguntó ella confundida.

El científico casi se va de espaldas por semejante respuesta, pero conteniendo su disgusto y ajustando una vez más sus gafas, respondió.

—Podrá ser que tú te la vivas encerrada en tu casa con tus libros, amiga; ¡pero nada pasa en esta ciudad sin que yo me entere! Presta atención.

Acto seguido, sacó una especie de control remoto de su bolsillo y presionó un botón; cuyo efecto fue hacer que bajara una especie de pantalla del techo a la vez que las luces se apagaban.

Múltiples imágenes que aparentemente no tenían ninguna relación se proyectaron cual diapositivas desde... Algún lugar.

—De un tiempo para acá se han sucitado acontecimientos de lo más extraños. Avistamientos de criaturas desconocidas en los alrededores, fenómenos luminosos extraños en el cielo, destrozos sin aparente sentido por las noches y, más recientemente, muertes inexplicables.

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