Capítulo 30.

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Todo estaba oscuro. Oía voces muy lejanas. Una oleada de imágenes llegaron de pronto como si alguien las hubiese metido a presión en su cabeza.

Recordaba la discoteca. El alcohol. El chico... Y el callejón. La última imagen que podía asignar a los acontecimientos ocurridos era la de aquel desconocido intentando subirle la falda de su vestido. 

La oscuridad seguía sumiéndola en los recuerdos. España, Londres, el tabaco, Lucas, Niall, Helen. La anorexia. La guitarra, las lágrimas. 

Los sentimientos. Todos los sentimientos que habían estado confundiéndole durante tanto tiempo. El fuerte amor que sentía hacia el irlandés provocó un pitido más repetido que el que, sin darse cuenta, había estado escuchando desde que volvió a tener consciencia. ¿Qué era ese pitido? 

De pronto, notó algo moverse. De pronto, pudo sentir. Todo el dolor hizo acto de presencia tan rápido como sintió que sus párpados podían moverse y abrirse poco a poco. La luz evitó que no viese con nitidez lo poco que sus ojos le permitiesen. Su corazón seguía latiendo con rapidez. Por fin había aclarado su mente. Por fin lo había admitido. Se estaba enamorando de Niall. 

Sus ojos consiguieron abrirse por completo inspeccionando el lugar donde se encontraba. Una habitación blanca, con una televisión en la pared. Un sofá marrón a su derecha junto a... ¿Una bolsa de suero? Y el aparato que causaba aquel ruido tan molesto, el que controlaba sus constantes vitales. Dirigió la mirada hacia el movimiento que la había despertado. Entonces se topó con aquellos ojos. Más azules que el mar, más bonitos que el cielo. Aquella sonrisa que pese a unas cuerdas que intentaban alinearla, le parecía la más bonita que jamás había visto. Iba a sonreír cuando el dolor más fuerte que jamás había sentido, retumbó en su cabeza haciendo que cerrase los ojos. Esperó unos segundos para volverlos a abrir. Inspeccionó de nuevo aquel lugar en busca de la imagen que había hecho a todos sus sentidos palpitar. No estaba. Volvió a cerrarlos.

Por supuesto. ¿Cómo iba Niall a estar en España? ¿Por qué iba a ir a verla a ella? Aún estando en el hospital, sin saber cómo había llegado allí y qué había ocurrido, el irlandés protagonizaba todos sus pensamientos. 

Oyó cómo se abría la puerta.

- Hola Elisabeth. -dijo una voz femenina con dulzura. 

Abrió los ojos con rapidez y se topó con una chica joven, rubia y de pelo rizado bien recogido en su coleta alta, vestida con una bata blanca sobre un uniforme azul. Con cautela abrió la boca para articular.

- ¿Qué ha ocurrido? 

Intentó incorporarse cuando un dolor en su cabeza y en el costado provocó que gimiera del auténtico sufrimiento. ¿Qué estaba pasando?

- Creo que no soy la más indicada para explicártelo todo. Hay alguien que quiere verte. Luego vendré a revisarte. 

Y tras un guiño de ojo, salió de la habitación. De nuevo, escuchó cómo la puerta se abría. Un rostro serio, preocupado y pálido la observaba. Su corazón se aceleró cómo momentos antes y, la máquina emitió aquellos molestos pitidos que la delataban. Niall se dio cuenta, dirigió una fugaz mirada al aparato y, menos de un segundo después, hacia su amiga. 

- ¿Se puede saber en qué coño estás pensando, Beth? -espetó. 

Elisabeth frunció el ceño y pudo notar como sus ojos se cristalizaban y el dolor aparecía de nuevo. 

- ¿Qué...?

- ¿Qué te has hecho Elisabeth Black? Me has decepcionado de la manera que nunca pensé que tú lo harías.

Aquello le dolió. ¿Decepcionar? Él no tenía ni idea de lo que estaba sufriendo en España. Ni si quiera ella misma sabe qué mierda hace en el hospital. La ira llenó todo su interior a la par que sus lágrimas hacían carreras por sus mejillas con auténtica rapidez.¿Dónde estaban sus padres?

Tus pequeñas cosas son perfectas para mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora