- No lo sé Helen, apenas le conozco. No puede gustarme una persona sin conocerla...
Su amiga, soltó un profundo suspiro.
- Supongo que tienes razón. - terminó por decir.
Mientras las chicas se dirigían a la cocina, el teléfono de Elisabeth comenzó a sonar en su bolsillo.
- ¿Si?
- ¡Hola Beth! - dijo una voz dulce e infantil al otro lado de la línea.
- ¡Hola pequeñajo! ¿Qué tal? - le preguntó a su hermano pequeño. - ¿Sabes lo caras que son las llamadas internacionales?
- Sí... - dijo un poco avergonzado. - Es que ya que tú no me has llamado... ¿No tienes nada que decirme?
- Oh... ¡Cariño felicidades! Siento el despiste, he tenido un día muy ajetreado.
- Gracias. No te preocupes. ¿Vendrás a mi fiesta? - dijo el niño inocentemente.
- Lo siento Chris pero estoy muy ocupada aquí. Tengo que estudiar mucho y no creo que tenga mucho tiempo. Pero yo te envío tu regalo por correo ¿Vale?
- ¡Vale! Pero tienes que venir algún fin de semana. Prométemelo. Te echamos de menos. - dijo bajando el tono de voz cada vez más.
- Vale. ¿Por qué cada vez hablas más bajo?
- Porque han llegado Papá y Mamá y no saben que te he llamado.
- Pues cuelga enano, mañana llevo a la oficina de correos tu regalo.
- Adiós. Te quiero mucho Beth.
- Y yo a ti. - dijo ella dejando caer por su rostro una lágrima de añoranza.
Colgó el teléfono y miró el reloj. Eran las ocho. Si se daba prisa le daba tiempo a comprarle el regalo a su hermano pequeño y mañana, después de las clases iría a mandarlo por correo.
- Helen, ¿Me acompañas a comprarle un regalo a Chris?
- ¿Ahora? - dijo ella asomándose por la puerta de la cocina.
- Sí, es que me había olvidado de su cumpleaños. Si se lo compro hoy, mañana podemos ir a alguna oficina de correo y enviarlo.
- Vale, espera que deje enfriando la sopa y nos vamos.
Así hizo. En menos de dos minutos estaba en la puerta poniéndose su chaqueta y lista para salir a la calle. Cerraron la puerta y se dirigieron a la tienda de juguetes más cercana.
- ¿Qué le vas a comprar? - preguntó Helen mientras entraban por la puerta.
- Un peluche de algún animal gracioso, de esos que le gustan a él. Si encontramos algún pájaro o algo que se le asemeje mejor. Siempre decía que quería cuidar aves. - sonrió al recordarlo.
- Está bien.
Una vez dentro de aquel enorme local se escabulleron de toda la masa de gente que había. Era extraño encontrarse gente allí. Normalmente iban a las tiendas más cercanas al centro.
- ¿De dónde sale tanto periodista y tantas chicas? - pregunta Helen intentando mirar lo que la gente rodea.
- Pues de sus casas. Anda vamos, cuanto antes salgamos mejor.
Se dirigieron a la sección de peluches y comenzaron a buscar.
- Eh, Beth. Mira aquí están los animales.
- Y aquí hay un... pájaro. Es muy mono. - dijo la chica entre risas. - Vamos a pagarlo que este es el único ave.
- Por lo menos ya se ha ido toda la gente.
Las chicas iban hablando tranquilamente mientras se dirigían a la caja a pagar.
- ¡Eh tú! ¡Suelta eso ahora mismo! - dijo una voz a sus espaldas.
Ambas se giraron al mismo tiempo.
- ¡Dadme a Kevin! - seguía gritando el chico.
Las dos amigas miraron a su alrededor. Sólo estaban ellas y ese chico.
- No puede ser...- decía Helen con un hilo de voz.
- ¿Qué pasa? - preguntó Elisabeth susurrando.
- Es... Él es... Louis Tomlinson.
- ¿Y ese quién es?
Helen fulminó a su amiga con la mirada.
- Beth, por Dios. Es uno de los componentes de One Direction. Se supone que tú ya lo conoces.
- No a él no.
Ellas seguían hablando entre susurros mientras que el chico las miraba.
- Dadme a Kevin. - seguía repitiendo.
- Es nuestro. - dijo Helen.
- ¡Lou! Date prisa nos están esperando. - dijo otro chico apareciendo por detrás.
Se paró al ver a su amigo y a las dos compradoras intercambiándose miradas. Dirigió la vista hacia el chico que tenía al lado.
- ¿Qué pasa? - preguntó.
- Tienen a Kevin.
Harry comenzó a reír mientras que las dos chicas le miraban perplejas.
- No le hagáis caso. Lo está diciendo de broma. - dijo calmándose.
En la cara Louis se pudo dibujar una sonrisa que más tarde se convirtió en carcajadas.
- ¿Me firmáis un autógrafo? - dijo Helen acercándose a ellos.
Elisabeth seguía parada. No sabía que hacer. Al parecer Harry no la había reconocido.
- Claro. - dijeron ellos.
- Eh, Beth, acércate. No comemos. - dijo el chico de ojos verdes.
Elisabeth se acercó en silencio.
- Louis, esta es Beth, la amiga de Niall. Beth este es Louis.
- Hola. - dijo ella un poco sonrojada.
- Hola.
- Yo soy Helen. - dijo la italiana muy sonriente.
- Hola. Tomad, os regalamos a Kevin. - dijo Louis feliz entregándoles el dinero.
- Nos tenemos que ir, nos están esperando. Adiós. - dijo Harry con una sonrisa adorable.
- Adiós. - dijeron las dos amigas al unísono.
- Y muchas gracias por la paloma. - añadió Elisabeth.