Instintos

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Capítulo 4: Instintos

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¿Cómo fue que terminó en esa posición tan incómoda?

Tener tendencias protectoras tan intensas era una maldición a veces, y en peores momentos un completo asco, como ahora. Llevaba horas con insomnio, especialmente con el suave y cálido cuerpo, que se acurrucaba más cerca de él cada vez que trataba de poner una sana distancia entre ellos.

Se preguntaba a dónde estaba su excelente autocontrol.

Sakura era tan cálida y suave. Y con la gran playera negra de Sasuke, sus piernas lucían más blancas... tal vez no debió siquiera voltear a verlas. Paso las manos por trigésima vez, y con compulsión, por su cabello negro, con tal de no tocar esas piernas.

Ella era una gran tentación.

Y no estaba bien, no le gustaba que su cuerpo tuviera reacciones involuntarias. Lo detestaba con todo su ser, a él no lo controlaba nada, ni nadie, le gustaba su libertad, no tener que responder ante una manada, o el líder de ella. Pero ahora se encontró con alguien que, sin quererlo, podía mover su voluntad.

Estaba inquieto, muy inquieto.

-Contrólate... contrólate -se reprendió pero no tuvo éxito -Maldita sea -murmuró con frustración. Volteó a ver a la pequeña pelirrosa que se abrazaba a su pecho, y apretó los dientes. Esta mujer no comprendía en absoluto las necesidades masculinas.

Iba a matarlo.

En su mente repaso de nueva cuenta cómo es que estaba en esa situación. El momento exacto en que no pudo decir "NO". Eso podría ayudarle a no volver a repetir el hecho.

...

Una vez que llevó a Sakura de regreso a su hogar la dejo un momento para recuperarse, y encargarse de los rastros de olor, y muerte que hiabia dejado.

Alguien buscaría a Sasori y seguro buscaría venganza.

Tomo una botella de un galón que tenía preparado para las emergencias como esta; este botellón llevaba unas esencias aromáticas sumamente fuertes que combinadas aturdían el olfato de cualquiera, hasta un humano con sinusitis podría notar el aroma extremadamente empalagoso, y claro para uno de su especie era tan molesto, que se volvía doloroso olfatear, y en cuanto lo percibían salían huyendo en la dirección opuesta.

Nunca fallaba.

Una vez lo esparció por el camino a su hogar, y sobre la sangre de Sasori, rápidamente se envolvió una tela larga en el rostro, con varias vueltas alrededor de su hipersensible nariz. Lavó el jardín, quemó el cuerpo sin vida del pelirrojo (ya que el humo también desorientaba el olfato). Cuando encontraran un rastro lo único que quedaría serían las cenizas.

No pensaba detenerse a tener piedad con una basura rastrera, matar cuando había la necesidad era normal para él. No sentían remordimiento, pero tampoco ira al momento de la batalla, o al provocar una muerte.

Sakura.

Ella estaría impactada.

Cuando regreso con ella, se dio cuenta de que las heridas de Sakura estaban sangrando de nuevo, se acercó a ella despacio, examinando lo que acababa de pasar casi con total frialdad. El ponerse emocional no iba a ayudar a una mujer conmocionada: las manos de ella temblaban mientras trataba de limpiar sus propias heridas, lo cual explicaba el sangrado, y se murmuraba cosas a sí misma, una y otra vez.

Recordaba bien esa escena.

Le molesto demasiado verla así, tratando de consolarse sola, tratando de ser fuerte. Se dio cuenta de que quizás ella llevaba tanto tiempo sin compañía, como él mismo, por hablarse constantemente.

Lobo (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora