Gema es una chica llena de inspiración , ama cantar, dibujar, la música; suele ser una chica bastante extrovertida, pero hay un chico que con su seriedad y su mirada hace que ella baje la cabeza con una pequeña presión en el pecho.
En principio Chan...
Chandler y yo llegamos a mi casa, estábamos totalmente solos, teníamos la seguridad de que nadie iba a venir a molestarnos.
Encendí las luces del salón y puse la calefacción para que entrarámos en calor, ya que la casa estaba un poco fría.
Antes de que pudiese hacer algo más Chandler me abrazó por la espalda.
Chandler: no puedo creer que por fin esté contigo -susurra en mi oído-
En mi rostro se dibujó una sonrisa, me di media vuelta sin separarme de su abrazo cálido.
Gemma: hemos pasado mucho, hasta lo que recuerdo... -le acaricio la mejilla- ahora nos merecemos esto -le miro a los ojos- que seamos felices los dos juntos
Nos pusimos un poco ñoños y después hicimos algo de cenar.
Gemma: ¿vemos una peli? -llevo los platos y cubiertos a la cocina-
Chandler: ¿seguro? -ríe- ¿no te quedarás dormida?
Gemma: bobo -le saco la lengua a modo de burla-
Pusimos la película en la televisión y nos pusimos cómodos en el sofá con mantas encima.
No podíamos evitar hacer manitas e ignorar un poco la película, tanto él como yo teníamos muchas ganas de estar así.
No podía creer que me conociese tanto, realmente a lo largo de la película me estaba quedando dormida en el sofá.
Sentí unas de sus manos recorrer mi pierna y ahí fue cuando abrí los ojos de golpe.
Chandler: -se acerca a mi rostro- con que no te ibas a dormir, ¿no? -ríe-
Me acosté encima de él apoyando mi cabeza en el brazo del sofá.
Gemma: nunca me duermo en las pelis -me froto los ojos con las manos- eres tú el que me da sueño
Chandler: ah, ¿si? -me da un beso- pensaba que te ponía a cien -me muerde el labio inferior-
Me sonrojé sin querer porque no me esperaba esa respuesta y el me besó tras una sonrisa victoriosa.
Chandler: si quieres podemos irnos ya a dormir -me acaricia la mejilla-
Apagamos la televisión y apagamos las luces del salón. Subimos a mi cuarto y antes de irnos a dormir me coloqué en la ventana para fumarme un cigarro.
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Él hizo lo mismo, agarró un cigarro y me abrazó por la espalda mientras mirábamos la ciudad a través de la ventana.
Nos quedamos así, en silencio, uno de estos silencios que no son incómodos, que se disfrutan.
Cerramos la ventana y nos quitamos la ropa para irnos a dormir.
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Notaba su mirada en mí, a pesar de todo lo que hemos pasado y las veces que nos hemos acostado conseguía que su mirada me pusiese nerviosa.
Nos metimos entre las sábanas y el placer de sentir su piel junto a la mía era la mejor del mundo.
