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NARRA CHANDLER:

No sabía que me pasaba en ese momento, tenía un erección incontrolable, procuraba estar calmado pero no podía. El hecho de tenerla a ella desnuda en su cama, tan sensible por las hormonas me ponía más.

En ese instante no me plantaba nada, ni como sería la situación después de esto ni como había sido antes; solo pensaba en cómo hacer que se retorciera de placer.

Y sabía que ella también estaba tensa, al igual que yo, ambos lo sabíamos pero hacíamos como si no pasase nada.

El no saber que era lo que quería ella me echaba para atrás, no sabía si arriesgarme, me daba miedo; a veces soy muy compulsivo, pero esto era diferente, era un tema más serio.

Se me pasaban tantas cosas por la cabeza a la vez y tan pocas palabras que decir, que me puse más nervioso aún.

Después de tanto pensar dedicí mandarlo todo a la mierda y dejarme fluir.

Chandler: girate -le pedí en un susurro en su oído-

Observé como se giraba lentamente sin mediar palabra, con la sábana en su mano para taparse el pecho también, mientras yo me ponía detrás de ella sin quitarle el ojo de encima.

Comencé a masajearle los hombros lentamente, sabía que me estaba mirando, con esa misma mirada que me mataba, la misma con la que me miró en casa de Carlos aquella noche.

La miré sin parar de masajear, me acerqué más a su rostro mientras notaba que nuestro aliento chocaba aún más, sin pensarlo dos veces rocé sus labios con los míos, profundicé el beso y sentí su lengua lamer mis labios.

Nunca había probado unos labios como los de ella, podría estar todo el día probándolos

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Nunca había probado unos labios como los de ella, podría estar todo el día probándolos.

Preferí guardarme todas las preguntas que tenía para ella y llevar yo las riendas, sin parar de besar sus labios recorrí mis dedos hacia sus pechos por debajo de la sábana, masajeandolos lentamente.

Me agarró de la camiseta, entendí que quería que me la quitase, así lo hice y me acosté a su lado sin separarme de sus labios.

Comencé a besarle el cuello, sus pechos sintiendo como se le erizaba la piel en todo momento; acaricié su cintura con la otra mano, buscando zona prohibida, hasta llegar a su pelvis; noté como me agarraba la muñeca haciendo que parase un momento

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Comencé a besarle el cuello, sus pechos sintiendo como se le erizaba la piel en todo momento; acaricié su cintura con la otra mano, buscando zona prohibida, hasta llegar a su pelvis; noté como me agarraba la muñeca haciendo que parase un momento.

Gemma: sabes que estoy con... -me mira sonrojada-

Chandler: A mi no me importa -le muerdo el labio inferior-

Me soltó la muñeca indicando que siguiera haciendo lo mio mientras ella se retorcía de placer; mientras la besaba casi desesperado comencé a acariciarla por encima de las sábanas, podía notar como estaba todo mojado.

En un acto de desesperación me colocó la mano en su clitoris, ella lo había decidido así, queria más; no queria hacer el amor ni mucho menos, quería que se lo hiciese fuerte.

Chandler: no te gusta el romanticismo en el sexo ¿verdad? -sonrio mientras muerdo su labio inferior-

Ni si quiera la dejé contestar, le dí un azote en el culo y la puse a cuatro patas, no podía más, sentía que iba a explotar; me coloqué detrás suya, me desabroché el pantalón, me bajé la ropa interior y se la metí sin pensarlo dos veces.

Sus gemidos eran placer para mis oídos, cada vez iba dándole más fuerte y dándole azotes en el culo, pero ella me pedía más y más.

Tenía ganas de mirarla mientras follabamos, la agarré de la cintura y le di la vuelta dejándola boca arriba en la cama, le abrí las piernas y se la metí de nuevo.

No podía creerlo pero noté que se había corrido a la nada de habérselo metido.

Chandler: -me echo encima de ella- ¿quieres que siga? -rozo sus labios sin llegar a besarla-

Asintió con la cabeza, sin palabras, pero su cara me lo decía todo.

No dudé y lo hice lo más fuerte que pude, quería que sus gemidos aumentarán; hacia frío pero los dos estábamos entrando en un calor ardiente; comencé a gemir yo también y eso hacía que Gemma se pudiese más cachonda.

No sé en qué momento lo hizo pero se levantó y se puso encima de mi dejándome boca arriba en la cama. Ahora mandaba ella.

De abrió de piernas y con el clitoris acarició mi erección lentamente, comenzó a acariciarla con la mano mientras me miraba, no era ella, era mirada me producía una locura en mi que nunca hacía experimentado; la agarré de la cintura y la penetré estando yo debajo de ella; se quedó sentada encima de mi y comenzó a moverse.

Se notaba que ya tenía experiencia, esa forma de moverse encima de mi me volvía loco; acaricié sus glúteos junto con un azote y eso hizo que ella llegara a al segundo orgasmo.

Gemma: ponte encima de mi y darme un tercero -dice con voz ronca-

La besé desesperadamente mientras la agarra en brazos y me ponía encima de ella, a un lado ; le metí los dedos y moví el brazo rápidamente, jamás pensaba que una mujer podria llegar a gemir tanto como lo estaba haciendo ella.

Agarré su mano para que me tocara, así nos tiramos un rato hasta conseguí que se corriera por tercera vez pero a lo bestia, descansó sus piernas pero siguió tocando mi erección, no podía parar hasta que yo me corriese.

Mientras veía como me tocaba acaricié sus labios con mi dedo pulgar, hice que se quedara sentada y comenzó a lamer mi pene de una forma que me encantaba, se la metió en la boca y comencé a gemir, tal y como a ella me gustaba; la acaricié suavemente el pelo mientras me la chupaba y me miraba a los ojos mientras lo hacía, sabe mi punto débil, sabía como hacer que pasara de cero a mil en un segundo.

No pude aguantar más y sentí un orgasmo intenso junto con un gemido ahogado; pude ver mi semen en sus pechos y cuello, hasta que se levantó y fue al baño a limpiarse, yo me quedé en la cama descansando.

Mi mayor droga eres tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora