Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo haciéndome temblar cuando sus dedos acariciaron la poca piel visible de mi clavícula dejando un lujurioso rastro de fuego a su paso, tragué saliva para intentar disimularlo, pero nada se escapaba de los ojos de Clet, que amplió su sonrisa. La forma en la que me miraba era tan intensa que parecía que estuviera intentando atravesar mi ropa con ella. Estaba tan cerca que podía sentir como nuestras respiraciones danzaban entre ellas hasta perderse en el aire.
—Hay tantas cosas que deseo hacerte... —Saboreó las palabras. La gravedad de su voz causó que se me erizaran los vellos de la nuca, una reacción natural pero indeseable en aquella situación. —Me voy a divertir mucho contigo, Amanda, te haré cosas que cualquier otra persona que posea tu cuerpo por solo unas míseras horas soñaría con experimentar, y tú alcanzarás el cielo con cada una de ellas. —Pasó la mano por debajo de la tela y envolvió uno de mis senos con ella ejerciendo una leve presión. —Una de las muchas ventajas de que seas mía.
—¿Te escuchas cuando hablas? —Conseguí preguntar con el poco aliento que me quedaba. Su última afirmación me había molestado, principalmente porque era cierta. —Soy un ser humano.
—Eres un sujeto, deberías agradecer que considere darte placer. —Me corrigió severamente al tiempo que acercaba su rostro al mío lo suficiente para que nuestros labios se rozaran y aumentaba la fuerza de su agarre hasta el punto en el que sentí una punzada de dolor que me hizo terminar con esa distancia. Quise apartarme al instante, sin embargo eso solo sirvió para que él profundizara el beso e impusiera su cuerpo sobre el mío. —Y tienes trabajo. —Comentó de forma resuelta cuando se detuvo a recuperar el aire. Aproveché mi reducida libertad para limpiarme los restos de sus babas con el brazo. —Uno extra especial, así que es hora de que vayas a ponerte bonita. —En un rápido movimiento se paró y comenzó a arreglar su traje sin prestarme atención, como si no hubiera estado devorándome unos segundos antes.
—No es posible que seas tan cínico como para pedirme que me prepare para un turno después de todo lo que acaba de pasar.
—Fue una orden, no un pedido. —dijo comenzando a caminar hacia el pasillo que llevaba a las habitaciones. —Y aunque estoy seguro de que te gustaría que terminara de cogerte en el sofá hasta que olvides tu propio nombre, tendremos que pasarlo para otra oportunidad, este cliente dejó un gran monto como seña.
—¿Sabes? Dicen que los hombres que más alardean sobre ser excelentes en la cama tienen los miembros más pequeños. —bufé siguiendo sus pasos. Tenía ganas de estrangularlo, pero temía que lo disfrutara.
Para cuando lo alcancé él ya había elegido mi atuendo para la noche, sobre la cama descansaban un vestido de tirantes rojo con brillos y un par de collares de plata acompañados por grandes anillos. Acaricié la tela suavemente recordando la última vez que lo había usado, fue para la boda de mi prima que había tenido lugar un año antes, un momento de mi vida que no había valorado lo suficiente. Había sido feliz y libre, sentimientos que siempre había tomado por sentado y que ahora extrañaba con toda mi alma. Intenté forzar una sonrisa mientras observaba cómo me quedaba la prenda en el espejo, pero fracasé miserablemente.
—Te ves como un chupetín de cereza. —murmuró Clet en mi oído, no lo había notado acercándose. —Será mejor que bajemos ahora antes de que decida comerte como a uno. —Se pegó a mi espalda y lo que sentí en mi parte baja me demostró que hablaba en serio. —A menos, claro, que prefieras tragarte algo más que tus palabras de hace algunos minutos.
Me congelé donde estaba, tensando con incomodidad cada centímetro de mí sin saber cómo reaccionar, eso pareció hacerle gracia. Pasó sus firmes manos por los costados de mis caderas y dejó una pequeña mordida en la piel desnuda de mi hombro. No sé de dónde saqué las fuerzas necesarias, pero antes de que me diera cuenta, mi codo estaba haciendo contacto con su caja torácica.

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Programada
Science Fiction¿Me creerías si te digo que un grupo de proxenetas creó un programa capaz de controlar la voluntad de las personas? .................................... Tres palabras. Solo hicieron falta tres palabras. Tres malditas palabras que consiguieron cambia...