18

5.1K 568 60
                                        

Hice lo que me pidió. Era una de esas órdenes a las que no me podía negar.

Él sonreía mirándome desde su altura mientras sus manos se ocupaban de deshacerse de su cinturón y luego pasaban al cierre de sus jeans.

Cerré los ojos. No quería ver lo que estaba a punto de hacer.

- Ahora...- Su voz era grave, seductora podría decirse, en ella se podía oír como había aumentado el tamaño de su sonrisa. - Haz tu trabajo.

Me acerqué a su entrepierna aún con los ojos cerrados pero con la boca bien abierta. Podía sentir la presencia de su miembro muy cerca de mi rostro cuando de repente alguien comenzó a golpear frenéticamente la puerta de entrada.

- Detente. - Agradecí internamente a todas las entidades superiores que conocía por esa pequeña interrupción y me permití abrir los ojos soltando un fuerte suspiro.

Clet caminó hacia la puerta con paso decidido al mismo tiempo que reacomodaba su ropa. Cuando la abrió, me sorprendí al ver a B irrumpir en mi apartamento totalmente fuera de sí.

- Tenemos un problema. - Espetó dirigiéndose a la cocina y tomando una botella de cerveza del refrigerador. A medio trago pareció tranquilizarse y reparar en mi presencia. - Ya veo que no respondías a mis mensajes porque estabas ocupado... - Sus ojos pasaron de mí a su socio.

- Ve a la habitación y no salgas. - Dijo éste.

Obedecí y me marché de inmediato, como una perra que había sido enviada a su cucha.

- Tenemos un problema. - Repitió el otro hombre, sus palabras retumbaron en el silencioso departamento.

- Y sería genial que me expliques cuál es, en lugar de seguir diciendo que hay uno. - Respondió Clet exasperado.- Más te vale que sea algo importante, porque si no...

- Sabrías lo importante que es si no hubieras estado perdiendo el tiempo con tu mascota. - Sentenció y se detuvo, quizás para volver a llevar la botella a sus labios. - El programa está fallando.

- Eso es imposible.

- Yo sé que adoras tu jodido código binario y todo eso, pero si te digo que algo no está funcionando, es porque algo definitivamente no está funcionando.

- ¿Cómo lo sabes? - Preguntó. - Con suerte sabes encender tu celular.

- No soy idiota sólo por no tener dos maestrías como tú, C. - "¿Ese hijo de su puta madre consiguió terminar dos carreras? ¿Cuántos años tiene?" Pensé mientras intentaba seguir escuchándolos, ya habían conseguido controlar sus tonos. - Hay sujetos que están ovulando.

- ¿Quiénes? - Inquirió con un matiz de inquietud. Podría apostar que estaba casi igual de tenso que cuando le había preguntado por su padre unas noches atrás.

- Por el momento sólo me llegaron reportes de 0003 y 0010, pero no dudo que puedan llegar más en unas horas.

- Malditos prototipos. - Se oyó un fuerte golpe y que unos vidrios vibraron. - Si quedan embarazadas no habrá forma de seguir con esto, nadie las querrá. - Hizo una pausa. - No podemos arriesgarnos, ya sabes lo que tienes que hacer.

- Mmhum. - B hizo un sonido de aceptación y se marchó dando un portazo.

Clet soltó aire y pateó algo, posiblemente el cesto de basura. Caminó hacia la habitación haciendo retumbar sus pisadas.

- Tú. - Me señaló con el dedo. - Termina lo que empezaste.

Me arrastré hacia él de rodillas y dejé que me introdujera su pene en la boca como si fuera una paleta. Lo había enterrado tan profundamente que apenas podía respirar, pero igualmente eso no evitó que comenzara a succionarlo, moviéndolo entre mis labios de abajo hacia arriba.

Luego de unos minutos que me parecieron eternos terminó por correrse en mi garganta. Tosí a la vez que se retiró. Sabía horrible, tanto que logró hacer que mi estómago se revuelva.

- Más te vale no vomitar. - Canturreó dando media vuelta conduciéndose a su biblioteca. - Es lo único que cenarás hoy. - Añadió trabando la puerta.





Programada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora