Hice lo que me pidió. Era una de esas órdenes a las que no me podía negar.
Él sonreía mirándome desde su altura mientras sus manos se ocupaban de deshacerse de su cinturón y luego pasaban al cierre de sus jeans.
Cerré los ojos. No quería ver lo que estaba a punto de hacer.
- Ahora...- Su voz era grave, seductora podría decirse, en ella se podía oír como había aumentado el tamaño de su sonrisa. - Haz tu trabajo.
Me acerqué a su entrepierna aún con los ojos cerrados pero con la boca bien abierta. Podía sentir la presencia de su miembro muy cerca de mi rostro cuando de repente alguien comenzó a golpear frenéticamente la puerta de entrada.
- Detente. - Agradecí internamente a todas las entidades superiores que conocía por esa pequeña interrupción y me permití abrir los ojos soltando un fuerte suspiro.
Clet caminó hacia la puerta con paso decidido al mismo tiempo que reacomodaba su ropa. Cuando la abrió, me sorprendí al ver a B irrumpir en mi apartamento totalmente fuera de sí.
- Tenemos un problema. - Espetó dirigiéndose a la cocina y tomando una botella de cerveza del refrigerador. A medio trago pareció tranquilizarse y reparar en mi presencia. - Ya veo que no respondías a mis mensajes porque estabas ocupado... - Sus ojos pasaron de mí a su socio.
- Ve a la habitación y no salgas. - Dijo éste.
Obedecí y me marché de inmediato, como una perra que había sido enviada a su cucha.
- Tenemos un problema. - Repitió el otro hombre, sus palabras retumbaron en el silencioso departamento.
- Y sería genial que me expliques cuál es, en lugar de seguir diciendo que hay uno. - Respondió Clet exasperado.- Más te vale que sea algo importante, porque si no...
- Sabrías lo importante que es si no hubieras estado perdiendo el tiempo con tu mascota. - Sentenció y se detuvo, quizás para volver a llevar la botella a sus labios. - El programa está fallando.
- Eso es imposible.
- Yo sé que adoras tu jodido código binario y todo eso, pero si te digo que algo no está funcionando, es porque algo definitivamente no está funcionando.
- ¿Cómo lo sabes? - Preguntó. - Con suerte sabes encender tu celular.
- No soy idiota sólo por no tener dos maestrías como tú, C. - "¿Ese hijo de su puta madre consiguió terminar dos carreras? ¿Cuántos años tiene?" Pensé mientras intentaba seguir escuchándolos, ya habían conseguido controlar sus tonos. - Hay sujetos que están ovulando.
- ¿Quiénes? - Inquirió con un matiz de inquietud. Podría apostar que estaba casi igual de tenso que cuando le había preguntado por su padre unas noches atrás.
- Por el momento sólo me llegaron reportes de 0003 y 0010, pero no dudo que puedan llegar más en unas horas.
- Malditos prototipos. - Se oyó un fuerte golpe y que unos vidrios vibraron. - Si quedan embarazadas no habrá forma de seguir con esto, nadie las querrá. - Hizo una pausa. - No podemos arriesgarnos, ya sabes lo que tienes que hacer.
- Mmhum. - B hizo un sonido de aceptación y se marchó dando un portazo.
Clet soltó aire y pateó algo, posiblemente el cesto de basura. Caminó hacia la habitación haciendo retumbar sus pisadas.
- Tú. - Me señaló con el dedo. - Termina lo que empezaste.
Me arrastré hacia él de rodillas y dejé que me introdujera su pene en la boca como si fuera una paleta. Lo había enterrado tan profundamente que apenas podía respirar, pero igualmente eso no evitó que comenzara a succionarlo, moviéndolo entre mis labios de abajo hacia arriba.
Luego de unos minutos que me parecieron eternos terminó por correrse en mi garganta. Tosí a la vez que se retiró. Sabía horrible, tanto que logró hacer que mi estómago se revuelva.
- Más te vale no vomitar. - Canturreó dando media vuelta conduciéndose a su biblioteca. - Es lo único que cenarás hoy. - Añadió trabando la puerta.
ESTÁS LEYENDO
Programada
Science-Fiction¿Me creerías si te digo que un grupo de proxenetas creó un programa capaz de controlar la voluntad de las personas? .................................... Tres palabras. Solo hicieron falta tres palabras. Tres malditas palabras que consiguieron cambia...
