Capítulo 20

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Ansel

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Ansel

Algo sé y es que tus acciones no tienen marcha atrás. No hay arrepentimiento que valga; el tiempo no se devuelve.

Algo había cambiado. Algo está cambiando. Se siente bien, pero también se siente mal.

Se siente bien porque Jade Bailey me hace feliz. Realmente y puramente feliz. Desde hace mucho no me sentía así. O debo decir, nunca me había sentido tan pleno. Tal vez es ella, o su forma de pensar, o su forma de transformarme, o el no sé qué, pero sea lo que sea sé que perfectamente tiene que ver con Jade.

Se siente mal porque estoy haciendo mal. Le estoy ocultando las respuestas a sus preguntas de su padre. Cada vez que me mira con ese par de ojitos y me sonríe de la forma más noble qué hay, es como si clavara un puñal de acero en mi pecho. Si tan solo Chloe no me lo hubiera dicho, ¿tanto le costaba guardárselo para ella sola? O quería buscar refugio para la situación o no quería que la mierda le cayera solamente a ella. No se que pensar.

Anoche. Anoche fue simplemente perfecto. Increíble y sensible. Disfrute cada momento, cada toque. Aún puedo sentir su piel erizada bajo la mía. Fue tan... REAL. Quiero admitir que sentí miedo. Miedo por nosotros. Miedo a que se arrepintiera, o entrara en unas de sus espontáneas crisis o que hiciera algo que le hiciera sentir incómoda. Más allá de eso, sentía también miedo por cómo influenciaría eso en nosotros. Puedo ser un experto en malas decisiones pero mi conciencia es un arma de doble filo. ¿Mejoraría? ¿Cambiaría algo? ¿Bien o mal? No puedo evitar preguntarme eso mientras la veo.

Me recuesto en la pared mientras la veo entre los demás del campamento. Gracias al señor clima la lluvia se detuvo y pudimos seguir nuestro camino de vuelta al campamento, pero antes hicimos una parada en una gasolinera. Todos están comprando golosinas o bebidas, Jade también. La veo servirse en un gran vaso un Icee de probablemente blueberry y limón. Le pone la tapa y el sorbete, camina hasta el mostrador y lo paga.

Luce tranquila, serena. No hemos hablando nada sobre anoche. ¿Deberíamos? ¿Por qué me siento tan inseguro? Cuando desperté estaba aún durmiendo, me fui a duchar y cuando salí ya no estaba. La vi nuevamente cuando nos montábamos en el autobús, me dio un beso en la mejilla, una media sonrisa y se sentó con las chicas. Nada más.

–¿Adivinas los sabores?– pregunta al detenerse frente a mi.

–Fácil. Blueberry y limón.– digo totalmente seguro.

Ella niega.

–¿No?– frunzo mi ceño.

–Compruébalo.– ella me tiende su bebida y no dudo en probarlo. Hago una mueca de disgusto.

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