Capítulo 7

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Jade

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Jade

Tener a Ansel así de cerca probablemente se esté haciendo familiar, aunque trato de disimular algunos nervios que amenazan contaste mi torpeza aguda.

Ansel se ha comportado como todo un caballero conmigo, ha sido muy bueno, un poco atrevido y tal vez yo no he sido la mejor. Escuché a Chloe, luego de la excursión el pasado día, restregarme en la cara que tenía que ser más abierta con la gente, o moriré sola. Antes, específicamente antes de venir al campamento, la idea de morir sola no me parecía tan mal, relajada en alguna casa lejana y huyendo de la sociedad. Probablemente tuviera un título de una universidad conocida colgando en la pared y un día tras otro para leer un libro más. En mi mente parecía perfecto, pero en estos días he interactuado con más gente que lo que he podido a lo largo de mi adolescencia, y solo tal vez, solo tal vez me gusta el hecho de estar aquí. Estar aquí entre personas rodeando mi edad, un poco incomprendidas y probablemente que nunca volveré a ver. Personas pasajeras pero que probablemente dejen su pequeña huella.

Emma va a ser una de ellas, una chica de Arizona que adora dibujar, charlar y divertirse. Probablemente Riley, Callum e incluso en chico de cabello negro llamado Jonny (no estaba tan lejos de adivinarlo) influenciaran en mi.

Pero, Ansel, Ansel Owens esta amenazando constantemente de en vez de dejar su huella, adueñarse de mi camino. Eso se siente como una soga al cuello, que aunque se que me lastimará, no puedo evitar la emoción de intentarlo. Maldita curiosidad.

–¿Por qué tan callada, Jade?– pregunta Ansel a mi lado, mientras nos encaminamos a una mesa.

El comedor está completamente desolado. Yo solo le doy pellizcos a mi muffins de arándano. Casero, un poco seco pero comestible.

–Umh, nada en especial. Tú eres el que está callado.

No es que Ansel tenga una cara de demacrado, pero la tiene. En estos momentos parece como si estuviera cansado de haber corrido un maratón o tal vez hubiera recibido una mala noticia.

Ansel se sienta en el banco de madera de la mesa y yo me siento en la mesa, para poder verlo mejor.

–Ando pensando.– el abre su jugo de lata y le da un sorbo.

–Intuyo que no es algo bueno...

–Entonces tienes un buen instinto, Jade Bailey.

Su cabello levemente alborotado hace querer tocarlo. Es como casi un grito.

Paso mi dedo por la comisura de mi labio, limpiando cualquier resto de muffins.

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