Capítulo 22

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Ansel

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Ansel

Algo sabía y es que la he cagado, pero en altos nivel. Me pongo de pie rápidamente, ignoro el mareo repentino y me dirijo a pisar los pasos de Jade.

–Jade, Jade. Jade detente.– ella solo sigue dando pasos firmes en dirección al campamento –Lo siento, si? Solo... Mierda, Jade.– gruño.

Es difícil alcanzarle el paso a Jade, porque me huye a toda costa. Cuando llegamos al campamento, que misteriosamente se aprendió todo el camino (no mintió cuando dijo que tenía una buena retentiva, por eso buenas calificaciones) la sujeto fuertemente por el brazo.

–Deja de huirme, Jade.– le pido –Puedes, una vez, ¿no estar a la defensiva?

–¡Tú eres quien esta a la defensiva!– me grita.

–Baja la voz, despertarás a todos.– le digo y ella gruñe –Jade...– poso mis manos sobre sus hombros –Lo siento. Siento haber adoptado esa actitud contigo. Estoy, estoy muy arrepentido.

–¿Chicos?

Ambos giramos cuando escuchamos la clara voz de Mariza. Tiene su pijama de pantalones anchos y largos, con un albornoz vino amarrado flojamente a su cintura. Esta cruzada de brazos y tiene una linterna en su mano.

Estriego mis ojos y maldigo en mis adentros.

–¿Qué les parece si conversamos adentro?– señala con su dedo la cabaña de recepción.

–Ya nos íbamos a dormir.– me aproximo.

–No creo.– ella frunce sus labios y toca sus hombros –Se ven... algo tensos. ¿No?

Jade me da una mirada de reojo y le hace casi a Mariza. Ambas caminan hasta recepción con paso lento.

–Owens, es mejor que vengas.– dice sin voltearme a verme.

Chasqueo mi lenguaje resignado, pero termino siguiéndoles el paso.

Antes de que Jade entre, la tomó por el brazo y ella gira a verme.

–Te quiero.– le digo.

–Y yo te quiero lejos de mi hija.

Los ojitos verdes de Jade se ensanchan por completo al escuchar esa voz y yo siento como palidezco. Incluso siento como si tuviera hormigas caminándome por todo el cuerpo.

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