『 Cute 』

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C a p í t u l o  4

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C a p í t u l o  4

El silencio era lo que inundaba el ambiente, la brisa perforaba sus rostros suavemente y la tranquilidad abarcaba sus mentes. Un momento pacífico mientras, sentados en la banca a un lado de aquel ya conocido árbol, acurrucados y abrazados, miraban el cielo completamente iluminado por el sol, siendo tapados por la sombra. El tráfico y las personas parecían desaparecer al estar encerrados en su burbuja.

—Y luego de eso, empecé a comer más vegetales —Se reía mientras iba contando su historia familiar—. Mi madre sí que era aterradora.

—Si, me la imagino —Sonrió levemente al imaginarse tal escena, riendo por lo bajo.

—También recuerdo cuando probé pizza por primera vez —Se movió más, acomodándose en la banca para apoyar su cabeza en el hombro del rubio—. Me habían comprado una pizza con una carne que era picante, no recuerdo cómo se llamaba. Salí corriendo para tomar un vaso de agua cuando la probé.

—Yo recuerdo cuando fuimos a un restaurante Mexicano, estábamos con mi madre. Nos dieron a probar unos nachos y unos tacos, con una salsa que los acompañaba. Todos le echamos un poco de salsa a los tacos y cuando lo comimos... —Sonrió más amplio, recordando con amor ese tiempo—... la chica que nos atendía tuvo que traernos unos vasos con leche para quitar el picor.

—¡Uh! Eso debió ser horrible. El picante es algo que te quema la boca, literal —exclamó.

—Si, desde ahí no me gusta mucho el picante, la verdad.

Endou rió un poco, abrazando cariñoso el brazo derecho del rubio, aún apoyado en él.

—Me imagine tu rostro y me dio tanta risa y ternura a la vez —confesó con las mejillas rojas mientras se tapaba la boca con su mano libre para no reír fuerte.

Goenji rió un poco, siguiendo a Endou de manera más calmada. Las charlas que tenían eran cómicas, como tristes, pues se hablaban más sobre sus vidas por el momento para conocerse al 100%, a veces soltando otros temas distintos y sin sentido. Les encantaban esos momentos juntos, en los que solo abundaba la felicidad misma. Era tan agradable.

Con el paso de las horas, la pareja jamás se canso de seguir con su plática, cada vez sacando más temas sin ningún tipo de limitación. El atardecer paso lentamente, haciendo los majestuosos cambios de colores que ellos aprovecharon para apreciar, llegando hasta que la luna estuvo en su punto más alto.

Ambos ya no decían nada. No pensaban en nada.

El silencio gobernaba como nunca, pero para ellos la presencia del otro era suficiente en cualquier situación. Se sentían bien, tranquilos. Cada que la luna cambiaba de lugar, el sueño iba apareciendo en el cuerpo de ambos.

Empezaron a cerrar los ojos con frecuencia, dormitando en leves momentos.

Ya debían irse.

Goenji miró al castaño, notando como dormía plácidamente sobre su hombro. Esa expresión tan tranquila, que lo hacía ver tan sereno y hermoso. Lo contemplo cual diamante por unos momentos, perdido en esa belleza frente a sus ojos.

Tan tierno. Tan lindo.

Esa imagen llenaba su corazón de júbilo, haciéndolo rebotar como loco al no saber cómo reaccionar. Era un ángel caído del cielo.

Le beso en la frente con cariño, para cargarlo al estilo nupcial y decidido llevarlo a su casa. Pensaba en que decirle a la madre del castaño mientras avanzaba por las calles, a pesar de que sabía que lo que planeaba no sucedería por los nervios que la situación provocaría en su mente.

Antes no le parecía problema hablar con la señora Endou, pero desde que empezó a ser pareja del castaño se le hacía incómodo y lo ponía sumamente nervioso. Sudaba por las manos de una forma horrible y tartamudeaba en ciertas partes, hasta llegaba a tener un nudo en la garganta.

Después de todo, salía con su tierno hijo...

y quería la aceptación de sus futuros yernos.

y quería la aceptación de sus futuros yernos

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645 palabras

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