『 Anniversary 』

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C a p í t u l o 6

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C a p í t u l o 6

La luz de la luna acompañaba la tranquilidad en la cena que tenían en esos momentos, sentados solos en una mesa en medio del balcón que habían reservado, tomando el agua que el mesero les había traído mientras los pedidos se estaban preparando. Ambos celebraban tanto sus dieciséis como su primer aniversario, pues justo esa misma fecha ambos habían declarado su amor en la torre de metal, siendo ya pasado un año.

La sorpresa era obvia al estar conscientes del tiempo que pasó y no haber tenido problema alguno en su relación. Ambos seguían igual de melosos, con el mismo amor tan intenso como si hubiera sido ayer la primera cita que tuvieron. Estaban los celos, pero no eran problemas graves como el que su relación aún era completamente secreta, excepto ante los padres del castaño, pues estos los recubrieron besándose en el cuarto del chico una vez. Pasaban por ciertas dificultades al estar rodeados de sus amigos y no poder abrazarse o expresarse de la forma que les gustaría, siendo incómodas las situaciones en varios momentos.

Sus charlas eran como siempre: hablaban sobre sus días, se contaban cualquier cosa del otro, decían anécdotas del tema que se les viniese a la cabeza y soltaban bromas para reírse un poco, pasando el rato divertido en espera de la cena. La risa de Goenji cuando Endou cayó de la silla y un pan que sostenía de la mano, esos que dan antes del pedido, salió volando hacia los cabellos de una mujer, quien armo un tremendo escándalo, fue lo más hermoso que se vio en la vida; como su expresión y facciones cambiaban de forma drástica, como su voz sonaba tan fina con las carcajadas. Por suerte, la señora no los notó y tuvo que ayudar a su novio antes de que ocurriera.

Fue un momento alocado.

Aunque era una velada de los más maravillosa, ambos empezaban a tener sueño por lo tarde que era y que no durmieron ni un rato después del entrenamiento, bañándose y vistiéndose directamente para encontrarse a la hora acordada en el restaurante; cabe destacar que el entrenamiento duro hasta las ocho de la noche y el encuentro era a las díez, les fue muy complicado. Endou bostezo sin pena, tapando su boca.

-¿Dónde estará la cena? Muero de hambre.

A parte que tampoco comieron nada en lo absoluto y ya llevaban una hora esperando. No recordaba haber pedido algo de gran cantidad como para que tarde así.

-Recuerda que hay mucha gente. La cocina debe estar atareada.

-Si, tienes razón.

Ambos desde ahí no dijeron nada y solo se miraban a los ojos, contemplando las bellezas contrarias. ¿Creerán si digo que así se la pasaron todo el rato hasta que el mesero hizo presencia?

-¡Esto se ve delicioso! -exclamó, pero de inmediato su cara pasó a ser una molesta-. Pero ¿por qué es tan poca la comida? Es como si cenara un granito de arroz todos los días y haya gastado mucho dinero -soltó.

Goenji río levemente, con algo de burla.

-La restaurantes costosos son así, principal si son muy conocidos -explicó, notando como el castaño asentía-. Bien, Buen provecho.

-Buen provecho.

Ambos le dieron una probada a los platillos y sonrieron embonados ante la delicia que sus pupilas gustativas estaban saboreando rigurosas, siguiendo con la comida encantados del sabor exquisito que tenía. A pesar de que solo bastaron diez cucharadas para terminar, fue lo mejor que probaron en la vida; algo diferente y nuevo para sus bocas.

-¡Estuvo delicioso! -exclamó Endou maravillado por tal delicia. Goenji solo asintió, de acuerdo-. Pero no volvamos aquí, es muy caro.

Goenji asintió igual.

Ambos se terminaron de tomar su jugo de naranja y luego solo se dispusieron a irse, no sin antes pagar la cuenta, pues no tenían más nada que hacer que querer dormir como koalas hasta las tantas de la tarde. Por suerte, Goenji podía quedarse con Endou en su casa hasta el día siguiente, con permiso de los padres.

Ambos podían dormir juntos ¿qué otra cosa era mejor que eso? Quedarse en ese fino restaurante a seguir hablando sin pedir más comida no era opción.

Sin duda que a pesar de no ser como se imaginaban, con unicornios y arco iris, fue lo suficiente para hacerlos sentirse bien y felices, uniéndolos más que otras veces. Parecía como si se volvieron a enamorar del otro, ya que así lo sentían, como si su corazón se hiciera el doble de tamaño para que el amor que sentían entrara por completo.

Ese aniversario fue extraordinario y las dulces sonrisas en sus rostros no decían lo contrario.

Que mal que el que cayó rendido primero, no se dio cuenta del manoseo en su pecho.

Que mal que el que cayó rendido primero, no se dio cuenta del manoseo en su pecho

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786 palabras

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