Capítulo 7

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Decidieron cambiar las tazas de café por una pizza, lo cierto es que ninguno de los dos probaba bocado desde la mañana. Una par de Estrellas Galicia tampoco estaban de más considerando que ya llevaban varias horas fuera de servicio.

Se sentaron frente a frente en una pequeña mesa junto a la ventana. La cafetería de la vuelta de la estación era un sitio de reunión de varios policías no precisamente por su gastronomía sino más bien por estar abierta las 24 hs pero curiosamente esa noche estaba prácticamente desierta.

Mientras Miriam hacía el pedido a la moza, Luis observaba las otras 2 mesas ocupadas con detalle. Era una costumbre de años, analizar a las personas y tratar de saber algo más de ellos sólo por sus gestos, sus movimientos, su vestuario, o cualquier otro datelle... Recordó que llegó a convertirse en el pasatiempo favorito de Aitana los domingos de picnic en el parque señalar a alguna pareja de desconocidos y qué él le contara una historia sobre su posible vida, cómo y dónde se conocieron, cuáles eran sus miedos, sus sueños, sus planes. Admitía inventarse más de la mitad pero todo valía por verla reír y a veces emocionarse con sus historias. Pestañeó para dejar de lado los recuerdos y volver a centrarse en el hombre de traje gris que removía sin cesar su café que ya no humeaba perdido en el movimiento circular de la pequeña cucharilla de metal. Los papeles sobre la mesa, una caja con unas pocas pertenencias, el anillo en su dedo... Llegó a la conclusión de que había sido despedido de su trabajo y estaba buscando en esa taza de café la forma de llegar a casa, mirar a su esposa a los ojos y decírselo.

- Barbacoa? CEPEDA! - Miriam llamó su atención y volvió la mirada hacia ella - Barbacoa está bien?

- Si, claro. Es mi favorita - Dijo él. Mintió sin saber el motivo. "4 Quesos, siempre fue 4 quesos" pensó.

- Pues bien, soy toda oídos - Dijo la gallega cruzando sus dedos y apoyando sus manos unidas en la mesa mirando fijamente a su interlocutor que un segundo después adoptó la misma posición sosteniéndole la mirada.

Luis tragó saliva. La irrupción de la moza con las 2 botellas que llevaba en sus manos y el tiempo que tardó en abrirlas frente a ellos le sirvieron para tratar de organizar sus ideas en la mente, al menos para comenzar a hacerlo. Guardó silencio hasta ver que la mujer estaba lo suficientemente lejos.

- Esa noche - Empezó - recibimos un llamado anónimo diciendo que habían encontrado un cuerpo en La Latina. Yo había quedado con Aitana en pasarla a buscar para ir a cenar a casa de sus padres, era el cumpleaños de su madre y se lo había prometido. La llamé por teléfono y para variar me mandaba a buzón, siempre lo tenía sin batería y eso me volvía loco -Sonrió melancólico- Merino y yo decidimos responder al llamado y nos dirigimos al lugar que nos habían indicado. Le pedí a Roi que fuera hasta casa a avisarle a Aitana y de ser posible que la llevara a casa de sus padres. Sabía que me esperaba una bronca de antología pero siempre el trabajo... siempre el trabajo - Negaba con la cabeza mientras sus ojos se humedecían.

Miriam lo observaba en silencio atenta a cada palabra

- Cuando llegamos al lugar nos dimos cuenta que había sido una falsa alarma. Estaba furioso pero a la vez aliviado de que aunque tarde, podría llegar al cumpleaños de mi suegra. Entonces el teléfono de Ricky sonó -Suspiró- Lo ví palidecer, sólo asentía a lo que decía la persona al otro lado del teléfono. Y fue cuando entendí todo en su mirada, todavía tengo grabada esa mirada - Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos generando un nudoo en la garganta de Miriam que le impedía decir palabra.

La moza llegó con la pizza humeante vestida de una enorme sonrisa. Luis dio vuelta su cara en dirección contraria a ella pera que no notara su llanto y limpió sus lágrimas con el dorso de su muñeca. La jefa devolvió la sonrisa a la joven cuyo gesto había mutado a intriga ante la reacción de Cepeda logrando con un gesto que abandonara la mesa.

- Sigue por favor - Dijo dulcemente acariciando brevemente una de sus manos.

- Ricky me dijo que Roi llamaba desde mi casa y que teníamos que ir. Sus palabras confirmaron mi intuición. Me desesperé. Él no quería decirme nada pero yo lo sabía. Cuando llegamos había varios patrulleros. De ahí en más lo recuerdos son difusos. Roi estaba sentado en las escaleras de acceso llorando con su cabeza apoyada en sus rodillas, me veo a mi mismo corriendo hacia la entrada, los brazos de Manuel sosteniéndome, ella tirada en el piso, sus sangre en mis zapatos - Sus lágrimas no paraban de caer. Instintivamente Miriam sostuvo su mano con fuerza en señal de apoyo. Verlo tan vulnerable la había conmovido en lo más profundo.

- Si quieres, puedes parar no quería que...

- No, está bien. Estoy bien - Se limpió las lágrimas una vez más levantando la vista para encontrar la mirada de la guapa rubia. Hacía tiempo que no hablaba del tema pero sobretodo hacía tiempo que no se permitía mostrar debilidad o llorar frente a alguien. Ni siquiera frente a la Dra. Galera. - Aitana lo era todo para mi. LA culpa y el dolor no son buenos compañeros y menos cuando se confabulan para hacerte la vida imposible... Si tan sólo hubiera imaginado que... - Respiró profundo - Si hubiera estado con ella en lugar de estar trabajando.

- Cómo podrías haberlo sabido? - Apretando su mano con más fuerza

- No lo sé. Intuición? Algo me decía que esa llamada era falsa y fui igual. El hijo de puta fue a por ella, por mi amor, por el amor de mi vida y yo no lo evité - Sin soltarle la mano corrió la silla hasta su lado para tocar con su mano libre el hombre del hombre completamente roto frente a ella. El agradeció el gesto con su cabeza y continuó- Me volvió completamente irracional. Perdí el eje. Estaba obsesionado con encontrarlo... de ahí en más no dejé de caer en picada, no dormía, no comía, estaba irascible. Un día interrogando a un sospechoso se me fue la mano y lo terminé enviando al hospital. Fue entonces cuando Martos me dió la baja temporal y me mandó a terapia. Y aquí estoy, dado de alta pero aún sigo deseando encontrar a ese mal nacido más que nada en la vida. No voy a mentirte - Mirándola directamente a los ojos a pocos centímetros de su cara - No sé cómo voy a responder cuando eso suceda.

La cercanía y la intimidad del momento abrumaron a la gallega que inmediatamente soltó su mano y volvió a su posición inicial al otro lado de la mesa

- Te voy a estar observando Cepeda. Quiero que lo sepas. Agradezco tu honestidad pero supongo que comprenderás que no me fíe de tí. Si estás en el equipo es por Martos, no por mi. Yo solo estoy acatando una orden aunque no esté de acuerdo- Se sinceró

- Lo acepto y lo entiendo perfectamente. Intentaré no darte problemas - De verdad deseaba hacer las cosas bien. La mujer frente a él se había ganado su respeto pero no podría jurarle controlarse si algún día tenía a ese hombre frente a él.

Comieron la pizza ya fría en silencio y apenas probaron las cervezas.

- Estás con auto? - preguntó el gallego mientras depositaba sobre la mesa los 25 euros de la cuenta más propina y tomaba su chaqueta de cuero del respaldar de la silla de madera

- Está en el taller hace 10 días. Siempre le encuentran algo nuevo - Protestó ella generando la sonrisa de él.

- Te llevo - dijo mientras sacaba las llaves de su bolsillo

- No hace falta. Puedo tomar un taxi

- Insisto - dijo el gallego apoyando su mano en la espalda de la rubia indicando la salida volviendo a generar en ella ese mismo cosquilleo experimentado horas antes en el ascensor.

25 minutos después sin más interacción que las indicaciones que Miriam le daba para llegar a su domicilio en las afueras de Madrid aparcó frente a una casa de 2 plantas, muy sencilla, con un jardín delantero cerrado por una cerca blanca de madera. Las luces estaban encendidas, evidentemente no vivía sola. Alguien le abrió la puerta, no llegó a divisarlo. Segundos después la luz de la segunda ventana de la planta alta de izquierda a derecha se apagó para volver a encenderse luego de un minuto aunque más tenuemente. Se quedó varios minutos observando esa ventana hasta que la luz se apagó por completo como todas las de la casa. De pronto sintió que quería saber todo de aquella mujer a la que había conocido hace menos de 24 hs y ante la cual había desnudado su alma apenas una atrás atrás. 


El Crimen de CenicientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora