Capítulo 8

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María irrumpió en la sala de reuniones llevando en sus manos varios vasos de café dispuestos sobre la bandeja de cartón diseñada especialmente para contenerlos y una enorme sonrisa en el rostro.

- Buenos días gente! Perdón por la demora. Es que el Starbucks de la otra cuadra estaba a reventar. 

Miriam se limitó a mirar el antiguo reloj que decoraba la pared frente a ella. "35 minutos tarde. Vaya que estaba lleno el Starbucks"  Pensó.

María prefirió ignorar el gesto de la jefa evidentemente malhumorada por la tardanza.

- Un late caramel para Agoney - Depositó el vaso frente a su compañero dedicándole un tierna sonrisa arrugando levemente su nariz - Capuchino con 2 de azúcar para Merino - Ricardo tomó el vaso asintiendo con su cabeza en modo de agradecimiento - Y negro, sin azúcar para Luis - Se paró frente a él del otro lado de la mesa estirándose para dejar la tasa lo más cerca posible del gallego sin dejar de mirarlo fijamente a los ojos.  

- Cómo sabes que así tomo el café? - Preguntó, aunque no sólo eso le había extrañado, que lo llamara por su nombre de pila también había llamado su atención

- Observo, Luis... es mi trabajo - Dijo mientras le guiñaba seductoramente el ojo derecho haciéndolo bajar la mirada.

- Espero que no te moleste que hayamos empezado sin tí - Interrumpió Miriam

- Oh! Miriam! Lo siento, olvidé tu café. Supongo que el late vainilla con cardamomo no será de tu agrado sino felizmente te daría el mío.

- Paso, gracias - contestó secamente la gallega a quien la actitud de la madrileña de los últimos días le estaba resultando difícil de tolerar - Bien, sigamos.

- Como decíamos, el cambio en la victimología es claro. Y en cierta forma varía un poco el perfil que teníamos definido - Hizo a un lado el café negro que María acababa de dejar frente a él y prosiguió - Tanto vecinos como compañeros de trabajo, como la familia confirmaron que no tenía pareja estable, tampoco había indicios en el departamento, ni en su teléfono móvil.

- Tal vez no sea... - Dijo María sin sacar la vista de su vaso

- Para mi no hay dudas - Sentenció Merino

- Pero podría ser un imitador - Propuso la madrileña

- No lo es. La inscripción en la pared de la casa de Lucia... eso jamás se reveló a la prensa entre otros detalles, disposición de los cuerpos, el curso del corte, los lugares de presión...

- Tal vez un cómplice, no lo sé... sólo barajo posibilidades

- Está bien, todo son opciones. Lo único que podemos asegurar es que tiene relación con el Asesino de Cenicienta y no es un caso aislado - Expresó Miriam - Podríamos repasar el perfil? - Dijo mirando a Luis

- Hombre, caucásico, de entre 25 y 30 años, instruido, probablemente con un trabajo estable que lo mantenía ocupado en la semana y por eso elegía los viernes en la noche para cometer los crímenes, de aspecto confiable, alguna caraterística particular hacía que estas mujeres le abrieran la puerta... eso nos llevó a pensar que tal vez usaba alguno tipo de uniforme que...

- Por qué dieron por sentado que se trataba de un hombre? - Preguntó Agoney quien hasta ese momento se había mantenido en completo silencio - Digo, podría ser una mujer. A lo que voy es que si todas las victimas le abrieron la puerta de su casa y en algún momento le dieron la espalda (porque a todas las mató por la espalda) no sé tal vez pienso en voz alta pero creo que se sentirían más segura de darle la espalda a otra mujer que de dársela a un hombre desconocido.

El Crimen de CenicientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora