Desayuno con fieras

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-Un café con leche y un croissant con nutella, doble de nutella más bien.-Le pedí al camarero de mala gana. Éste miro a Alejandra buscando una respuesta.

-Yo un cortado y un sándwich de jamón y queso.-Dijo ella, sonriendo.

El camarero se retiró, recogiendo nuestra carta, y me sentí libre a expresarme con naturalidad de nuevo.

-Mira Ale, me parece increíble que Thomas ni se digne a escribirme un mensaje. Es lo mínimo después de todo lo que me hizo pasar. Por su culpa esa tía me odia y quedé en evidencia delante de todos. Además parezco una desesperada a la que Thomas solo besa cuando va borracho, ¡y no es así!-Me embalé a hablar cada vez más y más rápido.

-Escríbele tú un mensaje.-Sentenció Alejandra, siempre tan práctica.

-¿Qué? ¿Cómo voy a hacer eso? ¡Eso solo reforzaría la teoría de que soy yo la que va detrás suyo, y no es así, siempre es él el que se lanza y se me tira a la boca como si nada!-

-Yo solo digo que ese tío no se dignó a escribirte después de besarte hace dos días, tampoco lo hace ahora, y tú mereces una explicación. Déjale bien clarito que él no es nadie para besarte cuando le dé la gana y que no quieres saber nada más de él.-Después de decir esto, Angélica miró a su alrededor y muy de repente su expresión se volvió seria, a la vez que abrió los ojos como platos y empezó a ponerse nerviosa, moviendo las manos de un lado para otro –Vale, Ari, no te asustes.-Susurró por lo bajo.

-¿Qué, qué, qué pasa?-Pregunté nerviosamente, acto seguido giré la cabeza, intentando comprender que era lo que la había sorprendido tanto. Volví a girar la cabeza a la velocidad de la luz al percatarme de lo que pasaba: Thomas y Carla, desayunando juntos.-Vámonos Ale, ¡vámonos ya porfa, porfa, porfa!

-Vale, tu sales por la izquierda, disimuladamente, yo esperaré un minuto y saldré también, ya sabes, por ahí que no te vean.-Me ordenó Alejandra nerviosamente. Algo me decía que ese plan no iba a funcionar. Me levanté impetuosamente, sin mirar a mí alrededor y sin calcular ninguna distancia y una vez más me choqué contra alguien, que a la vez se chocó contra el camarero, que a la vez me derramó mi preciado café y mi croissant repleto de nutella en mi blusa de gasa blanca. Como ya era de suponer todo el bar se giró, incluidos ellos, y Alejandra se tapó la cara a modo de vergüenza ajena. Me recompuse con tal de recuperar mínimamente mi dignidad, pero de poco me sirvió.

-¡Uau, otra vez!-Exclamó el chico contra el qué me había chocado. Que resultó ser nada más ni nada menos que Matías. Mis ojos se abrieron como platos, también mi boca, sin saber muy bien que decir.

-¡Esque no hay ningún maldito bar más en esta ciudad!.-Grité, furiosa. Matías se sorprendió bastante ante mi respuesta, pero hizo una pequeña mueca que pareció una sonrisa. Mientras tanto podía notar como Carla y Thomas me miraban, confusos.

-No creí volver a verte tan pronto y mucho menos que te volvieses a chocar contra mi.-Siguió hablando Matías, medio bromeando. Sin embargo mi cabeza seguía inmersa en el hecho de que Thomas y Carla me hubiesen visto, y no tenía tiempo de pensar en una buena respuesta.

-Sí, increíble el destino. Esto… Tengo que irme, siento si te ha manchado alguna gota de café o algo por mi culpa, em si, bueno, adiós.-Me despedí súbitamente, dispuesta a marcharme lo antes posible. Él pareció bastante confuso sin embargo asintió con la cabeza a modo de despido. Agarré a Alejandra por el brazo y juntas nos intentamos marchar.

-¡Ari!-Me gritó Thomas de lejos. Le extendí la mano, a modo de saludo, y continué con mi operación de huida, sin embargo el se levantó y vino hacia mi.-Estoy aclarando las cosas con Carla, y ya está más calmada, no teneis porque iros.-Dijo, intentando tranquilizarme.

-Ah no no, esque ya hemos acabado de desayunar.-Inventé de nuevo.

-Señoritas, enseguida les traigo un nuevo desayuno.-Exclamó el camarero a lo lejos.

-¡JaJaJa! ¡Qué cosas dices, si yo con uno ya tengo suficiente!.-Le contesté, a lo que el camarero respondió con una mirada de odio/que demonios estás diciendo.-Si bueno Thomas, que nos vamos ya. Adiós.-Volví a coger a Alejandra por el brazo y nos marchamos lo más rápido que pudimos.

Pensé por un momento que aquella escena había sido obra del karma. Me había portado tan mal con la chica esa la noche anterior que ahora, bajo una fria pero soleada mañana de febrero, todo se revolvía contra mi, y eso sin olvidar que Thomas había quedado con ella y no conmigo para desayunar. Para "aclarar las cosas".¿Es que acaso no tenia que aclarar las cosas conmigo también? Y, para más inri, toda la universidad se hacía eco ahora de mis batallitas amorosas.

Ni contigo ni sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora