Aquellas 4 horas restantes fueron sin duda las más largas de mi vida. No podía dejar de darle vueltas a la posible reacción de Thomas al ver el mensaje, aun así, no estaba preparada para abrirlo todavía.
Me dirigí rápidamente a mi casa, considerablemente cerca de mi trabajo pero sin embargo bajo poco menos que el diluvio universal y me encontré a una de mis compañeras de piso, Alejandra, haciendo la cena.
-¡Ari, estás empapada chica! Vete a cambiar la ropa ya.-Me ordenó, cual madre posesiva.
-Y yo que pretendía irme a dormir así.-Dije sarcásticamente por lo bajo, dirigiéndome al cuarto de baño. Una vez me había cambiado la ropa volví a la cocina, en busca de un poco de calor humano que me hiciese olvidar mis penas. Cogí una lata de cerveza de la nevera y me senté en la silla, totalmente agotada.
-¿A qué no sabes que le ha pasado a Angélica?-Me preguntó Alejandra, haciéndose la interesante. Sacudí la cabeza desganada. Las historias sobre Angélica no solían ser especialmente interesantes.-Bueno, ¿pues sabes su padre, el que un día vino aquí a este piso? Resulta que le ha metido los cuernos a su tercera esposa, Naiara o algo así se llama, y ésta le ha montado un pollo que ha tenido que venir la policía y todo, ¡Se ve que hasta le ha tirado un jarrón en la cabeza! Total, que Angélica ha tenido que coger un tren corriendo para ir a verle…
-De tal palo tal astilla. ¿Cuántas veces más piensa casarse ese hombre? Y desde luego Angélica va por el mismo camino.-Solté sin compasión alguna.
-¡Ari, no seas cruel!-Me ordenó Alejandra indignada.
-Lo siento, es que no estoy de humor, será mejor que me haga un sándwich y me vaya a dormir.-
-Déjame adivinar, ¿todo esto tiene que ver con Thomas de nuevo?-
-Pues sí, y lo peor es que ni siquiera ha sido culpa mía.
-¿Quieres hablarlo?
-La verdad es que no, si eso mañana… ahora solo quiero olvidarme del tema, la verdad.-Dije esto mientras me hacia un sándwich, el sándwich más cutre del mundo a decir verdad. Una vez terminé me dirigí a mi habitación, sándwich y helado de chocolate en mano.-Buenas noches, Ale.
-Buenas noches guapa.-Respondió junto a una dulce sonrisa.
Me tumbé en la cama, agotada a la vez que llena de energía, de excitación, de nervios. Me convencí a mi misma que en algún momento u otro debía abrir ese mensaje, vencer los fantasmas de mi pasado, sin embargo tenía miedo, mucho miedo. Cogí mi móvil sin más vacilación, y armándome de valor, abrí su mensaje.
-Hola Amy, yo estoy bien gracias.
Me sorprende que me escribas
pensé que aun estabas enfadada… -No pude evitar retorcerme de los nervios. Había cometido un error y ya no había marcha atrás. Algo me decía, sin embargo, que era el caprichoso destino el que me había hecho mandarle accidentalmente a él el mensaje.
-No, nunca he estado enfadada. Las cosas no han sido fáciles, eso es todo.-Respondí.
-Lo sé. Creo que los dos nos debemos una explicación.
-Sí, yo también…
-¿Te apetece venir a mi casa? Los chicos se han ido de fiesta, y nos podemos sentar en las hamacas de la terraza y hablar un poco, te echo de menos.
Mi corazón se encogió de golpe. No sabía ya que creer ni pensar. ¿Era Thomas el mejor manipulador emocional que había conocido jamás o realmente sentía todo aquello que me decía? Tardé un rato en recomponerme, hasta que al final decidí tomar la decisión menos apropiada, como siempre.
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Ni contigo ni sin ti
Fiksi Remaja¿Cómo decidir qué chico te conviene cuando no eres más que una universitaria desastrosa e indecisa? Ariadna creía tener muy claro desde el principio su amor por el Thomas, el rómantico empedernido, hasta que el mujeriego Wesley apareció en su vida p...