Una promesa incumplida

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Nathan debía salir de la oficina para ver si todo estaba listo antes de que llegaran los de derechos humanos y el comité de supervisores del hotel.
Recorrió todo el hotel hasta que llegó a la recepción.

-Hola -saludó Tyler

-Hola

-parece que al final terminaste trabajando todo el verano ¿eh?

-sí, creo que sí. No es tan malo después de todo

-sonrió -¿ya todo está listo?

-sí, vendrán en cualquier momento

Nathan tenía razón, justo en ese momento los vio entrando.

-es hora, debo irme -respiró profundo -deseame suerte

-suerte

-te veré más tarde para surfear

Tyler asintió con una sonrisa y Nathan se dirigió con las personas que estaban llegando para presentarse.

-buenos días, es un placer conocerlos -saludó a todos con un apretón de manos -mi nombre es Nathaniel Hall

-es un placer -dijeron al estrechar la mano de Nathan

-mi padre está esperándolos en su oficina

Todos asintieron.

-acompañenme por favor

Nathan comenzó a caminar hacia el ascensor seguido de todos.
Llegaron a la oficina de Richard y se presentaron con él.

-es un placer soy Felix Conroy
-habló uno de recursos humanos

Habían llegado tres representantes de recursos humanos y dos supervisores en hotelería.

-Richard Hall, es un placer -dijo al terminar de estrechar todas las manos

-le importaría mostrarnos las instalaciones, por favor -le pidió uno de los supervisores, Drew Graff

-por supuesto, acompañenme por favor -abrió la puerta y todos salieron a excepción de Nathan quien se quedaría trabajando en su oficina

***

Los chicos se encontraban en la playa esperando a que Nathan llegara para surfear juntos así como lo había prometido, pero él nunca llegó.
Comenzó a hacerse tarde y los chicos apagaron la fogata y perdieron la esperanza de que Nathan fuera a llegar. Todos se marcharon.

-no puedo creerlo -habló Tyler entristecido -dijo que vendría

Emma le dedicó la más triste sonrisa.

-vamos, será mejor irnos

Tyler se limitó a asentir y junto a Emma se dirigieron a la cabaña de empleados.

Mientras tanto Richard y los demás regresaron a su oficina después de que les mostrara las instalaciones del hotel y fueron recibidos por Nathan.

-gracias, por hoy eso será todo -le dijo Drew -seguiremos haciendo revisiones durante la semana

Richard asintió.

-y en cuanto a los empleados
-habló Nadine de recursos humanos -queremos hacerles unas preguntas, pero no queremos interrumpir con sus horas de trabajo ¿cree que hay alguna forma de poder hacerlo?

-sí, pueden hacerlo durante sus horas de descanso. Mi hijo puede encargarse de realizar el calendario de horarios libres de los empleados -dijo al señalar a Nathan quien estaba a su lado -para que puedan abordalos en el momento que ustedes consideren conveniente

-será un placer -dijo Nathan

-muy bien, gracias

Los supervisores y los de derechos humanos se retiraron.

-gracias hijo, has sido de mucha ayuda

-me alegra escucharlo papá

-se dirigió a su escritorio -si necesitas ayuda con el calendario solo dime

-de acuerdo

Nathan se dirigió a su oficina, se quitó su saco y lo colocó  en el sofá. Cuando se acercó a la puerta su padre le habló.

-a hijo una cosa más

-dime -le dijo desde el marco de la puerta

-¿podrías decirle a los empleados sobre las preguntas que les harán, por favor?

-sí, claro

-y dales una copia del calendario

-está bien

Nathan regresó a su oficina pero se detuvo en seco cuando un pensamiento le vino a la mente.

-¿los chicos? -se preguntó a sí mismo al oír esa palabra en su cabeza -¡los chicos! -exclamó al recordarlo. Se apresuró a su escritorio, movió algunos papeles para encontrar su teléfono lo tomó y vio la hora en su reloj. Eran más de las ocho, volteó a ver el reloj de pared al lado de su escritorio para corroborar y cuando lo hizo rápidamente se dirigió a la puerta.

-papá voy a salir -le dijo en cuanto abrió la puerta

-¿a dónde vas? -le preguntó Richard, pero no hubo respuesta, solamente se escuchó el sonido de la puerta cerrándose

Nathan corrió lo más rápido que pudo al ver que la puerta del ascensor se cerraba, evitó que lo hicieran al interponer su brazo entre ambas puertas ocasionando un golpe fuerte pero no le importó necesitaba llegar a la playa lo antes posible.

-perdoneme -le dijo el ascensorista -¿está bien?

-sí, sí, no se preocupe. Solo lleveme al lobby pronto, por favor

-sí señor

El ascensor llegó al lobby y Nathan salió corriendo hacia la playa secreta.
Iba corriendo por el camino en el bosque y se quitó rápidamente el chaleco, seguido desató el nudo de la corbata y se la quitó. Llegó a la playa secreta y no había nadie. Mientras recuperaba el aliento se dirigió hacia la fogata, no había nada más que madera quemada. Desanimado se sentó en uno de los troncos alrededor de la fogata apagada.

-¿qué he hecho? Soy un tonto -se dijo a sí mismo colocando sus codos sobre las rodillas y sus manos sobre sus ojos

Levantó la vista, se puso de pie y se fue.
Al caminar de vuelta al hotel encontró su saco tirado en uno de los arbustos, lo recogió, le sacudió un poco la tierra y siguió su camino.

La Surfista Y El Hotel De Los EngañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora