As the sun rises outside my door

|Capítulo 1|

Has esperado por alguien que irrumpiera en tu vida,
y fuese tu refugio por las noches.
No lo pierdas ahora, solo arrástrate de regreso a la luz.
Encontrarás por ti mismo una razón,
no te rindas en la pelea.

Enfermo de tanta lluvia y cansado de esperar
¿Alguna vez se detendrá?
Todo va a estar bien
(Silencio, silencio)
porque habrá un día
(no te apresures)
en el que alguien te iluminará...

|1|

Silencio, silencio

•

Levi.

Está lloviendo, un día en octubre, en un pequeño pueblo oculto entre montañas y bosque. Los cerros ahumados en niebla y el susurrante sonido de las ramas chocando unas con otras son el primer sonido que llega a sus oídos mucho antes que la monótona y rasposa voz de su profesor de física.

Levi odia la física.

Y los meses previos al invierno también.

Y los días parecen un eterno invierno en este lugar, con sus madrugadas heladas y sus tardes frescas; a pesar del número de años viviendo aquí, él aún no logra acostumbrarse del todo a esta mierda de clima. Se encoge en sí mismo con un estremecimiento. Mira a su alrededor, discretamente, sus compañeros parecen estar de acuerdo con él; o al menos es lo que cree cuando les ve charlar entre murmullos y garabatear sin sentido en sus libretas, ignorando absolutamente al joven profesor que no puede imponer su autoridad. Chista los labios, se acurruca en su bufanda otro poco y guarda sus manos en las bolsas de su gran chamarra. Afuera nubes grises se ciernen sobre el insignificante y nada interesante pueblo de Trost, la lluvia al parecer no se detendrá pronto, y a Levi no le agrada la idea.

Suspira, la calidez de su aliento le reconforta.

Mira hacia el frente, dos mesas delante de él, Hanji, Hanji Zoe, su autoproclamada mejor amiga, le saluda entusiastamente y alza sin vergüenza y sin importarle que el profesor pueda verla, lo que parece ser un boceto de un cartel que incita a una vida saludable, con menos carne y más vegetales. Levi casi sonríe, engreído, casi, porque todo lo que hace es rodar sus ojos y dejar de mirar sus entusiasmados gestos.

En un par de minutos, cuando el timbre suene, ella se abalanzará sobre él y le hablará sobre toda esa mierda ecologista de la que siempre alega, y Levi no está dispuesto a soportarla más allá de los minutos necesarios. No es que la odie, al menos no siempre, pero Levi encuentra que es fastidioso lidiar con ella después de un cierto periodo de tiempo, cuando empieza hablar sobre cosas asquerosas y ruines que él no siempre quiere escuchar.

Las gotas de lluvia se vuelven pesadas contra el cristal, el viento sopla y mece con violencia las copas de los árboles, incluso en una habitación con ventanas cerradas y a través de las gruesas capas de ropa que lleva puestas, Levi se estremece y siente sus músculos entumecerse y acalambrarse. Le castañean los dientes. Aún falta mucho para primavera.

Mantiene su mirada en el cristal de la ventana a su izquierda, las pesadas gotas deslizándose en carrera, y entre ellas, de pronto, difuminado, casi como un hechizo que ha sido lanzado ahí por pura casualidad, Levi ve la silueta difuminada de lo que él piensa puede ser una chica. Alta, delgada, enfundada en una gran sudadera negra que le cubre hasta la punta de los dedos con las mangas, de cabellos cortos, apenas le rozan la barbilla. Junto a ella ha entrado el director, Erwin, Erwin Smith, a Levi no le agrada mucho Erwin Smith.

Parpadea. Suspira una vez más y vuelve su mirada hacia la silueta, ya no a través del cristal, no, está vez la enfrenta. Y mierda, no es una chica. Es un chico de cabellos largos y cuerpo delgado, de piel pálida y labios resecos, de ojos con un color precioso ensombrecidos por las gruesas y negras ojeras bajo ellos. Parece titubear y rehuir de todo a su alrededor; de la mano insensata del director que le sostiene por lo hombros, de las miradas curiosas que todos le dirigen, de los agonizantes sonidos del tic tac del reloj sobre la pared, y los estruendosos truenos allá afuera.